Capítulo 18: Una mirada cargada de tristeza

72 16 12
                                    


Nolam

Como cada mañana, nada más despertarnos, Joel me llenó de besos, algo que esperaba al acostarme y al despertar. Nos habíamos acostumbrado a aquel extraño y encantador ritual. Sabía que él lo hacía por el cariño que me tenía, igual que era consciente de que desde que me desmayé se había intensificado. Solo cariño cuando para mí era más. Pero prefería no decirle lo que a mí en realidad me hacía sentir. Tras un largo rato, que se me hizo corto, llenándome de besos, puso su mejilla señalándola con el dedo índice y le estampé tres besos.

―Me voy a la ducha ―dijo levantándose de la cama y encaminándose hacia el baño que teníamos en la habitación.

Cuando salió, ya estaba arreglado, pero se volvió a acomodar en la cama para darme un beso en la frente, manteniendo así la costumbre.

―Voy a desayunar y me voy. Duerme ―dijo y se volvió a levantar.


Benditas costumbres a las que se adapta el ser humano, pensé suspirando con felicidad cuando se fue de la habitación.

Por la noche acompañé a Delia, una de mis clientes que tenía su última cita. Sabía que de nuevo se avecinaba una noche dura. Ella y Gema no habían congeniado, al menos no como pareja. Sabía que habían tenido citas no oficiales donde la pasión había sido quien las había acompañado. Su despedida culminó con un pico. Tras despedirme de la cupido de la otra chica con nuestro gesto formal, nos marchamos al lugar de reunión.

―Bueno, entonces este es nuestro adiós, ¿verdad? ―me preguntó con su angelical sonrisa que tanto le caracterizaba, algo que contrastaba con las definiciones con las que Gema la calificaba sobre cuando estaban a solas.

―Sí, es nuestro adiós ―afirmé, asintiendo con la cabeza.

―Me hubiera encantado seguir viendo a Gema, pero como te decía otras veces, en tres meses con unas cuantas citas no puedo determinar a una persona como mi amor verdadero ―sentenció ella―. Aunque me hubiera gustado poder seguir conociéndola más allá de... ya sabes ―dijo poniéndose colorada.

―Sí, sí, ya sé.

―En fin, ahora es m turno, qué remedio. Si te soy sincera, aunque no creía que encontraría a mi amor verdadero, como decía la aplicación, en un lugar dentro de mí sí que había una pequeña esperanza ―me confesó.

―Quizás a partir de ahora tus clientes lo encuentren.

―Seguramente, si no fuera así la aplicación se iría a pique. Estoy convencida de que tiene que haber bastante gente que encuentra el amor en Tu Cupido Personal, sino no rinde el negocio.

Hicimos un repaso de las normas antes de despedirnos. A partir de aquel momento ella también formaría parte del equipo de cupidos.

De camino a mi hogar, me quedé pensando en algo que había visto en el restaurante. Algo que había tenido que fingir no ver y sentir indiferencia para que la cupido de Gema no se percatase. En ese mismo lugar, a unas mesas de distancia, una pareja se encontraba acompañada de sus cupidos. Como es evidente, aquello no fue lo que me impactó, si no quién era la cupido de uno de los allí presentes: Nuria. Tras su fingida sonrisa formal, podía observarse la tristeza en sus ojos.

De pronto, me paré en seco. Una señora mayor se encontraba parada en la acera junto a una niña que iba en una silleta. Reconocí a María al instante. Sin embargo, no era la única persona que las observaba. Al lado de ellas se encontraba una Nuria invisible ante sus ojos. Se llevaba las manos a la boca y le era inevitable contener las lágrimas. A mí también me fue imposible. Y lo peor de todo es que no podía acercarme, Nuria no me había llegado a conocer y por protocolo tampoco podía hacer algo así. Estaba muy harto de las normas que me rodeaban en mi trabajo. No quería saltarme más porque era consciente que vendrían muchas otras para hacerlo. También sabía que daba igual lo que le dijese, porque no podría ayudarla. Tenía que conseguir casi lo imposible para dejar de ser una cupido: que alguien de su clientela encontrase el amor verdadero. No había ninguna otra alternativa y a mi lado egoísta aquello le fastidiaba de sobremanera. Estaba siendo un completo egoísta contemplando a Nuria y su hija mientras pensaba únicamente en mí. Me reproché mentalmente mientras retomaba mi camino.

Acabé sentándome en un banco. No quería llegar a casa, no con los ojos llorosos. No quería tener que darle ninguna explicación a Joel sobre lo que me sucedía y tampoco quería que se preocupara. Joel. No pude evitar dar un resoplido fruto de la frustración. En unos días conocería a su tercera cita. Quedaba un mes para que, de una forma u otra, todo llegase a su fin. Mi labio inferior temblaba mientras no podía evitar dejar de pensar en que quedaba poco para perderlo. Me marché de allí cuando unos adolescentes cargados de bolsas llenas de bebidas se acercaron al banco dispuestos a bebérselas. No pintaba nada allí y, de forma invisible, estaba ocupando un asiento en el banco. Invisible. Eso era para el mundo, salvo, de forma excepcional, mis clientes. Joel. Volvió a aparecer en mi mente mientras me levantaba secándome las lágrimas hasta no dejar rastro de ninguna.

Una vez estuve en la puerta del edificio donde estaba mi casa, di un chasquido apareciendo en el portal. Me acerqué al espejo, agradeciendo que a aquellas horas no estuviera el portero, y miré mi rostro. Aunque él no hubiera podido tampoco ver mi reflejo, no quería que cualquier cosa que hiciera, como mover un objeto por accidente, pudiera provocarle un susto. Pero, además de eso, aun siendo consciente de que no me veía, albergaba la sensación que alguna vez también había tenido antes de acabar siendo un cupido: el no apetecerme que alguien me viera llorar. Sabía que era una tontería, pero la sensación estaba.

Tras comprobar que no hubiera muestras de haber llorado, me retoqué el pelo y la ropa antes de dar un chasquido para aparecer en casa, aunque en ese momento no hubiera imaginado lo que me iba a encontrar allí.

💘🏹💘🏹

¡Hola! ¡Por fin lunes de capítulo!

Esta vez cargado de momentos agridulces y tristes.

Nuestros protagonistas siguen con sus despertares y buenas noches llenos de cariño.

¡Nolam ha visto a Nuria! ¿Os lo esperabais?

¿Qué se habrá encontrado Nolam al llegar a casa? ¿Qué creéis?

¡Espero leer vuestros comentarios y teorías!

¡Nos leemos en el próximo capítulo!

Tu cupido personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora