Joel
Si a día de hoy, sabiendo todo lo que viví, me preguntasen si volvería a instalar la aplicación de Tu Cupido Personal, habría muchos motivos por los que sin dudarlo diría que no.
Una noche apareció Nolam, en la casa, a punto de derrumbarse. Si yo no hubiera estado en el salón, justo en el lugar, se hubiera dado de bruces contra el suelo.
―No tengo ganas de levantarme hoy y tengo que ir a una cita no oficial en una churrería ―me dijo aquella misma mañana antes de taparse con la manta y acurrucarse dentro.
―Te dije anoche que yo cocinaba, que no usaras tu poder ese... ¡Te deja sin energía! Y ya lo estabas ―hablé haciendo un puchero que me salió solo mientras, ya arreglado para irme a trabajar, faltándome por ponerme los zapatos, me metí dentro de la cama y lo abracé con fuerza, propiciándole algún que otro beso en la cabeza.
―Hoy dormiré más, no me regañes... ―respondió devolviéndome el abrazo y dejándose mimar.
Tras un rato así, me dio un suave beso en la mejilla antes de hacer un chasquido de dedos haciendo que mis zapatos cubrieran mis pies. Antes de que pudiera protestar, con un nuevo chasquido hizo que aparecieses en un callejón cercano al lugar de mi trabajo.
No pude evitar sacar el móvil de mi bolsillo y escribirle un mensaje a Nolam.
Yo: No hagas eso más, por favor... Piensa en ti
Mi cupido personal: De nada, eh? Nos vemos esta noche en casa
Mi cupido personal: Anda, para que no me regañes, hoy haces tú la cena
Yo: No comes al medio día en casa?
Mi cupido personal: Ahh, sí, nos vemos al medio día. Trae algo de comida, anda
Yo: Ok. No llegues tarde con la cita no oficial y duerme en cuanto estés en casa
Mi cupido personal: Sí, no te preocupes
Resoplé. ¿Cómo se atrevía a pedirme que no me preocupase? Últimamente parecía un alma en pena. Si yo no me enamoraba de Nuria, que lo veía bastante improbable, me caía bien, pero nada más, esperaba encontrar el amor con la tercera chica que me tocase, o, en todo caso, que alguien de su clientela lo hiciera. Cuanto antes se le acabara el contrato, mejor.
Una vez salí del trabajo, rechazando previamente la quedada que me ofrecieron un par de allí para tomar algo, me dirigí a El Elipse a por unas ensaladas de las favoritas de Nolam. Consideré que podíamos comer eso junto a alguna fritura que hubiera en el congelador.
―Vaya, otro día más que no conozco a tu compañero de casa ―me dijo Julio entregándome una bolsa con las dos ensaladas empaquetadas.
―Ya, es que el pobre tiene mucho trabajo. Por cierto, a ver si un día me pasas tu receta para la ensalada, ¡le encanta! Estoy convencido de que si os conocierais os llevaríais genial.
―Bueno, yo hago lo que la empresa pide, nada más ―dijo encogiéndose de hombros―. No es cosa mía.
Una vez llegué a casa, me encontré con mi amigo amodorrado en el sofá y con las persianas algo bajadas.
―Ey, ¿estabas durmiendo? ―le pregunté sentándome junto a él intentándole espabilar.
―¿Ya has venido del trabajo? ¿Has salido antes? ―preguntó mientras bostezaba.
ESTÁS LEYENDO
Tu cupido personal
Teen FictionUna serie de absurdas desdichas unieron a Joel y Nolam. Al primero, el aburrimiento le hizo instalar una aplicación de citas para encontrar el amor, lo que provocaría en su vida un giro radical. El segundo trabajaba allí y nunca había incumplido las...