ANIDADOS (Thorki)

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Nunca creyó tener lo que tenía en ese momento. Lo tenía todo y no necesitaba nada más, estaba satisfecho con lo que tenía.

Cuando huyó de casa antes de que su padre lo entregara a ese alfa, no tenía un destino a donde ir. Solo quería huir y vivir su vida como él quería, el alfa con quien su padre lo quería comprometer era un completo bastardo en toda la palabra. Sabía que si se quedaba su destino sería igual o peor que el que tuvo su madre.

Su padre le había dicho que debía ser agradecido por haber sido elegido por ese alfa, pues entre el resto de omegas lo eligió a él, pero él no se sentía en lo más mínimo agradecido. Conocía la fama de aquel alfa, el cómo tomaba y desecha a cualquier omega, trofeos en su colección y solo algo con que jugar un rato antes de conseguir o poner su mirada en otro. No planeaba vivir una vida donde su unico deber sería complacer a ese idiota, antes de que fuera enlazado con él huyó.

No le importaba el ya no vivir con lujos, o al menos los que le había dado su padre, no los necesitaba, era inteligente e ingenioso, se las arreglaría. La guerra que se inició le dio mayor facilidad de que su padre no lo encontrará, pues el bastardo de su padre se enfocaría en ganar y no en encontrarlo,la guerra le impidió que pudiera salir del país. Nunca entendió todo el lenguaje de la guerra, lo veía estupido, pues él creía que todo se podía solucionar sin tener que llegar a mayores.

Llevaba muchos días huyendo, estaba exhausto y agotado, sus ropas estaban sucias y su rostro también. Mientras huía se vio envuelto en medio del campo de batalla, se mantenía oculto y fuera de la vista de los guerreros asgardianos. Veía como todos luchaban, creyó que podría irse de ahí sin ser visto, corrió lejos de ahí y pensó que ya estaba lo suficientemente lejos como para ser atacado, pero entonces fue cuando él se atravesó en su camino. Cuando lo tuvo enfrente retrocedió hasta que sintió como su espalda chocaba contra algo, él se acercaba en grandes zancadas y cuando ya no pudo alejarse más le apuntó con su arma, un martillo.

Giró su rostro cuando pensó que ese momento sería su fin. Su muerte sería conveniente, se salvaría de tener que ser enlazado por la fuerza, no tendría que vivir una vida que no quería. Estaba asustado, su aroma y su actitud lo reflejaba, se había preparado antes para morir, pues si su padre estuviese a punto de atraparlo él se aseguraría de que lo hiciera antes muerto, que vivo. Él acabaría con sigo mismo, ese era su plan de respaldo, pero nunca espero que alguien más acabará con él. Esperaba a que el golpe llegará, más pasaron los segundos y no lo sentía, cuando volteo su rostro y abrió sus ojos lo vio, el hombre estaba agachado a su altura, a pocos metros de él.

Ya no apuntaba su martillo contra él, solo lo miraba con esos hermosos ojos azules, detalló su rostro, su barba un poco descuidada, su larga y dorada cabellera. Sus feromonas a cerveza y madera llegaron a él, las percibió y se deleitó con ellas. Cuando vio como una de sus manos se acercaba a él, lo miraba fijo, por su mente pasaron muchas cosas, una de ellas era el hecho de que podía tomar su cuello y asfixiarlo, pero en lugar de eso solo sintió una dulce caricia en su mejilla.

— Eres hermoso — siempre había recibido ese tipo de cumplidos, era lo que siempre decían de él, que era hermoso y que su cuerpo era demasiado delgado, perfecto y que lo sería aún más cuando comenzara a gestar, siempre había recibido esos cumplidos, pero cada uno de ellos le era indiferente, pero escucharlo de él, de un completo desconocido hizo que su corazón latiera y que sus mejillas se calentaran.

Sus feromonas le dieron la calma que hacía mucho no tenía y su caricia fue un dulce arrullo. Poco a poco apoyó su rostro contra su mano, sus ojos se cerraban de a poco no queriendo hacerlo, pero al final cayó rendido al sueño. Cuando abrió sus ojos sentía como todo se mecía ligeramente, todo era diferente, se incorporo y vio sus ropas, no era las que usaba antes, estas estaban limpias y su cuerpo estaba cubierto por una capa roja. Las ropas que usaba le quedaban grandes, salió de la cama cubriéndose con la capa roja, comenzó a recorrer el pequeño lugar, era simple, cuando estaba por abrir la puerta esta se abrió y se topó con aquel hombre.

Creyó que en ese momento era el final, pero estaba muy equivocado, solo era el inicio de todo. Aunque opuso resistencia en un inicio, aquel rubio era igual de obstinado que él y se encargó de darle todo lo que necesitaba, le dio su tiempo y espacio, cuando se acercaron y alfa inició el cortejo, le pareció divertido, pues se encargaba de siempre llenarlo de regalos y mimos. Lo conoció y se sorprendió al darse cuenta de que ese alfa era completamente diferente a cualquier otro alfa.

Cuando aceptó enlazarse con él, estaba nervioso de que aquel alfa que había sido pudiese desaparecer, pero no fue así. Ahora se encontraba entre sus brazos y rodeado de su aroma, habían construido un nido, nunca antes había deseado el tener un hijo, pero ahora se encontraba en la espera de su primer hijo. Disfrutaba de estar en su compañía, en aquel íntimo lugar.

Nunca creyó que podría ser feliz con un alfa, pero ahora lo era. En ese momento se sentía pleno, estar anidado junto con su alfa era una de las experiencias más gratificantes que había tenido hasta ese entonces.



NO TIENE CONTINUACIÓN. 

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