Capítulo 33: Imágenes del pasado

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Joel

Era increíble cómo una habitación tan pequeña podía albergar tantos objetos en desuso. Cada armario y cajón que abría contenía miles de objetos abandonados. Me acordé del momento en el que hice creer a Sonia que dormía en aquella habitación y comencé a plantearme el qué sucedería si esta quedase vacía y se acomodase para un dormitorio. Si lo pensaba bien, aunque fuera pequeña, podría estructurarse para meter en ella una cama, un armario e incluso un pequeño escritorio. En la misma pared en la que estuviera apoyado el escritorio podría ponerse incluso un pequeño estante. Tendría la posibilidad de convertirse en un pequeño pero acogedor refugio. Aunque claro, también me surgió la pregunta de dónde se meterían tantos objetos abandonados. ¿Se acomodarían los viejos armarios en el salón? ¿En nuestra habitación?

Una sonrisita se me dibujó en el rostro ante aquella palabra. Sonaba muy bonito en mi cabeza el identificar la habitación de Nolam como nuestra.

Seguía buscando entre los miles de recuerdos que se encontraban allí. Recuerdos empolvados que no habían visto la luz en mucho tiempo. ¿Los habría olvidado Nolam? No pude evitar sentir tristeza ante ese pensamiento. Deseé, una vez más, que alguien de sus clientes encontrase el amor de su vida en la aplicación y que él pudiera quedar libre por fin. Porque esperaba que cuando eso sucediera, toda su vida volviese a la normalidad. No concebía ninguna otra opción.

Me encontraba pensando en ello cuando di con varios álbums de fotos abandonados. Saqué uno y quité con una mano la capa de polvo que lo cubría. No pude evitar toser al inhalar un poco de este.

―¡Ya está el desayuno!

Sonreí y volví a dejar el álbum donde estaba. En cuanto desayunásemos se lo iba a mostrar. ¿Cómo reaccionaría? Esperaba verle sonreír, deseaba con todo mi corazón que aquellas imágenes pudieran mejorar las cosas. Un poco angustiado al pensar que eso no pudiera ocurrir, me dirigí a la cocina preparado para llenar mi estómago.

―¿A que no has encontrado nada? ―dijo al verme con las manos vacías.

―Luego te digo, ahora quiero disfrutar de tu comida.

―Pues disfruta ―dijo dándome un suave beso en los labios antes de sentarse a mi lado.


―Ven, tengo algo que enseñarte.

Un par de horas después le interrumpí cuando se encontraba concentrado en unos informes que debía de terminar para su trabajo. Me acomodé tras su espalda, rodeándole con mis brazos y dándoles algún que otro beso suave en el cuello.

Nolam dejó a medias la frase que estaba escribiendo, guardó el documento y echó la cabeza hacia atrás para disfrutar de mis besos con los ojos cerrados.

―Vamos ―dije apartándome de su cuello haciendo que hiciese una mueca de disgusto al dejar de llenarle de besos.

―¿Qué es eso que me quieres enseñar? ―preguntó levantándose de la silla giratoria.

―Ya lo veras...

Le tomé suavemente de la mano guiándole hasta el salón. En la mesita había colocado varios álbums que había recopilado tras haber seguido buscando a fondo.

―Mira todo lo que he encontrado. ¿Quieres que las veamos juntos?

Vi cómo se encogía de hombros sin mostrar gran ilusión.

―Tengo que terminar algunos informes aún...

―Luego lo haces, no te digo que no hagas tu trabajo, solo posponlo un rato. Esto también es importante.

Asintió sentándose en el sofá y me acomodé junto a él.

―¿Crees que no significarán nada para mí? ―preguntó mientras yo cogía un álbum.

En su mirada vi reflejada la incertidumbre. Rocé con suavidad su mano con mis dedos para infundirle algo de calma.

―Tranquilo, ahora lo comprobaremos. Yo estoy aquí.

Le di un suave beso en la mejilla y coloqué el álbum entre nuestras piernas. Lo abrí por la primera página desconociendo que sería aquello que nos encontrásemos. Podrían ser fotografías de él, de su familia o de cualquier otra cosa. Lo primero que se nos presentó ante nuestros ojos fue una imagen de la luna iluminando el mar.

Ambos nos miramos encogiéndonos de hombros. Aquella imagen por sí sola no nos daría ninguna explicación. Debajo se encontraba otra tomada desde una perspectiva diferente. Un par de páginas después, unos rostros adolescentes nos dieron la bienvenida. Se encontraban en el mismo lugar y había más de una veintena de ellos.

―Ah, del viaje de fin de curso del instituto ―murmuró observando detenidamente―. ¡Ahí estoy!

Sonreí al ubicarle. Había una pequeña diferencia entre la fotografía y el Nolam que tenía junto a mí. El de la imagen era un chico joven, sin preocupaciones y algo más joven. Junto a él pude distinguir a Sonia pero decidí no decir nada, esperando a que fuera él quien la reconociese.

―¡Mira, Andrés! ¡Y ahí está Silvia! ¡Y al lado Gema! ―Empezó a señalarles cada vez que distinguía a una cara conocida―. Y esta es... ―comenzó a hablar pero se quedó callado.

Estuve a punto de decírselo pero continué esperando.

―Uy, no la había reconocido con este corte de pelo. Es Sonia ―concluyó finalmente.

Continuamos viendo las fotografías del viaje mientras que por el rabillo del ojo veía sus reacciones. Noté una clara diferencia cuando aparecían compañeros a cuando aparecía Sonia. Aquella situación solo provocó más dudas de las que ya tenía. ¿Por qué solo pasaba con Sonia y su familia?

―¿Vemos este? ―pregunté cogiendo otro al azar.

Él asintió un poco desganado y le di un suave beso en los labios.

Lo volvimos a colocar en el mismo lugar donde antes se encontraba el otro. Al abrirlo nos encontramos con la imagen de un bebé en pañales con una carita angelical que miraba sonriente a la cámara mientras cogía un muñeco de trapo muy cerca de la boca. A su lado se encontraba una mujer joven que supuse que podría ser su madre. Imaginé que el bebé sería él.

―¿Eres tú?

Él asintió con una pequeña sonrisa.

―¿Y ella es...?

Su semblante estaba serio y parecía frustrado. Suspiró y cerró el álbum de golpe.

―Tengo que terminar unos informes ―dijo apartando el álbum y colocándolo de mala manera en la mesita antes de incorporarse.

No dije nada. En ese momento entendí que quería estar un rato solo y tomé la decisión de no contradecir sus deseos. Sin embargo, no pude evitar quedarme con un mal sabor de boca. No reconocía a su madre. O al menos no la reconocía en una foto antigua. 

💘🏹💘🏹

¡Hola! Ya estoy aquí con un nuevo capítulo.

Joel encontró las fotografías, aunque parece que a Nolam le cuesta reconocer a algunas personas, ¿será cosa de los años o algo más?

La relación entre ambos continúa, ¿qué os está pareciendo?

¡Me encantaría leer vuestras teorías y comentarios!

¡Nos leemos en el próximo capítulo!

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