Capítulo Trece

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Briella:

El padre de candela nos dejó solos luego de pedírselo casi diez veces. El pobre hombre se negaba a dejar a Caleb viéndolo tan inestable. Las cosas que se dijeron él y Malcom confundían a cualquiera, así que era entendible su desasosiego.

¿Qué ocurrió con la madre de Caleb? ¿Qué hizo su padre?

—No tienes que quedarte aquí. Puedes marcharte detrás de Zapata. — Escupió cínico, haciendo un esfuerzo por ponerse de pie.

—Me quedé aquí porque pensé que me necesitabas. — Respondí tajante —. Pero si vas a seguir comportándote como un imbécil, mejor me voy.

Me di la vuelta para volver a mi habitación. Caleb atrapó mi mano con la suya y acercó nuestros cuerpos.

—Sí te necesito Briella, te necesito más de lo que te imaginas. — Las palabras le salieron con auténtico desespero y yo no pude hacer más que abrazarlo.

Viviría en un constante vaivén con este hombre. ¿Por qué se empeñaba a alejarme? ¿Por qué luego me quería cerca? Caleb era tóxico. Una toxicidad de las que te contaminaba con lentitud para luego acabar contigo en cuestión de segundos.

Debía tomar una decisión. Alejarlo totalmente o entregarme por completo. Pero no podía decidir ahora, no cuando su cabeza reposaba sobre mi hombro y podía sentir como atravesaba una crisis de ansiedad en silencio.

—Vamos a limpiarte esas heridas.

En el cuarto de baño, me encargué de limpiar con mimos cada uno de los golpes que tenía Caleb en el rostro. Él parecía perdido en sus pensamientos con la vista fija en un punto fuera de mi alcance.

— ¿Cómo vas a explicarle a tu padre el estado de tu cara?

—No es la primera vez que yo y Malcom nos molemos a golpes.

El chico se dio cuenta de la sorpresa que reflejaban mis ojos y sonrió. Me quitó la pequeña toalla que estaba usando para desinfectar sus heridas, señaló un lugar a su lado en el borde la bañera donde estaba recostado y yo tomé asiento junto a él.

—Entre Zapata y yo siempre ha existido rivalidad. Hace cerca de un año, sucedió algo horrible, tanto para él como para mí. Su hermana, ella...

—No tienes que contarme. — Lo corté —. Yo sé lo que pasó.

—No. Tú sabes lo que Malcom te contó. – Corrigió enojado.

— ¿Y qué más tengo que saber? — En mi voz se notaba la frustración que me daba saber sobre ese tema. — Mira, mejor no ahondemos en el tema. No es el lugar, ni el momento adecuado para hablar de esto. Terminemos de curar tus heridas.

***

El viaje de vuelta fue una auténtica locura. Caleb y Malcom se lanzaban miradas de odio constantemente, temía que en cualquier momento se fueran a los puños como sucedió en la mansión.

Como en el primer vuelo, no pude pegar ojo. La tensión era superior ahora que regresaba. No sabía si Pierre se había tragado del todo la explicación escueta que le dio Caleb, asegurando que todo estaba en orden. Sabía que al poner un pie en tierra francesa, él me estaría esperando para ¬pedir reporte completo de todos mis pasos. También sabía que haría un interrogatorio individual, así que intenté mediar la paz para llegar a un acuerdo entre los tres.

—Tenemos que hablar sobre lo que vamos a decirle a Pierre. La versión de los tres tiene que ser exactamente la misma. — Sentada de frente a los dos hombres que me acompañaban, pude notar como Caleb se tensó en su sitio, mientras que Malcom respiró profundamente.

Sin Retorno [Completada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora