Joel
Aquel día habíamos decidido dedicarlo solo a nosotros. Llegué de trabajar con una amplia sonrisa en el rostro. Lo primero que hice fue darle un apasionado beso a Nolam en los labios.
―¿Has descansado bien? Esta mañana intenté hacer el menor ruido posible, espero no haberte soliviantado ―dije abrazado a él, con el rostro a centímetros del de él.
―He dormido en la gloria, no sabes cuánto lo necesitaba. Ayer fue un día de intenso trabajo. Así que estoy preparado para un intenso día de vagueo y de disfrute contigo.
Me plantó un dulce beso en los labios, de esos que tanto me gustaban y me llenaban por dentro. Se lo devolví.
―Pues no se hable más. ¿Qué te parece si vamos a El Elipse y compramos algo para comer? Llegará el día que hagamos algo juntos fuera pero mientras tanto podemos hacer un plan relajado.
―Me parece genial. Además, tengo muchas ganas de comer una de esas ensaladas de tu amigo Julio. Iré contigo.
―Genial.
Nos dimos unos cuantos besos más antes de ponernos en marcha rumbo a nuestro destino. Caminábamos juntos, uno al lado del otro mientras yo imaginaba que llegaría el día en el que pudiéramos cogernos de la mano mientras paseábamos por la calle. No podía evitar sonreír deleitándome con esos pensamientos. Mientras tanto tenía que conformarme con fingir que junto a mí no se encontraba nadie.
Nos adentramos al local que tanto nos gustaba. Aquel día se encontraba bastante concurrido. Era entendible teniendo en cuenta la zona en la que se encontraba y sus precios asequibles. Eso sin olvidar la calidad de la comida que tenían, ya que no todos los sitios de comida rápida podían ser alabados por su calidad tal y como lo hacía El Elipse.
Aguardé mi turno mientras Nolam se quedó apoyado en un muro, evitando interrumpir el paso para no sobresaltar a ningún comensal. Cuando llegó mi turno me alegré de que fuera Julio quien me atendiese. Hacía días que no lo veía y siempre era reconfortante su presencia ante el mostrador.
―¡Hola, Joel! ¿Cómo estás hoy? ―me preguntó con una agradable sonrisa de esas que son fáciles de contagiar.
―Ya estaba genial pero ahora más todavía.
―Me alagas, me alagas. Bueno, tú dirás, ¿qué te pongo?
Hice nuestro pedido mientras observaba cómo anotaba todo sin desprenderse de su afable sonrisa.
―Pues listo, en un ratito lo tendrás todo. ¿Vas a comer con tu compañero? ―quiso saber.
―Sí.
Una sonrisa se dibujó en mi cara.
―A ver cuando viene él también, tengo muchas ganas de conocerlo. Una persona que transmite ese tipo de sonrisas debe recargar energía para todo el día.
―¿Cómo? ―pregunté algo confuso.
―Siempre que hablas de él sonríes mucho, desde la primera vez que lo nombraste. Es una de esas sonrisas que dan fuerza a cualquiera que se le dedique, ¿sabes a qué me refiero?
Me quedé pensativo un rato.
―Sí, o eso creo ―concluí.
―Claro, es como un efecto dominó versión sonrisas. Veamos... Tú me hablas de él con una de esas sonrisas. Esa sonrisa hace que yo me recargue y aguante más las horas de trabajo. Yo atiendo a mucha gente que a veces vienen bastante serios, agobiados, tristes... Sin embargo, se van con una sonrisa. Esas personas probablemente les dediquen sus sonrisas a otras personas y así se van transmitiendo por todo el mundo ―me explicó sin dejar de sonreír.
―Veo una laguna en tu teoría ―advertí―.Tú siempre sonríes.
―Pero no siempre de forma sincera ―me confesó en un susurro―. A veces tengo que fingir para contentar a los clientes y que vuelvan otro día. Te aseguro que no siempre es fácil. Así que transmitir sonrisas sinceras para mí es reconfortante.
―¿Me quieres decir que cuando no hablo de No... de mi compañero de casa finges tus sonrisas? ―inquirí alzando una ceja aguantándome la risa.
―Eso es algo que nunca sabrás ―dijo guiñándome el ojo―. Aquí tienes tu pedido. Disfrutad mucho de la comida y de eso que te produce sonreír así.
―Que tengas un buen día ―me despedí cogiendo la comida antes de dar media vuelta.
Me aparté para que la siguiente persona pudiera ser atendida mientras pensaba en aquello que me había dicho de las sonrisas. Observé cómo le hablaba alegremente a la chica que había estado esperando pacientemente tras de mí a ser atendida. Estaba bastante seria pero parecía hacer más de una amago de sonrisa ante las palabras que él le dedicaba. ¿Estaría fingiendo o el efecto dominó estaba manejando los hilos? Vi como ella terminó por sonreír y no pude evitar hacerlo también. Continué observando y me di cuenta que probablemente los comensales allí presentes eran ajenos a la extraña teoría del camarero que minutos antes les había atendido.
Una niña pequeña, de apenas tres años, cuya mediana melena estaba recogida por dos coletas salía del cuarto de baño con una sonrisa que me dedicó. ¿Su familia habría sido atendida por Julio? Entre personas que entraban y salían vi que la niña se acercaba a la puerta y no encontraba a nadie adulto que la acompañase. Por un momento me alarmé y miré hacia todos lados. Cuando vi cerrarse la puerta me di cuenta de que ya no estaba allí. Por un momento me asusté hasta que vi a una señora de pelo gris extender su mano para coger la de alguien. El parecido me hizo darme cuenta de que probablemente se trataría de su abuela. Suspiré aliviado. Antes de desaparecer de mi vista, la mirada de aquella señora se dirigió momentáneamente al interior del local y, por unos instantes, sentí que me taladraba con la mirada, algo que descarté rápidamente cuando vi que ya se había marchado.
Salimos del local y tuve que controlarme todo el camino para no contarle a Nolam la teoría de Julio. Tenía ganas de decirle que, de forma imperceptible, sus sonrisas podían llegar a cambiar el mundo. Cuando llegamos a casa fue lo primero que hice. Como respuesta rio a carcajadas, confirmando así que había una pequeña posibilidad de que aquella loca y extraña teoría pudiera ser real. Al menos es bonito creer que una sonrisa puede provocar algo así.
💘🏹💘🏹
¡Hola! ¡Ya estoy aquí con un nuevo capítulo!
Nolam y Joel han tenido gran parte del día para ellos.
¿Qué pensáis de la teoría de Julio sobre las sonrisas?
¡Espero vuestras opiniones! ¡Nos leemos en el próximo capítulo!
ESTÁS LEYENDO
Tu cupido personal
Подростковая литератураUna serie de absurdas desdichas unieron a Joel y Nolam. Al primero, el aburrimiento le hizo instalar una aplicación de citas para encontrar el amor, lo que provocaría en su vida un giro radical. El segundo trabajaba allí y nunca había incumplido las...