Joel
El domingo por la noche, cuando llegué a casa, un olor increíble a comida me dio la bienvenida.
―¡Nolam, ya estoy en casa! ―exclamé desde la entrada, aspirando el rico aroma que invadía el piso.
Había pasado un fin de semana increíble. Me costaba acostumbrarme a estar lejos de mi familia y de mis amistades más cercanas, así que cada vez que iba a visitarles aprovechaba cada instante, disfrutando de cada momento. Aunque desde que había conocido a Nolam, tenía mi corazón dividido. Al menos tenía la ilusión de pensar que un día culminaría su trabajo y podría disfrutar de mi entorno junto a su compañía. Tenía muchas ganas de que le conocieran.
―¿Esa sonrisa sigue siendo por el vecino mayor, ese tuyo? ―me preguntó José, el sábado.
―¿Qué? ―pregunté con confusión.
―La última vez tenías esa sonrisa y hablabas con un vecino ―comentó mi amiga Rosa.
Hice un gesto con mi mano y cambié de conversación rápidamente.
―¿Sabes que he conocido a una chica que se llama como tú? ―dije mirando a mi amiga.
―Yo también conozco a varias, Rosa no es un nombre raro ni poco común. Eres muy descarado con esto de cambiar de tema ―objetó mi amigo.
―Totalmente de acuerdo ―concordó ella.
Nos encontrábamos cenando en un bar, disfrutando del momento de poder estar juntos.
―No he cambiado nada, estoy diciendo algo que ha pasado.
―Pero esa tocaya mía no es quien hace que sonrías bobaliconamente, ¿verdad?
―No me interroguéis más ―pedí―. Ya os contaré más adelante.
―Entonces sí que hay algo ―él concluyó lo evidente.
―Sí, José, pero por ahora mejor cambiemos de conversación ―les pedí y no insistieron más.
No es que no quisiera hablarles de Nolam, si nuestra relación hubiera surgido de una forma normal, les habría hablado largo y tendido de él, pero las circunstancias hacían que el momento lo tuviera que aplazar.
―¡Estoy en la cocina! ―exclamó la voz de Nolam y me dirigí rápidamente hasta allí.
Lo primero que hice nada más verle, fue fundirme en un ansiado beso con él.
―Te he echado de menos, ¿me has echado de menos? ―dije apartándome milimétricamente de él.
―¿Tú que crees?
Nos volvimos a besar y así estuvimos durante un largo rato, pero el sonido del horno nos hizo separarnos.
―Voy a sacar la cena o se va a quemar.
―Yo voy a sacar mi ropa de la maleta y poner la lavadora. ¡Y a avisar a mi familia de que ya estoy aquí!
A las once y media nos encontrábamos acurrucados en el sofá mientras nos poníamos al día sobre cómo había ido nuestro fin de semana. Por su parte, había tenido que acompañar a un cliente a su cita en un parque de atracciones durante todo el sábado. Por lo demás, había sido bastante tranquilo. Yo le conté todo lo que había hecho con mi familia y mis amigos.
―Algún día les conocerás. ¡No sabes las ganas que tengo!
―Yo también ―susurró cerca de mi oreja.
Le di un beso en el pelo y continuamos así, mientras dejábamos de lado lo que la televisión nos mostraba de fondo.
―¿Crees que he hecho bien al aceptar la cita no oficial con Rosa? ―pregunté inseguro en la puerta de casa, justo antes de salir.
―No lo creo. Les has aclarado que quedas con ella para conoceros como amigos y ella ha aceptado. Quizás se ha dado cuenta de que conocerte como amigo le merece más la pena que perder el tiempo en que vuestra relación tome otro rumbo.
―Eso espero. Me parece una chica maja. Si esto avanza en una buena amistad pienso presentársela a mi amiga.
―¿En qué sentido?
―No en el romántico, ambas son hetero. Me refiero a mi amiga Rosa, por eso de que se llamen igual. Creo que se llevarían muy bien, y no solo por el nombre.
―Ya, bueno... Si necesitas algo me dices, ¿vale, corazón?
En aquel entonces no entendía por qué Nolam intentaba evitar todo lo relacionado a amistades futuras con las citas de la aplicación y eso que el no haber visto más a las anteriores chicas podría darme una pista, sin embargo, me era más sencillo creer que simplemente se habían alejado de mí.
La quedada fue bastante diferente a lo que imaginaba. En todos los sentidos. Rosa estaba contenta cuando me vio, sin embargo, vi un cambio radical en ella cuando nos sirvieron los cafés y los gofres que habíamos pedido. De parecer el alma de la fiesta pasó a parecer un alma en pena, con la tristeza reflejada en su mirada. Mientras regresaba a casa estuve pensando en ello. Su cambio repentino me había provocado un nudo en el estómago. ¿Había hecho algo malo? ¿Había dicho algo que le había hecho sentir así? Por más que lo pensaba no entendía qué había podido pasar. Ella había aceptado quedar conmigo sabiendo que entre nosotros no podía haber nada más allá de la amistad, y aunque aquello pudiera haberle afectado, el cambio se había producido de un momento a otro. Me senté en un banco para pensar con mayor tranquilidad y reflexionar sobre las cosas que había dicho. No era propenso a meter la pata pero todo el mundo la metemos alguna vez en nuestra vida aunque no seamos conscientes de ello. Estaba convencido de que había sido una de esas veces.
Observé a la gente pasar con la intención de despejar mi mente antes de volver a pensar con la cabeza fría en qué podría haber ocurrido. Unos niños jugaban con una pelota mientras compartían carcajadas por motivos que solo ellos conocían. Dos mujeres paseaban de la mano haciéndose carantoñas de vez en cuando y compartiendo miradas cargadas de complicidad. Un señor mayor caminaba a paso lento acompañado de una gancha que le ayudaba a cada paso que daba. Una joven, de melena oscura, corría a trote suave mientras escuchaba música en sus grandes cascos. Me quedé unos instantes observándola. Me sonaba de algo hasta que me di cuenta de que la había visto el viernes mientras esperaba al autobús. Ella se encontraba en el mismo banco mientras, seguramente, esperaba otro. Seguí observando a la gente, planteándome si era la primera vez que les veía o ya lo había hecho antes aunque fuese momentáneamente. Había quienes no me sonaban de nada y otras caras me resultaban conocidas. Se notaba que llevaba ya cuatro meses en aquel lugar.
Seguí observando un rato más hasta que miré el reloj de mi móvil. Me pasé las manos por el pelo y me incorporé. Había despejado mi mente sobre qué podría haber pasado para que Rosa cambiara de forma radical, así que decidí que podría comentárselo a Nolam en casa y entre ambos analizar qué habría dicho para meter la pata.
💘🏹💘🏹
¡Hola, hola! ¿Qué tal la semana? ¡Espero que bien!
La nueva cita de Joel se llama como una de sus amigas.
La relación de Nolam y Joel continúa.
Y Rosa... ¿Qué le habrá pasado a Rosa? ¿A qué creéis que se debe su cambio?
¡Espero vuestras teorías y comentarios! ¡Nos leemos el lunes que viene!
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Tu cupido personal
Teen FictionUna serie de absurdas desdichas unieron a Joel y Nolam. Al primero, el aburrimiento le hizo instalar una aplicación de citas para encontrar el amor, lo que provocaría en su vida un giro radical. El segundo trabajaba allí y nunca había incumplido las...