Capítulo 23

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Punto de vista de Alejandra.

El mensajero había dejado todas las cajas en la entrada, en ella venía toda la ropa y cosas de valor que tenía en mi casa en Sevilla, les había pedido a Sara y Rebekah que por favor me la enviaran antes de que se mudaran -por cierto, lo hacen aquí a Madrid-.

Era un poco increíble como había cambiado todo en tan solo un verano, cuando solo pensaba que iba a estar con Eric durante la fase de grupos me encontré con que trabajaba para la selección, encontré a mi mejor amiga, descubrí que mi mejor amigo era mi hermano, conocí a mi familia, viajé alrededor de Europa y lo más importante, me enamoré. Ahora mirando todo, me encuentro viviendo en Madrid con mi novio y era casi impensable que yo estuviese con alguien que no fuera Neymar. Ahora me alegro, de que por fin ese hombre hubiese desaparecido de mi corazón y de mi piel, de poder estar con Marcos y de haberme dado cuenta de que poco a poco se fue metiendo en mi corazón creo que lo hizo casi al instante. Por primera vez no sentía que el amor fuera un OFFSIDE para mí, porque Marcos me había hecho entrar al campo.

Mis pintas en este momento no eran las mejores del mundo, llevaba un pijama simple de verano con una sudadera de Marcos, me gusta usar su sudadera porque huele a él y cuando no está me hace echarle menos de menos, el pelo lo tenía recogido en un moño alto e iba descalza por la casa, porque andar descalza era algo que a mí me recordaba a cuando era pequeña.

Cogí una caja del suelo y en ella vi mi diploma con el título universitario, no había ido a mi graduación porque estábamos en Copenhague, pero recogieron mi diploma y mi título Sara y Rebekah, ese título era el que me iba a llevar a lo más alto.

—pequeña, espera que te ayudo. —dijo Marcos, cogiendo dos cajas del suelo. —las pongo en la habitación y tú la ordenas a tu gusto.

Antes de subir hacia el piso de arriba me dejó un beso en la mejilla. Me quedé observando el cuerpo y el culo y la espalda que tenía y yo misma sola me había puesto cachonda de sólo mirarle, es que joder, nos dormimos follando, nos levantamos follando, básicamente es que casi que nos pasamos el día follando y es como si fuera un viaje astral del que no me quiero despertar.

La puerta había sonado, como Marcos estaba arriba colocando las cajas y yo estaba en la puerta de la entrada casi en el jardín, abrí yo misma.

Había una chica morena, con un vestido pegado al cuerpo de color rojo, el pelo totalmente alisado y un maquillaje básico, pero notable, la chica es muy guapa no voy a mentir.

Ostias, Patricia.

—Hola. —dijo ella en la puerta, lo primero que hizo fue mirarme de arriba a abajo como analizando que era bastante increíble que yo pudiese vivir aquí. —¿Está Marcos?

—Sí, ahora baja. —dije lo más educada posible, aunque por su forma de mirar quería arrancarle la cabeza la verdad. —¿Quieres pasar?

—No hacía falta que me lo dijeras, iba a pasar de todas formas. Esta ya era mi casa mucho antes de que fuese la tuya. —dijo entrando con todas las confianzas del planeta. Yo cerré la puerta una vez que ella entró en la casa y rodé los ojos.

—Ya, pero es que ahora la que vive aquí, soy yo, la novia de Marcos soy yo, por lo que para entrar aquí necesitas el permiso de uno de nosotros dos, de MI novio o el MÍO. —recalqué la palabra MI y MIO porque los humos con los que venía esta no me estaban gustando para nada y ya tengo experiencia con ex.

Marcos bajó la escalera y al ver a Patricia sentada a sus anchas en el sofá y a mí de pie frente a ella su cara se cambió de sonrisa, la que traía preparada para mí, se cambió a seriedad.

—Paddy, vete. —dijo Marcos, frente a ella señalando la puerta.

—Espera, Marcos. La última vez que nos vimos sinceramente no pensé que fueras a terminar con ella, estoy sorprendida, lo admito. —dijo con una sonrisa cínica, es que de verdad, señor dame paciencia porque si me das fuerzas te juro que la mato. —Pero claro, Neymar ya no la quiere, se ha conformado contigo.

—Mira, modelo polioperada... —me acerqué a ella con intención de cerrarle la boca, pero claro, no me dejó Marcos.

—¿tú te piensas que por soltar mierda por la boca de mi novia voy a volver contigo? Pues entérate, Paddy. Tú y yo, no dejamos de estar juntos solo por lo que me hiciste, también era porque ya no te quería, en realidad me hiciste un favor. —dijo mirándola fijamente a la cara. La chica se levantó del sofá.

—Te va a romper el corazón, porque ambos sabemos que va a volver corriendo a los brazos de Neymar. Es un error enamorarte de ella. —dijo y luego me miró. Marcos le señaló la puerta y ella finalmente decidió cruzarla, pero antes de que pudiera cruzar la esquina y perderse de mi vista de una vez, la paré.

—Patricia. —la llamé. Ella se giró a mirarme y yo cogí la nuca de Marcos y lo acerqué a mí para besarlo, le di el morreo de su vida. Luego miré a Paddy con satisfacción. —Adiós, bonita.

Marcos cerró la puerta y finalmente quedamos él y yo dentro de casa. Él rodeó mi cintura y habló cerca de mis labios.

—¿y eso? —dijo mirándome desde su altura.

—Coño, que quería demostrarle que ahora eres propiedad de Alejandra, que es que ha venido muy subida como si este fuera su territorio y lo que no sabe es que eres mío.

—así te digo la verdad, me has puesto cachondísimo. —me reí.

—Ah, si. ¿Cuanto? —dije con voz seductora, Marcos me sonrió. Acercó su boca a mi oído y susurró las palabras claves para ponerme a mil a mí también.

Así que el destino estaba en nuestro cuarto.

—¿Qué voy a hacer contigo, Ale? — me mira a los labios y parece que está examinando cada milímetro.

— Lo que quieras. — le sonrío— soy tuya.

Unió nuestros labios en un beso Rudo voraz y rápido y se separó, no sin antes morderme el labio inferior provocándome que gima al saborear el ligero sabor a menta.

— fóllame, hazme gemir tanto que se me olvide el día que es y me vuelva loca de tantos orgasmos.— le dije, mirándole a los ojos que me volvían completamente loca, mientras termina de sacar mi sudadera, bueno la suya.— por favor.

—Sabes que tus deseos son órdenes para mí, pequeña. —dijo atacando mi cuello. —pero antes dime otra vez lo que quiero escuchar.

— Por favor — sus ojos están fijamente clavados en los míos — Eres el único con el que quiero esto.

Subo su camiseta hasta pasarla por encima de su cabeza y me pongo encima de él encima de la cama mientras él va desabrochando mi sostén. Me levanto para quitar sus pantalones y después vuelve a continuar conmigo, quitó mi ropa interior y me separó las piernas y me acarició mientras suelta un gemido y agarra el cabecero de la cama, arqueo la espalda, sin quitar la mano de ahí va dejando un camino de besos por todo el cuerpo hasta llegar a mi boca. Este chico me vuelve loca. Es una locura constante.

Su lengua va bajando por mi abdomen hasta el medio de mis piernas donde se centra en una zona en completo que me hace ver las estrellas de una forma que me vuelve puto loca, Dios la lengua de Marcos hace maravillas.

—Marcos. — le dije con la voz cortada — por favor...

Atendiendo a mis súplicas cogió el preservativo de la mesilla de noche y lo colocó, entró poco a poco y me aferré a sus brazos a la vez que gime, y yo le acompaño en el sonido, sus manos viajan a mi muslo y me acarició mientras le doy besos en el cuello y vuelve a gemir pero esta vez gime mi nombre, gruñó cuando sintió mis piernas rodeándole para sentirle más cerca, no quería que hubiese un solo milímetro separándonos. No hay palabras para describir el placer que sentía.

—¡Marcos! — grité cuando las embestidas se hacen más rápidas y fuertes.  A la vez muevo las caderas. Agarro sus manos y hundo la cara en el cuello mientras sigue gimiendo, me muerde el cuello y ahora quien gime soy yo.

Levanto la cabeza y le miro a los ojos, siento una extraña conexión y joder, puedo jurar que me sentía en paz.

— Ale. — susurró en sus labios. — te quiero.

—Te amo.

OFFSIDE -Marcos LlorenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora