Nolam
Abrí lentamente un ojo para volverlo a cerrar. Era domingo y no sabía en qué hora estábamos. Diría que no me importaba pero en realidad sí, pues tenía mucho trabajo acumulado. Ese pensamiento me hizo abrir el otro ojo para después volver a abrir el primero. Estiré una mano y cogí el teléfono que reposaba en la mesita de noche y así comprobar la hora. Bien, podía remolonear un rato más en la cama. Volví a soltar el móvil y cerré los ojos relajadamente, sintiendo cómo el brazo de Joel rozaba mi hombro mientras su cabeza estaba apoyada en el otro.
―Aún es temprano, sigue durmiendo... ―susurró cerca de mi mejilla―. Aún necesitas descansar.
Sentí mi piel erizarse ante la suavidad de sus palabras y su cercanía. Unos días atrás me había caído redondo en el salón. Después de ese acontecimiento desafortunado, como catalogué ante él después, para intentar que se preocupara lo mínimo, con ineptos resultados, Joel se implicó en mi pronta recuperación. Nunca lo había visto tan preocupado. A veces intentaba ocultarlo, pero era inevitable darse cuenta de su preocupación. Aquel fin de semana había quedado para viajar con su grupo de amigos de su ciudad. Tenían la intención de irse a una casa rural y hacer alguna que otra visita turística, sin embargo, canceló todos sus planes por mí, algo que me cohibió. Intenté convencerle de que me encontraba bien, hacerle entender que sólo había sido un pequeño susto causado por la utilización excesiva, sin embargo, no sirvió de nada.
Joel estaba asustado. Me di cuenta en el momento en el que desperté tras desmayarme. Su cara estaba descompuesta y al verme abrir los ojos, se abalanzó sobre mí en un fuerte abrazo. Tenía los ojos cubiertos en lágrimas.
Los días posteriores fueron un sinfín de cuidados intensivos. Como no podía acudir al médico, por razones evidentes, acabó consultándole al hermano de uno de los amigos con los que iba a realizar el viaje. No le pudo dar detalles, pero de algo nos sirvió la ayuda.
―Tengo que trabajar ―susurré el domingo cuando me sugirió continuar durmiendo―. Estaré un ratito más en la cama pero luego me levantaré.
―¿No puedes hacerlo otro día?
―No, es trabajo acumulado. Por cómo he estado estos días, ahora tengo que retomar muchas cosas. Pero no te preocupes. No tengo que acompañar ni a citas oficiales ni no oficiales. Lo que tengo que hacer son informes. Ya sabes que eso lo hago en mi portátil y que no necesito ni cambiarme de ropa, que en pijama lo hago perfectamente ―le comenté con los ojos aún cerrados, sintiendo el aliento en mi cara cada vez que Joel hablaba.
―¿Te ayudo?
―No puedes ayudarme, es todo confidencial. Pero te lo agradezco. Lo que tienes que hacer es aceptar esa comida, aún estás a tiempo.
―Ya le dije a Nuria que no ―me recordó.
―Perdona pero la que ha insistido, con un millar de pucheros, no ha sido Nuria, sino María. ¿Le vas a hacer ese feo a una niña tan pequeña? Yo voy a estar bien. Han pasado unos días desde que me desmayé, ahora estoy nuevo. Has cancelado tu viaje por quedarte conmigo, no canceles esa comida también, anda...
―Pero Nuria no me...
―Pero te cae bien. Es que sé que lo haces por mí y no me gusta que dejes de lado tus planes por mí, cuando estoy genial.
―Terco... ―murmuró antes de acariciar con suavidad sus labios sobre mi mejilla para después darme breves besos en el mismo lugar.
Cuando hacía aquellas cosas, me era imposible no derretirme por dentro. Algo malo, porque las normas seguían vigentes.
―Llámame o escríbeme si te pasa algo ―me dijo por enésima vez en el dormitorio mientras yo comenzaba a ponerme a trabajar.
―Sí, no te preocupes, tampoco soy tonto, si me pasa algo te voy a avisar.
―Me quedo más tranquilo ―dijo antes de darme un beso en la cabeza―. Me voy entonces. Un parque de bolas y pasta con tomate me esperan.
Asentí y entré a mi cuenta del trabajo: primero hice click en el apartado de iniciar sesión, después en empleados y por último rellené los datos. Había decidido no hacerlo como en cualquier otra web, guardando mi contraseña para ponerla automáticamente, no quería que ningún virus informático me afectase laboralmente. Me había acostumbrado así y, si lo intentara, podría poner mi contraseña con los ojos cerrados.
Fue una tarde bastante productiva, pues al final por la mañana no me había puesto a recuperar el tiempo perdido. Era inevitable alegrarme porque aquel día tampoco hubiera tenido ninguna notificación de trabajo. El primer día de después de mi desmayo, Joel me había intentado convencer para apagar el móvil del trabajo, pero su petición no tuvo éxito conmigo. No quería estar incomunicado, por norma no podía estarlo, y ya había incumplido demasiadas como para jugármela en una tan fácil de descubrir.
A las cinco y media de la tarde se escucharon las llaves. Parpadeé varias veces y comprobé la hora del portátil para asegurarme de que el tiempo no había volado ante mis ojos sin que yo me enterase.
―Hola ―murmuró Joel desde el marco de la puerta de la habitación.
―¿Ya vienes? ¿No es muy temprano?
Como respuesta recibí primero una negación de su cabeza.
―No, ha sido un rato agradable. Las cinco y media están bien ―me respondió acercándose a la puerta del armario.
Por el rabillo del ojo observé como lo abría utilizando el método que yo le enseñé. Le había pillado el truco bastante rápido. Observé cómo sacaba una silla plegable y lo volvía a cerrar.
―Dime que tengo que hacer ―dijo colocando la silla junto a mí, ante mi mirada llena de confusión―. Voy a echarte una mano ―me aclaró.
―No puedes...
Él hizo un gesto con la mano quitándole importancia.
―No me voy a meter en la vida de tu clientela. Si me dices, ordena estos papales para facilitármelo, o díctame esto o lo otro, lo hago sin más. ¿Qué me dices?
―Es mejor que no. ¿Pero sabes? Lo que me vendría bien es que me hicieras un té con leche ―le pedí haciéndole un puchero―. ¿Me lo haces?
―Vale, pero luego estaré por aquí por si me necesitas.
―Gracias.
―Solo es un té.
―No es solo por eso, sino por todo. Gracias por lo que has hecho por mí estos días, nunca lo olvidaré.
💘🏹💘🏹
¡Hola, hola!
¡Ya estoy aquí con un nuevo capítulo!
Nuevamente hay mucha dosis de mimitos entre este par de amigos.
Joel ya está mejor, ¡menos mal! Ha sido cuidado muy bien.
¿Qué os ha parecido el capítulo? ¡Espero con ganitas vuestras teorías y opiniones!
ESTÁS LEYENDO
Tu cupido personal
Teen FictionUna serie de absurdas desdichas unieron a Joel y Nolam. Al primero, el aburrimiento le hizo instalar una aplicación de citas para encontrar el amor, lo que provocaría en su vida un giro radical. El segundo trabajaba allí y nunca había incumplido las...