Capitulo Veintisiete

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Briella:

Luego de que conseguí calmarme y recuperar el aliento, Malcom me hizo contarle todo lo sucedido con Melodie sin excepción de detalles. En todo momento se mantuvo callado, inexpresivo, escuchando con atención mi relato de los hechos. Cosa que hacía elevar mi estado de nervios.

—Me es imposible creer lo que estás contando— expresó Candela con total indignación —. ¿Tú sabias algo de esto? —soltó en dirección al escolta.

Zapata vaciló antes de responder.

—Habla de una maldita vez, Malcom —exigí furiosa.

—Solo sabía sobre la infidelidad de tu madre—aceptó contrariado—. No tengo conocimiento sobre la identidad del padre real de tu hermana, por lo tanto no tenía derecho alguno para decírtelo. Me faltaban argumentos.

Presioné mi sien con la yema de los dedos. La cabeza me dolía como nunca. La sentía al estallar por la cantidad de información acumulada en tan poco tiempo. Tomé una larga respiración, buscando fuerza para lo que sabía que debía hacer a continuación.

—Entonces, ¿puedo confiar en ti?

— ¡Por supuesto que puedes confiar en mí, Briella!—soltó ofendido—. Desde el primer día te demostré mis ganas de ayudarte. Me duele que dudes de mi palabra.

Candela resopló irónica y Malcom la fulminó con la mirada.

— ¿Qué?—interrogó la pelirroja—. Es normal que desconfíe de ti, a pesar de tus buenas intenciones, sigues estando en la nómina de Pierre Lavaux. Si yo estuviera en su lugar, no confiaría ni en mí misma.

— ¿Crees que deba contarle a Caleb?—la pregunta escapó de mi boca antes de reaccionar.

—Claro, vas y le cuentas. Luego le pides su arma y te das un tiro entre ceja y ceja—espetó con molestia el escolta.

Yo me puse de pie y caminé nerviosa por el pequeño espacio de la habitación. Mis pasos me recordaron al ataque de ansiedad que tuvo Melodie y automáticamente me detuve, volviendo a sentarme.

—Necesito contarle. Él merece saber la verdad.

—Él no merece nada, es un desgraciado como su padre—rebatió Candela.

Yo la miré y acto seguido apoyé mi mano en uno de sus hombros.

—Tal vez tienes razón y él es tan jodidamente malvado como su padre. Pero sigue siendo mi primo y algo me dice que Caleb desconoce muchas cosas sobre su familia.

Ambos se quedaron callados. Sabía que ninguno estaba de acuerdo con mi decisión, pero tampoco se iban a interponer en lo que quisiera hacer.

Cepillé mi cabello con las manos y lo comencé a trenzar, simulando un decente peinado. Pero al detenerme frente al espejo de la habitación de Zapata, me di cuenta de que nada que hiciera por mi aspecto valdría la pena. Era un desastre en todo el sentido de la palabra, no había remedio para mí.

—Prepárate—sentencié—, no pienso esperar ni un solo día más para ir a por esos documentos. Hoy entraremos a ese despacho.

— ¿De qué hablan?—interrogó la pelirroja confundida.

—Que Malcom te explique todo. Un par de manos extra no nos vendrían para nada mal.

La chica se puso de pie y caminó hacia mí. Cuando estuvimos una frente a la otra, me sonrió con tristeza. Bajó la cabeza antes de hablar.

—Durante días, rompí mi cabeza pensando que Malcom te amaba. Pero del amor... ya sabes, el de pareja—comenzó a reír—. Ahora me siento mal porque sé que no es así, y te he estado juzgando sin motivo alguno.

Sin Retorno [Completada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora