Capítulo Catorce

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Briella:

El cuerpo me pesaba una barbaridad. Intentaba moverme pero mis extremidades no me respondían. Estaba completamente acostada, de eso si tenía la certeza.

— ¿Cómo está? — Interrogó una voz a lo lejos.

No sabía de quien se trataba, nunca había escuchado esa voz antes. Era una mujer. Lo supe por lo melodiosa que era al hablar y la suavidad de su tono.

Hice el esfuerzo por abrir los ojos. Mis parpados demoraron en obedecer a la orden de levantarse. Pesaban mucho. La claridad se coló por ellos y fue irritante. ¿De dónde provenía tanta luz? Era molesto.

—Está estable o por lo menos eso dijo el médico. Perdió muchísima sangre y tuvieron que someterla a cirugía para extraer la bala de su abdomen. Dicen que no debe demorar mucho en despertar.

¿Sangre? ¿Bala? ¿Cirugía? ¡Qué rayos estaba pasando!

El recuento de lo sucedido atravesó mi mente como flashazos de una cámara.

El aeropuerto.

Caleb conmigo en el auto.

La persecución.

Los disparos.

¿Caleb? ¿Dónde estaba Caleb?

Abrí los ojos de golpe. Quise ponerme de pie pero un fuerte dolor en el abdomen me hizo regresar a mi posición.

— ¡Señorita! Señorita recuéstese. Necesita descansar. —Louise me tomó por los hombros para ayudarme a recuperar la calma.

— ¿Dónde está? —Vociferé retorciéndome del dolor.

— ¿Quién?

—Caleb. ¿Dónde demonios está Caleb? —Gruesas lágrimas rodaron por mis mejillas. Me dolía mucho el estómago, pero más me dolía la idea de que él pudiese estar herido.

No. No puede estar mal. Él dijo que me iba a cuidar. No puede abandonar su palabra.

Los peores segundos de mi vida transcurrieron cuando la cálida señora se mantuvo en silencio. Sentí que me ahogaba de la angustia.

— ¡Responde!

—Estoy aquí, Briella.

El alma me volvió al cuerpo al sentir su voz. Los busqué con la mirada y lo hallé en el marco de la puerta. Puerta de una habitación que yo no conocía.

Mi ángel se acercó con lentitud. Nuestras miradas se encontraron y pude observar el dolor reflejado en su rostro por verme en el estado en que estaba. Quiso tocarme, cepillar mi cabello con sus manos, pero se contuvo.

No te contengas, por favor. Te necesito.

Como si escuchara mis pensamientos, se inclinó en mi dirección, acercando nuestros rostros. Su fragancia fue una ráfaga de aire fresco para mi malestar. Estiró su mano y acomodó los mechones rebeldes que estaban dispersos en todos los sentidos.

—He pasado las horas más angustiantes de mi vida. — Susurró solo para que yo pudiese oírlo y mi corazón aceleró sus latidos con aquella confesión —. Sentí que te perdía, fierecilla.

Acunó mi rostro entre sus manos y los deseos irrefrenables de decirle que lo amaba, volvieron a invadirme.

Díselo idiota. Casi mueres. ¿Qué más debes esperar para abrir tu corazón?

—Veo que se han hecho muy cercanos, ustedes dos. — La áspera voz de Pierre dejo a Caleb congelado en su sitio. Como si lo hubiese descubierto haciendo algo malo.

Sin Retorno [Completada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora