OTRO DE AUTOCONTROL (INCESTO) (STONY)

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Este fic y sus continuaciones tiene contenido y temática de incesto.


Durante el embarazo de Peggy, Steve se mostró muy posesivo ante cualquiera que tocara el vientre de su esposa, todos lo creyeron normal, que se trataba del instinto de su alfa de querer proteger a su pareja y a su cachorro. Todos creían y pensaban en eso, de igual forma lo pensaron cuando nació el cachorro, pues Steve no permitió que nadie se le acercara, ni siquiera Peggy, pero creyeron que se trataba de su instinto. Un alfa sobreprotector con su único cachorro. Cuando Peggy falleció debido a una hemorragia masiva después del parto, Steve solo se mostró aún más sobreprotector.

Al pasar el tiempo, aquella sobreprotección del alfa sobre su pequeño cachorro, solo creció. Nadie lo veía extraño, consideraban que era como cualquier padre actuaría con la única cosa que le quedaba de su amada.

Todos veían lo que se les mostraba, nunca veían lo que se escondía y se demostraba en el interior de las cuatro paredes de la casa. El como, Tony, su pequeño cachorro al ir creciendo se mostraba muy apegado a su padre, como siempre se encontraba a su lado; una hermosa relación entre padre e hijo.

Una grave equivocación.

Steve era sobreprotector con su pequeño Tony, a pesar de ser un adolescente. Era sobreprotector a tal punto de estar pendiente en cada aspecto de la vida de su pequeño, pero esto implicaba tener un gran autocontrol sobre sí, sobre su alfa que siempre deseaba salir al ver a su hijo entrar en celo. Cuando eso sucedía su alfa y él solo sentían la inmensa necesidad de querer empotrar a su hijo contra la pared y cojerselo. Tan duro, tan sucio pensamiento, que de solo imaginarlo su polla se endurecía, llegaría a lo más profundo de su lindo cuerpo que lo haría albergar su semilla en su útero. Quería azotar su redondo culo, ver como de sus piernas bajaba su semilla y como su ahugero se contraía y tomaba hasta la empuñadura su miembro.

Aquella fantasía lo hacía delirar.

Amaba a su hijo, pero sabía que sus pensamientos no eran tan correctos como creía convencerse. Era su hijo, su pequeño, su cachorro. Por ello su autocontrol era fuerte, podía decir que inquebrantable pues durante 18 años su autocontrol había resistido. Ahora se encontraba en un punto de quiebre, donde no sabía si resistiría.

Había vuelto antes del trabajo, buscando sorprender a Tony, pero fue él quien se llevó mayor sorpresa. Al entrar a la casa pudo percibir como había un tercer aroma en el aire, uno que no era el suyo, ni el de su Tony. No era madera y hojas combinados con manzanas y canela. Aquel aroma intruso era lluvia y cerveza. Se desplazó por la casa guiándose por los jadeos y gemidos que escuchaba, el rechinar y el golpeteo contra una pared, su alfa y él gruñían al tener una idea de lo que sucedía. Llegó a la puerta de la habitación de Tony, esta no estaba completamente cerrada, había un pequeño orificio por el cual podía ver el interior del cuarto.

No necesitaba ser un genio para saber lo que ocurría en el interior de la habitación, no cuando aquellos jadeos, gemidos, aromas y rechinidos decían más que mil palabras. Pero su curiosidad y su necesidad de vigilar a su cachorro lo hicieron ver hacia el interior de la habitación, donde pudo ver como su hijo se encontraba acostado, con su pecho pegado a la cama con su trasero al aire, detrás de él se encontraba un alfa con cabello largo y rubio.

— Estás apretandome tan bien Tony — escuchó decir al rubio de larga cabellera, su cuerpo marcado y musculoso, junto con su fuerte aroma a lluvia y cerveza le daban a conocer que era un alfa.

— Ah... m-muévete... hazlo... — escucho suplicar a su pequeño que sujetaba con fuerza las sábanas y las apretaba, su rostro estaba sonrojado y su aroma era más dulce y denso. Sintió una ligera punzada en su entrepierna, se estaba excitando al ver a su hijo siendo tomado por otro, que fácilmente podía imaginar que era él.

