OMEGACEMBER

PARCHE (Spiderpool)

Ser un superhéroe no era fácil, menos ahora que ya era considerado como un Vengador, o mejor dicho como sus padres acordaron: Un aprendiz de Vengador. A pesar de que sus padres se negaban a ascenderlo a Vengador a pesar de ya haber cumplido la mayoría de edad, muchas personas ya lo consideraban como tal. Había salvado al mundo muchas veces, junto con el resto del equipo.

Pero seguía siendo el amigable vecino Hombre Araña. No se quejaba, amaba serlo. Amaba ayudar a las personas de Brooklyn. Nueva York había quedado atrás debido a la Universidad, claro no desaprovechaba la oportunidad de pasar por la ciudad para saludar a sus padres. Los quería mucho, pero también estaba la razón por la cual se había mudado a Brooklyn, necesitaba su espacio y lo había conseguido o al menos un poco. Pues sus padres tenían monitoreado muchas cosas a no ser cada cosa que hiciera.

Quería tranquilidad, una que Brooklyn tenía y que solo era perturbada por algunos villanos o ladrones. Su pequeño departamento cerca de la Universidad era hogar.

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El sonido de la alarma del reloj lo hizo despertar a duras penas. Quería quedarse en cama y descansar, dormir y relajarse, pero eso no era una opción cuando tenía su primera clase a las 7 de la mañana, llegaría a la Universidad en tan solo diez minutos, tenía veinte minutos para tomar una ducha, alistarse, desayunar, cepillar sus dientes y salir de ahí. Sintiendo su cuerpo pesar, se levantó y siguió esa rutina matutina que tenía, era simple, cuando estaba terminando de desayunar una notificación llegó a su teléfono, cuando lo revisó dejó de comer y se dirigió a su habitación.

Su celo comenzaría ese día. Lo tenía completamente monitoreado por así llamarlo, marcaba los días en los que entraría en celo para prevenir supresores y avisar a la escuela por si sucedía algún inconveniente en caso de que los supresores no funcionaran. Abrió el cajón de su mesita de noche y tomó el frasco de supresores especiales para él que le había dado su papá. Los supresores comunes no eran muy efectivos con él luego de haber sido picado por esa araña, sintió su sangre helar al ver que el frasco se encontraba vacío.

— Maldición — dejó el frasco sobre la caja y revisó dentro de su mochila, en un pequeño frasco donde siempre tenía supresores de repuesto, pero este también se encontraba vacío — Carajo — dijo, miro la hora, solo le quedaban diez minutos.

Tomó su mochila y salió de su departamento a toda velocidad, de camino a la Universidad había una farmacia, compraría unos supresores y tomaría tres o cuatro, estos le ayudarían a pasar sus clases, después de eso iría con sus padres para conseguir más. Esperó a que la luz cambiará de verde a rojo, volvió a revisar su teléfono, ocho minutos para que sus clases iniciaran. Estaba por guardar su teléfono, cuando esté sonó y vio de quien era el número, no dudo en contestar.

— Hola baby boy — sonrió al escuchar la animada voz del alfa al otro lado de la línea.

— Hola Wade — vio que la luz había cambiado y cruzó corriendo, hasta llegar a la farmacia donde entró — ¿Ocurre algo? ¿Todo está bien?

— Claro que lo está ¿Acaso no puedo llamarte cuando quiera? — rió, claro que podía hacerlo, más ahora que le echaba de menos, hacía dos semanas que había tenido que ir a Wisconsin para investigar a un sujeto, solo eso.

— Puedes hacerlo, es solo que es extraño que me llames tan temprano, casi siempre lo haces al medio día o en la tarde — comenzó a recorrer con prisa los pasillos buscando los supresores sin encontrarlos, por lo que se acercó a donde se encontraba un empleado, alejó el teléfono un poco de él — Disculpe, ¿Tiene supresores? — el hombre solo asintió y al parecer fue a buscarlos

— ¿Supresores? ¿Baby boy tu celo llegó? — escucho a Wade a través del teléfono, y volvió a acercarlo a su oído.

— Si, pero tengo clases y debo presentar un proyecto importante — vio que el hombre volvía — Espera un poco — le dijo a Wade para escuchar al hombre.