Capítulo 11: Nueva cita

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Joel

La alarma del móvil interrumpió mi plácido sueño, uno que a los segundos de despertarme empezaba a borrarse de mi mente pese a dejarme un buen sabor de boca. Siempre he odiado esa sensación, ¿por qué se olvidan tan rápido los sueños pero te dejan con ganas de seguir soñando?

Pospuse la alarma y me arropé más, la noche había sido fresca y aún quedaba algún que otro resquicio en mi cuerpo. Me acomodé mejor, intentando volver al sueño que había olvidado, cuando me di cuenta de que me encontraba abrazado a mi compañero y apoyado en su pecho. El mismo hecho de percatarme de la situación, hizo que de forma inevitable mis mejillas comenzasen a propiciarme calor, haciendo que de pronto me sobrasen las sábanas, sin embargo, por un instante, me paralicé y no sabía qué hacer. ¿Qué pasaría si de pronto me alejaba de golpe? ¿Y si pensaba mal de mí? ¿Y por qué iría a pensar algo malo de mí? ¡Qué tonterías se piensan al despertar!

La alarma sonó de nuevo y aproveché el momento para alejarme, pues la primera vez solo había alargado una mano.

―¿Ya te levantas? ―le escuché murmurar.

―Sí, es la segunda vez que suena.

―Ah, bien, bien. Ha pasado un mes y por fin empiezas a espabilarte antes. Creo que tu récord fue de seis alarmas la semana pasada ―dijo mientras yo observaba, sentado en mi lado de la cama, como se echaba más la sábana y se acurrucaba en el interior de la cama.

Sonreí levemente.

―¿Hoy no tienes nada que hacer por la mañana? ―pregunté sin evitar que un bostezo saliera de mi boca.

―No, así que cuando te pires a currar seguiré durmiendo un rato más.

―Es una invitación a que me calle, ¿eh?

―No he dicho eso.

Nuestra interesante y emocionante conversación fue interrumpida por el vibrar de su móvil del trabajo.

―¿Ya tienes trabajo extra? ―pregunté molesto―. ¿No puedes pedir una jubilación anticipada o algo así?

Graciosete... Pues no ―dijo mirando su móvil sin incorporarse de la cama, solo mostrando su cara para mirarlo―. Es un aviso sobre tu nueva cita. A ti ya te avisarán.

Asentí y me volví a tumbar en la cama acercándome para echar un vistazo.

―No seas cotilla que no tardarán en enviártelo. Seguramente hoy o mañana lo recibirás. Ahora ve a ducharte y vestirte o llegarás tarde.

Suspiré y asentí sentándome de nuevo en la cama.

―Está bien, esperaré a que me llegue la noti a mí.

Observé cómo fruncía el entrecejo al mirar su móvil.

―¿Qué pasa?

―¡Que de verdad vas a llegar tarde! Anda, ya me lo agradecerás ―dijo haciendo un chasquido de dedos.

Ya no tenía el pijama, me encontraba vestido para ir al trabajo.

―No tienes por qué hacer esto.

―No es la primera vez ―dijo dando un sonoro bostezo.

―Sí, porque ese día me sonó seis veces la alarma, una excepción. Además, tengo que ducharme.

Nolam volvió a dar otro chasquido de dedos haciendo que el pijama volviera a mí.

―Ahora ve a ducharte, cuando salgas de la ducha y te seques la ropa se te pondrá sola de nuevo.

Tu cupido personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora