Capítulo 30: Indiferencia

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Nolam

―¿Por qué crees que ha sido tu culpa? ―le pregunté a Joel cuando me contó lo que había sucedido en su quedada con Rosa.

―Porque cambió radicalmente mientras estábamos hablando ―me volvió a repetir.

―Pero eso no significa nada. Lo mismo mientras hablabais recibió un mensaje en el móvil, lo miró y no le gustó lo que había leído, por poner un ejemplo.

―No estaba mirando el móvil, o eso creo.

―Mirar el móvil mientras la gente habla es lo más normal del mundo y es algo que se hace de forma tan inconsciente que seguramente ni te diste cuenta ―concluí lo evidente.

―No me suena haberla visto con el móvil. Es más, me estaba hablando de lo mucho que le gustaba ponerse lentillas de colores, nos sirvieron lo que habíamos pedido y de pronto cambió su actitud.

―¿Dijiste algo malo sobre ponerse lentillas de colores? ―pregunté centrándome en eso.

―¡Qué va! O eso creo... ―Se llevó las manos al pelo, haciendo un gesto de frustración.

―¿Sabes? Lo mejor es que el próximo día cuando la veas le preguntes si le pasaba algo. Si fue algo que dijiste de forma inconsciente te disculpas. Es mejor que no le des más vueltas..

―Tienes razón, el próximo día hablaré con ella ―zanjó antes de darme un suave beso en los labios.

Los besos fueron en aumento, cargados de amor y pasión. Sin embargo, el sonido de mi móvil nos interrumpió. Suspiré apartándome de Joel y estiré el brazo para coger el teléfono, que se encontraba encima de la mesita del salón.

―Es Sonia ―murmuré mientras me frotaba el cabello.

Me encogí de hombres y me dispuse a soltarlo de nuevo en el lugar en el que segundos antes se encontraba pero no pude llegar a realizar aquella acción, pues Joel había sujetado mi brazo.

―Cógelo.

―Da igual, ya llamará otro día.

―No da igual, Nolam. Llevas días aplazando hablar con ella. Desde que vino solo habéis hablado una vez, igual que con tu familia ―me habló con un tono de voz bastante serio, muy diferente al que había utilizado minutos atrás.

La llamada cesó y solo pude encogerme de hombros.

―Ya ha colgado.

―¿Y? La llamas tú. No sabemos qué es lo que te pasa, pero lo mejor es que pongas de tu parte para mantener la relación tanto con ella como con tu familia.

―No quiero volver a hablar del tema, sabes que me incomoda ―le pedí.

―Lo sé, pero cada vez estás más distante, si eso es posible. Temo que llegue el día en el que ni siquiera te llegue a incomodar.

Ya no había seriedad en su voz, esta le había dado paso a la preocupación.

―Está bien, mañana llamo ―sentencié pero él negó con la cabeza―. Lo haré por la mañana.

―Ahora, tú y yo sabemos que mañana se te pasará.

―Es que... ni si quiera sé qué hablar con ella ―confesé avergonzado.

―¿Por qué no se lo dices a tu jefa?

―¿Qué? ¿Por qué le iba a preguntar yo a la dueña de la aplicación qué le puedo decir a Sonia?

―No, me refiero a lo que te está pasando.

―¡No pienso hacer eso! ―exclamé―. Además, que contactar con la dueña es casi imposible. Y desde luego, si lo hiciera, hay un contrato que...

―¡A la mierda el contrato! ¡Te lo has saltado millones de veces!

―Ajá, pero no delante de sus narices ―le recordé.

―Sabes que no la soporto, y eso que no la conozco, pero lo mismo si esto tiene que ver con tu trabajo, por el uso de los poderes o algo, puede hacer algo para que no te pase más.

―No, y no insistas más, Nolam ―le pedí tajantemente.

―Terco. Anda, llama.

―No voy a llamar a esa señora ―repetí―. Ni tengo su número.

―Me refiero a Sonia ―dijo cogiéndome de la mano―. Voy a estar aquí contigo si quieres.

Me dio un beso en el hombro y me dedicó una sonrisa que hizo que me relajase, al menos un poco.

―Hola, Sonia ―dije cuando contestó al otro lado de la línea.

Joel me dio con su rodilla en la mía y lo miré sin entender qué me quería decir. No era consciente de que mi voz sonaba monótona y no había ningún ápice de emoción en ella mientras hablaba.

―Sí, estoy bien. No te había llamado antes porque estaba ocupado con el trabajo ―mentí mientras que un bostezo quería salir de mi boca―. ¿Estás bien? Sí, yo también. Pronto os haré una visita ―mentí de nuevo.

La conversación duró un poco más y me despedí rápidamente de ella.

―¿Por qué no has parado de darme en la rodilla? ―fue lo primero que le pregunté cuando solté el teléfono, de nuevo, en la mesita.

―Porque he visto más emoción en... ¡En cualquier lugar y situación! Te he visto hablar con entusiasmo rechazando las llamadas insistentes de publicidad.

―¿Tú crees? ¿Soy tan efusivo cuando llaman de publicidad? ―pregunté confuso.

―No. Parecías una máquina automática hablando con tu mejor amiga ―me recriminó.

―¿Sí? Yo no he notado nada ―Me encogí de hombros.

―Eso es lo peor, que tú no te das cuenta ―dijo apenado―. ¿Y por qué le dices que pronto irás si no te vería?

―Bueno, al principio de todo esto, gracias a la magia, hice que creyeran que fui, ya te lo dije. Así que se me ha ocurrido que lo crean de nuevo. Además, puedo hacer eso que dices y que me recuerden más alegre, no sé. ―Me encogí de hombros―. ¿Puedo llamar a mi familia mañana?

―Claro, cariño.

Me abrazó con fuerza, haciendo que cayera sobre él y comenzó a llenarme de besos en la cabeza.

―Mañana te lo recordaré, te lo prometo ―dijo mirándome a los ojos―. Ojalá pronto vuelva todo a la normalidad. Confío en que alguien de tu clientela encuentre el amor en la aplicación y puedas ser tú mismo de nuevo. Y todo irá bien, todo volverá a ser como antes. 

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¡Hola! ¡Ya está disponible un nuevo capítulo de Joel y Nolam!

Parece que Nolam continúa manteniendo esa especie de indiferencia cuando se trata de Sonia y su familia, ¿irán las cosas a mejor?

Joel está preocupado por Nolam y también por la actitud de Rosa en la cita no oficial que tuvieron.

Nolam quiere volver a usar su magia para hacer creer a su entorno que se han visto, ¿qué pasará?

Si quieres saber más, ¡no te pierdas el próximo capítulo! 

Y si queréis, no dudéis en dejar vuestros comentarios, vuestras teorías... ¡Lo que queráis!

¡Nos leemos en el próximo capítulo! 

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