06| Skyler.

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No creo que existan personas más amables y atentas que Taylor, ¿O sí?

Por dios.

En cuanto me dio sus llaves, fui hacia el aparcamiento a buscar mi camioneta y mis cosas. Bajé mi maleta y mi mochila.

En la recepción me encontré con un hombre de mediana edad que me miraba detenidamente.

— Hola.

— Buenas noches. ¿Quiere que le ayude? — me sonrió con amabilidad.

— Si, gracias — dije aliviada.

El señor me ayudo con mis maletas, y suponiendo que iba a quedarme aquí, me contó acerca de los diferentes servicios del edificio como una cafetería, bar, restaurante, una lavandería y un gimnasio. También me dijo que había una especie de terraza en el último piso.

Le pedí que cuando llegara Taylor le dijera que me encontrara en la terraza, dejé mi maleta en la habitación donde dormí la noche anterior y subí con mi mochila hacia el último piso.

El piso era de azulejo anti-derrapante y opaco. Muy listos. Había unas cuantas mesas con sombrilla.

Me acerqué a la orilla. La barda me llegaba un poco más de la mitad de mi abdomen.

Miré hacia lo lejos y tuve una gran vista de la ciudad, con sus luces parpadeantes, el sonido del tráfico, todo. No pude evitar sonreír.

Pero me invadió una sensación de nostalgia.

También al ver las luces, me di cuenta que estaba sola por primera vez en mi vida. Siempre tuve a alguien conmigo, y hora no los tenía, no tenía a nadie.

Vulnerable. Así es como me siento. Taylor fue un milagro para mí, porque seguro estaría pasándola mal en una habitación de hotel.

Encendí un cigarrillo, y con cada calada, sentía que un poco de presión se iba, y luego regresaba. Se iba, y regresaba.

Debo dejar de fumar.

No lo hacía muy a menudo, solo cuando siento mucho estrés, y últimamente he tenido mucho, por lo que he fumado demasiado mientras conducía.

Mi mejor amigo siempre se molestaba conmigo cuando lo hacía. Me decía que terminaría jodiéndome los pulmones. Yo ya sabía lo que sucedería si continuaba haciéndolo, y realmente lo iba a dejar.

Iba a comenzar una nueva vida, ¿no?, dejaría todos mis vicios y esas cosas, comenzaría a ser una mejor persona. Otra persona.

— No sabía que fumabas.

La repentina voz de Taylor me hizo saltar.

— Lo siento — me giré para mirarlo, y le dediqué una pequeña sonrisa —, no quería asustarte.

— Voy a dejarlo — me encogí de hombros, y apagué el cigarro —. Toma, tus llaves.

— Gracias, creí que estabas cansada.

— Tenía que subir, no pude resistirme — miré de nuevo hacia la calle.

— Es una buena vista — asentí, aun cuando él ya había dirigido su vista hacia las luces parpadeantes —, Pero sigo prefiriendo lo salvaje.

Me reí, y vi como él se situaba a un lado de mí, con los codos apoyados en la barda.

— Yo también. Recuerdo que mi papá solía llevarme de campamento. Eran mis momentos favoritos del año.

— ¿Enserio? A mí me llevaban de pesca junto con mis hermanos.

— Si... Siempre quise aprender a pescar. Desgraciadamente, mi papá confiaba tanto en mí, que creía que me iba a caer y morir ahogada.

Turn and Run | Taylor YorkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora