Joel
Mi segunda cita con Eva indicaba que estábamos en el ecuador de nuestras quedadas oficiales. Eso implicaban varias cosas: por una parte, quedaba medio mes para decirle adiós a la aplicación absurda que me había bajado por aburrimiento. Por otro lado también significaba que si nadie del resto de clientes de Nolam encontraba al amor de su vida, él continuaría trabajando en aquel infierno y, por tanto, dejaría de verlo. No estaba preparado para ello.
―Aquí tienes tu bebida.
La voz de Eva me sacó del trance mental en el que me encontraba, algo que agradecí internamente porque estaba a punto de desvariar y no quería juntar las piezas sueltas de la estrambótica idea que había pasado de forma fugaz por mi cabeza. Básicamente porque sabía que si encajaba los bloques sería capaz de llevarla a cabo con la forma que tomase.
―Gracias ―respondí con una sonrisa sincera antes de darle un sorbo a aquel vaso cuyo contenido era azul―. ¡Esto está riquísimo!
―Ya te dije yo que es de lo mejorcito que irías a probar esta noche, el licor con eso es una mezcla increíble. Bueno, lo mejor aparte de cantar en el karaoke, porque espero que no me falles y cantemos ―advirtió izando el dedo índice dedicándome una sonrisa.
La verdadera razón por la que nos encontrábamos allí solamente la sabía yo. En una quedada no oficial que tuvimos, estuvimos hablando del chico que le gustaba. Javier, como así se llamaba él, trabajaba detrás de la barra del local en el que nos hallábamos. Era el mismo que nos había preparado aquel delicioso combinado y, además, su mejor amigo. Demasiados paralelismos si tenemos en cuenta mi amistad con Nolam.
Di un largo trago a mi bebida para evitar pensar en la relación que no tenía con mi compañero de piso. Por mucho que quisiera hacer una comparación, nuestras relaciones no se parecían en nada. Para empezar, Nolam no era mi mejor amigo y lo nuestro era imposible. Con el escaso rato que había estado esperando mi bebida, había podido comprobar que lo que Javier sentía por Eva era más que amistad. Aunque parecía que ella no se daba cuenta de que tenía la realidad ante sus ojos. Al menos me alivió saber que aquella pareja podría tener futuro.
―¿Te animas a cantar algo, entonces? ―preguntó Eva dedicándome una sonrisa cómplice.
―Cantar no es mi fuerte, pero ya que estamos en un karaoke...
―Así le dedico de forma indirecta una canción a Javier, y tú se la puedes dedicar a esa persona que te gusta aunque no esté aquí ―me susurró en el oído.
Eva me había comentado en una cita no oficial que, aunque su cupido supiera que le gustaba alguien, intentaba no hablar del tema delante y tampoco hacer ver que se trataba de Javier. Aunque, a mi parecer, podría darse cuenta si les miraba tan solo unos segundos.
Cuando nos tocó nuestro turno, subimos las dos escaleras que conducían al pequeño escenario donde la gente exponía ante el público sus terribles voces. Durante el rato que habíamos estado allí, tan solo una chica había cantado bien. El resto lo había hecho de forma catastrófica. Yo también me uniría a ese grupo de gente en segundos. Junto a nosotros subían nuestros cupidos, ya que Nolam caminaba a mi lado como si no estuviera allí.
―Esta canción nos gustaría dedicársela a todas esas personas de las que alguien está enamorado y no lo saben. Esas personas que no saben que tienen el amor más cerca de lo que creen ―anunció Eva por el micrófono tras cerciorarse de que estaba de acuerdo con la canción que había escogido.
La gente, como era evidente, hacía caso omiso a lo que ocurría en el escenario. Había quienes aguardaban en fila esperando su turno, también quienes tenían un libreto en la mano y debatían qué canción cantar. Había otras personas que hacían el mismo proceso pero con una pantalla y quienes aguardaban en la barra a que les sirvieran la bebida que habían pedido. Me quedé observando un momento esa zona, pudiendo comprobar así como el mejor amigo de mi cita observaba de reojo el escenario mientras vertía bebida en el vaso de un cliente. Creí atisbar una sonrisa en su rostro, pero quizás pudo ser mi imaginación ya que el local estaba en penumbra y la distancia tampoco dejaba ver algo tan específico. O quizás también sea mi recuerdo distorsionado, fruto de la impecable y angelical voz de Eva, que haría sonreír a cualquier persona.
Cuando comenzó mi turno se podía apreciar con claridad el contraste de nuestras voces. Era consciente de que desafinaba bastante y que la música no era lo mío. Y tanto que no. Peor fue la parte en la que ambos teníamos que cantar al unísono, donde sentía que estropeaba la voz de mi acompañante. Pese a todo puse el empeño y todo el amor que pude, dedicándosela internamente a Nolam, quien se mantenía estático pese a mi espeluznante voz musical. Estaba claro que aquella norma la llevaba a cabo a la perfección, a pesar de haber incumplido muchas otras.
Pese a mi mala interpretación de la canción, la gente estalló en aplausos, fruto de la grandiosa voz de Eva. Nos bajamos para cederle el puesto a un grupo de cuatro personas que daba la sensación, sin aún haber empezado a cantar, que me harían la competencia aquella noche
Mi cita acudió en distintas ocasiones a la barra con excusas mal disimuladas. O quizás lo era para mí que sabía de la existencia de Javier. A veces era para devolver los vasos, otras para pedir un cuenco de gominolas y frutos secos y en otras ocasiones para volver a pedir algo de beber.
Cuando la cita terminó, nos despedimos con un tierno abrazo. Tan solo nos quedaba una oficial, así que decidimos quedar entre medias para hablar a solas sobre su vida amorosa. Tenía ganas de contarle mi percepción, de explicarle con ilusión cómo les había visto, lo cómplices que parecían. Hacerle ver que sus sentimientos eran correspondidos y poder darle así el empujón que necesitaba para hablar con él sin temor de traspasar la barrera de la amistad para convertirla en algo más. Por el contrario, en mi caso, era más complicado. Me quedaba medio mes para despedirme del chico que había cautivado mi corazón. Yo no iba a enamorarme de Eva, tan solo la veía como una buena amiga con la que había congeniado rápidamente. Tan solo me faltaba que ocurriera un milagro, uno donde algún cliente de Nolam sí encontrase al amor de su vida. A ese milagro era a lo único que me podía aferrar en aquel momento.
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¡Hola! ¡Ya está aquí un nuevo capítulo"
¡Queda medio mes para que terminen las citas!
¿Qué se le estaba pasando por la cabeza a Joel?
¡A ver si Eva se da cuenta de que es correspondida!
¿Qué creéis que va a pasar? ¡Espero vuestras teorías y respuestas!
¡Nos leemos en el próximo capítulo!
ESTÁS LEYENDO
Tu cupido personal
Teen FictionUna serie de absurdas desdichas unieron a Joel y Nolam. Al primero, el aburrimiento le hizo instalar una aplicación de citas para encontrar el amor, lo que provocaría en su vida un giro radical. El segundo trabajaba allí y nunca había incumplido las...