Vio como aquel chico embestía contra su hijo, como sus manos sujetaban con fuerza sus caderas. Escuchaba el golpe de sus pieles, los dulces gemidos de su Tony, el rechinar de la cama, el clamor del omega para que tocara aquel punto dulce en su interior. Bajo la mirada solo unos segundos para ver como su pantalón se encontraba abultado debido a la erección que estaba teniendo. Sus manos picaron cuando desabrochó con cuidado su cinturón y su pantalón para sacar su dura polla.

Comenzó a mover con lentitud su mano de arriba a abajo por su miembro, su pulgar lo mantenía en la punta de su polla, frotando el lugar donde comenzaba a salir un poco de presemen. Continuó mirando por aquel orificio, movía su mano en sincronía a las embestidas de aquel alfa que se encontraba con su hijo, se imagina a él en su lugar, siendo él quien follaba a ese lindo omega de piel morena. Vio como las manos toscas del alfa recorrieron su cintura, su espalda para llegar a su pecho y tomar entre sus dedos sus pezones y pellizcarlos, la mirada de su pequeño se levantó y vio en su dirección. No creyó ser visto, el orificio no era muy grande, pero al ver la sonrisa ladina de su hijo y él como su mirada no se apartaba de donde él observaba solo le confirmaban el hecho de que sabía que se encontraba del otro lado.

Pero en lugar de pedirle al alfa detenerse, únicamente le pidió que fuera más rápido, que no se detuviera. Cuando gemía en medio de la bruma del placer, mordía sus labios o las sábanas cuando un nombre amenazaba con salir de sus labios, Steve sabía que no diría el nombre de aquel alfa, sino que diría el suyo. Que diría su nombre y seguramente podría correrse mientras lo gritaba. Pues Steve no era ciego, había visto las constantes insinuaciones de su pequeño hacía él, la forma en cómo dejo de llamarlo papá para llamarlo por su nombre, como restregaba su cuerpo para impregnarlo de su aroma, como utilizaba ropa que se pegaba a su cuerpo, ropa que era tan corta o traslúcida que no lo ayudaban a mantener su autocontrol.

Pegó su frente a la puerta, sin dejar de ver al interior, sin despegar su mirada de Tony. Su mano bombeaba su erección con velocidad, de arriba a abajo, frotando la cabeza de su miembro. Su polla estaba humedecida por sus propios fluidos, ver a su cachorro siendo tomado por otro y que aquello en lugar de desagradable solamente lo excitara, conectar su mirada cielo con la avellana del omega mientras el menor llegaba al orgasmo, lo hizo acabar de igual manera. Mordió sus labios reprimiendo un gruñido, un ronco gemido que quería salir de su garganta, cerró sus ojos al sentir la oleada de placer recorrer su cuerpo, cuando los abrió y vio a través del orificio, vio la sonrisa de su cachorro y su mirada, un callado movimiento de labios que no fue visto por el otro alfa que se encontraba recargado en la espalda del castaño.

Al saber lo que sus labios pronunciaron se movió sin hacer ruido a su habitación y cerró con cuidado su puerta, se dirigió al baño y limpió sus manos. Su autocontrol se encontraba roto e incierto, aún más cuando escuchó la puerta de su casa ser abierta y cerrada, dándole a saber que aquel alfa se había ido. Minutos después escuchó un par de toques infantiles en su puerta.

— Steve — escucho la dulce voz de su pequeño al otro lado. No respondió — se que me viste, se lo que hiciste, se que te tocaste, se que quieres hacerme lo mismo que él hizo — nuevamente no respondió, sabía que al no hacerlo solo le daba toda la razón al omega y es que era así —, puedes hacerlo. Estaré en mi habitación, esperándote, alfa — escuchar la forma en como lo llamó amenazó con gran fuerza su autocontrol, debía tenerlo.

Su autocontrol se encontraba colgando de un hilo.



Tiene continuación en

Supresores, celo de alfa y prendas con aroma.

OMEGACEMBERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora