Capítulo 14

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Pequeños y múltiples encuentros


— "Mi Sultana, esta fue toda la información que pude recopilar" — La joven doncella, acerco los documentos a su señora, para que ella los analizara. — "Fue relativamente fácil, debido a que esta no fue oculta salvo ciertos datos"

Ante esta mención, Aysel dirigió poso sus dulces orbes achocolatados, con tonalidades esmeraldas a la luz solar. Dejando los escritos sonrió para que la doncella prosiguiera con su relato.

— "Es un pequeño secreto, o en todo caso puedo atreverme a decir que..." — la muchacha observo el lugar y decidió acercarse a su maestra y susurrarle al oído la información recopilada.

Minutos después, Sabrina retrocedió a su lugar y espero las ordenes de su alteza, la cual mantenía una mirada solemne, pero algo en el aura de la hermosa Sultana era diferente. Sus doncellas no se atrevieron a mencionar algo al respecto, pero sabían que Sabrina – doncella personal – informo de algo que altero su estado.

— "Su alteza Imperial, el Sechzade Cihanger, hace su entrada" — La inconfundible voz de Alick, anunciando al hermano menor de la Sultana.

— "Su Alteza" — Aysel, rápidamente ofreció su saludo a su hermano menor.

— "Aysel, mi adorada hermana, dichosos son los ojos que te ven" — contesto el menor con alegría.

— "Adulador" — No pudo evitar decir, mostrando su alegría. — "Ven, siéntate" — invito, sentándose a un lado del joven principito. — "Y dime, que es lo que trajo a estos aposentos"

— "Hermano, tan rápida como siempre" — Comento, muy feliz. — "Nuestros hermanos y yo hemos decidido explorar las calles del reino de Liones, y esperábamos contar con tu presencia"

- "Bien jugado Bayaceto, bien jugado" – pensó la joven de blanquirrojos cabellos, reconociendo que la estrategia de enviar a su hermano menor, al cual nunca se pudo resistir, era buena.

— "Claro que sí, pequeño, ahí estaré" — Respondió tocando la naricita del pequeño principito.

— "Entonces, iré a prepararme" — Lleno de energía, rápidamente se paró de sus asientos. — "Nos vemos después Aysel" — Dicho esto, el joven de cabellos oscuros con reflejos rubios, se despidió de su quería hermana.

— "Sabrina, ven sígueme" — Ordeno. — "Necesito ir a los aposentos de la Emperatriz"

— "Si, mi Sultana"

Y así, las dos mujeres caminaron por los pasillos con dirección a las habitaciones de sus padres. En una de aquellos, se detuvo a observar el jardín, pero curiosamente, en aquel momento una cabellera celeste – con la que estaba bastante familiarizada – se hizo presente en ellos. La joven Sultana, aún no había enviado una invitación al Duque, así que decidió ignorar su presencia y pasar de largo.

Claro, todo hubiera resultado así de no ser porque el anterior pecado de la avaricia, apareció delante suyo. Provocando de esta manera que la joven retrocediera unos cuantos pasos y, sus doncellas la rodearan para protegerla, del ya famoso "Ladrón".

— "Buenos días, estimadas señoritas" — Saludo cortésmente a las damas, sin notar el ambiente extraño, por posar su atención la joven de hermoso vestido azul marino. — "Buenos días Jericho"

Una confusión colectiva se produjo – excepto para dos personas –. Las damas demasiado desconcertadas por la situación, se miraron entre sí, como para saber a quién se dirigía aquel saludo. Aysel que se esperaba aquella situación, negó algo frustrada – "Si bien, es halagador recordar a una excelente mujer, no lo es el que la confundan con una persona que está en los brazos de Ala" – dirigió una mirada a Sabrina, ella lo entendió e hizo que las doncellas, regresaran a sus lugares.

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