Capítulo 30

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Punto de vista de Alejandra.

Me sentía rota, estaba rota, respiraba porque era automático, pero yo ni siquiera me sentía con la fuerza de hacerlo. Se había acabado, lo mío con Marcos había sido solo un sueño del que finalmente me despertaron de la peor manera, solo en el momento que me dio por pensar que haberle mentido no había sido la mejor de las opciones, fue cuando valoré que no debería haber ido a París.

Pensándolo egoístamente, era cerrar un capítulo, aunque sinceramente no hubiese hecho falta, solo me hubiese bastado con seguir en Madrid con Marcos para darlo por cerrado, solo que soy cabezona, y ahora estoy pagándolo.

No me había rendido tan fácilmente y seguí llamando a Marcos, claro que este no cogió el teléfono en ninguna de las llamadas, lo único que recibí de él fue:

"Alejandra, deja de llamarme, Por favor. No me obligues a bloquearte."

Así que con miedo a que me bloqueara y diera por perdido todo entre nosotros, dejé de llamarle, le dejé un último mensaje de voz.

—Hola Marquitos. —dije con la voz entrecortada. —Sé que no quieres saber de mí, pero de verdad que las cosas que han pasado no son como tú crees.

Suspiré.

—Lo siento mucho, siento mucho no haber sido lo que buscabas, siento mucho que la Alejandra de la que te has enamorado y la que te juró el universo en Río no sea la Alejandra que te he demostrado, pero quiero que sepas que puedo ser ella y que quiero ser ella, y demostrártelo, porque quiero estar contigo. Quiero estar contigo todas las mañanas y todos los entrenamientos y partidos, verte dormir y abrazarme a ti por las noches. —lloré, sintiendo como mi corazón se quedaba vacío. —Si me das una oportunidad, una en la que pueda demostrarte que Neymar ya es pasado, que ya no existe, que solo existimos nosotros, que solo existe Marcale, por favor, ven a Atocha a las dos, si no vienes entenderé que das por finalizado lo nuestro y que una reconciliación es imposible, pero quiero que sepas que esperaré por ti, tanto como tú esperaste alguna vez por mí. Te quiero.

Y le esperé, esperé a que apareciese y me dijera que me quería, que lo de ayer había sido solo un mal sueño y que volviese a casa a su lado, entonces volveríamos y echaríamos el mejor polvo de reconciliación que se haya escrito jamás. Pero como he dicho, a veces la vida son solo sueños y el mío con Marcos estaba acabado.

Como por Atocha nadie apareció, me monté en ese AVE Madrid-Barcelona, aunque me pasé todo el viaje llorando y apagué el móvil, si no iba a llegar ningún mensaje de Marcos no quería mirarlo. El AVE había llegado a su destino, la estación de Trenes de Barcelona llamada Sants. En esta estación abandonaba Barcelona y en esta volvía a lo que había sido mi casa.

Al bajarme del tren vi a las dos personas que más necesitaba en ese momento, mi hermano y mi mejor amiga. Me sonrieron de lado, no se iban a mostrar felices dada la situación que yo pasaba, así que mi corazón roto y yo nos acercamos a ellos, me paré frente a Eric un segundo antes de que me envolviese entre sus brazos y yo arrancara a llorar, llorar tanto como no lo hacía hace ya tiempo.

Era insoportable, cada segundo peor que el anterior, cada lágrima que salía lo hacía cargada de recuerdos y de besos, de mañanas juntos, de noches, de caricias y de te quiero que nunca le dije.

Nos fuimos a casa de ellos, estuve cuidada todo el momento por ellos dos, Carla no dejó de ofrecerme cosas para hacerme sentir mejor, me ofrecieron dormir, pero si lo hacia solo soñaba con Marcos y despertarme era peor que dormir.

--¿Estás mejor? --preguntó mi mejor amiga, acariciando mi pelo.

--Mejor sería estar con Marcos ahora, viendo cualquier serie de Netflix que me gustase solo a mí y escucharle quejarse. --dije y mostré una sonrisa torcida, mi mejor amiga suspiró.

--¿Has probado a llamarle? --preguntó Eric, yo le miré desde abajo sentada en el sofá, él estaba de pie.

--Le mandé un mensaje de voz antes de subirme al tren, le dije que si me quería viniera a buscarme a Atocha y no vino, así que supongo que lo nuestro se acabó.

--Tal vez, solo necesite tiempo. Algo así no es fácil de asimilar. --aclaró Carla.

--Lo sé, le daré el tiempo que necesite, pero tampoco quiero esperar en vano.

--¿Y qué vas a hacer? --preguntó mi hermano.

--Me voy a ir de España, no puedo hacer las prácticas en Madrid, no puedo ver como hay niños con la camiseta del Atlético o que algún día me lo cruce, no lo soportaría Eric.

--¿Y por eso tienes que irte de España, no puedes vivir aquí con nosotros? ¿con papá y mamá? --preguntó enfurecido.

--Eric, no puedes obligarla a quedarse, tendrá que hacer lo que quiera.

Mientras mi hermano despotricaba de que era una locura irme yo solo pensaba en qué estaría haciendo ahora mi chico rubio.

Punto de vista de Marcos.

Terminé de escuchar el mensaje de Alejandra, era tan bonito lo que decía, pero todo llegaba tan tarde, me había engañado y ese era mi límite, siempre supe que iba a volver con él, solo que cuando pasó no estaba preparado.

Llamé a la puerta de la casa de Paddy, ni siquiera sabía que hacía aquí, mi corazón me decía que debía de estar en Atocha evitando que Ale se fuera, pero mi orgullo me ganaba, y ahora ese estaba herido.

--Marcos...--habló la chica con la que algún día quise compartir mi vida. --¿Qué haces aquí?

--Tenías razón. Alejandra se fue a ver a Neymar a París.

Ella no mostró ninguna sorpresa en su cara, simplemente se hizo a un lado.

--Pasa.

Hice lo que dijo, pero insisto no tenía ni puta idea de qué estaba haciendo.

--Te dije que iba a pasar. --dijo acercándose a mí. --Pero tranquilo, que tu mejor consuelo ha llegado.

Juntó sus labios con los míos, pero no sentía nada, no era Paddy a la que quería besar era Alejandra y ella estaba camino de coger un tren para alejarse de mí.

--Lo siento. --le dije, ella me miró confusa. --Pero no eres Alejandra.

Salí pitando se casa de Paddy en el coche, el reloj marcaba que eran la una y media de la tarde, en el mensaje de Ale decía que me esperaba las dos, mierda no iba a llegar a tiempo, conduje lo más ligero posible y todo lo que el tráfico de Madrid me lo permitía.

Cuando llegué a Atocha a las dos menos cinco, no bajé del coche, mi orgullo apareció y me recordó que estaba herido y que mi corazón no quería seguir teniendo el miedo de que algún día volviese con Neymar, que era más fácil odiarla que seguir amándola.

Me hice un nudo en mi corazón y arranqué el coche nuevamente para volver a casa.

OFFSIDE -Marcos LlorenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora