Briella:
Acá estaba, a punto de emprender el viaje que terminaría de girar mi vida los trescientos sesenta grados.
Sobre mi cama yacían innumerables prendas de vestir, múltiples accesorios entre joyería y maquillaje e incontables pares de zapatos, todos costosos. Regalo de mi nuevo jefe y dueño de mi vida o como el mismo dijo "Un bono por tu cambio de comportamiento radical y permanente."
Había vendido mi alma al diablo por un precio justo: mi familia. Todo lo haría por mantenerlos vivos y a salvo de las garras de ese hombre.
Sentí como la puerta principal se abría y supuse que sería Malcom para supervisar que todo estuviese en orden.
— Ya voy. — Respondí sin que nadie me preguntase nada —. Estoy terminando de escoger cual de todos los zapatos de Shein es menos ostentoso para llevar a un viaje de asesinato.
— ¿Te gustaron? — preguntó una voz a mis espaldas que me dejó completamente helada en el sitio.
No respondí, sólo me concentré en hacer reaccionar mi cuerpo ante su presencia.
— ¿Qué haces aquí?
— Yo pregunté primero. — Cruzó sus fuertes brazos en el regazo y me observó de arriba abajo.
Me mantuve de espaldas. Todo en ese hombre gritaba magnetismo, tentación, sensualidad y desespero.
— Me parece que le dejé bien claro a tu padre que te quería a kilómetros de mí.
— ¿Estás nerviosa?
— ¿Por qué lo estaría?
Se acercó quedando a escasos centímetros de mi cuerpo. Aún de espaldas a él, podía sentir su fragancia. Ese olor tan varonil conseguía hacerme temblar sin necesidad de tocarme.
— Mmm... no lo sé. Estas temblando y no te dignas a mirarme a los ojos. Si no son nervios, ¿Acaso es temor?
Sus palabras sembraron la ira dentro de mí y giré mi cuerpo hasta quedar frente a él. Un estúpido movimiento que me dejó contra su cuerpo.
— Mira guapo, yo no le temo ni a ti ni al Espíritu Santo. Te lo demostré en tu habitación, así que date cuenta de una puñetera vez, que con tus aires de machito mafioso no me vas a intimidar. — El torrente de palabras que salió de mi boca hicieron que Caleb me sostuviese por la nuca con una de sus manos y acortara más la distancia entre los dos.
— ¿Por qué no te creo? — Susurró contra mis labios, erizando cada vello de mi cuerpo.
— Ese es tú puto problema. — Espeté furiosa haciendo el intento por alejarme de él, pero como siempre, su fuerza me superaba —. Te quiero lo más lejos de mi posible, niñato mimado. Lo pacté con tu padre y espero fervientemente que se cumpla.
— No pidas imposibles, fierecilla. — Mostró una sonrisa de medio lado antes de eliminar completamente la distancia que nos separaba e invadir mi boca con su lengua.
Me quedé inmóvil. Estática ante el contacto de sus labios con los míos. Mordió mi labio inferior haciéndome reaccionar y yo le seguí el beso, impulsada por el enojo.
¿A quién quería engañar? ¿Qué enojo? Moría por besarlo.
Estúpida, estúpida, mil veces estúpida me sentía por caer otra vez en su juego infame.
Empujó mi cuerpo hasta quedar contra la pared e inmovilizó mis manos por encima de mi cabeza, justo como lo hizo el día de la galería.
— Esta vez no quiero interrupciones ni escapes imprevistos. — Siseó contra mis labios. Yo sólo asentí y dejé que tomara con besos húmedos mi cuello y mordiese el lóbulo de mi oreja.
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Sin Retorno [Completada}
ActionEl pasado pesa. Es como una maleta que llevamos durante el viaje que es nuestra vida, una de la que no podemos deshacernos por mucho que el corazón no los pida. A mi me tocó cargar con un pasado que no era el mío. Por mucho que intenté escapar de...