Capítulo 27

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Punto de vista de Alejandra.

Pues Suecia tampoco era nada del otro mundo, seguro que en el campo tampoco había una afición espléndida gritando como lo habría en España. La Cartuja es de las mejores aficiones que hay. Durante la temporada y la Liga, estamos divididos en los equipos, lo damos todo por los equipos que llevamos en el corazón o en el caso de los jugadores, la camiseta que visten, defienden un equipo. Cuando la selección se junta no hay divisiones, somos un país unido a un mismo equipo, ya no existen ni béticos ni sevillistas, ni BarÇa ni Madrid.

Cuando era pequeña en mi familia -mi familia es sevillana, la catalana soy yo por haber nacido en Cataluña, de ahí que eligiera la universidad de Sevilla- crecí en una familia dividida en los dos equipos sevillanos, Sevilla y Betis, ver los derbis era un caos, pero eso de juntarnos toda la familia para ver los partidos era lo mejor que había en mi vida. Luego venía Eric que era del BarÇa y rompía todos los esquemas, y él nunca comprendió por qué habiendo nacido en Barcelona era del Sevilla, claro que por desgracia él nunca había vivido los derbis en casa.

Mi hermano era el orgullo de todos, aquel 11 de julio de 2010, cuando veíamos la final del mundial de Sudáfrica, tras el gol de Iniesta me dijo:

--Ale, algún día yo jugaré en la selección. --sus ojitos brillaban mirando como la familia se volvía loca por el gol.

Claro que para picarle le dije que tampoco era tan bueno como para ir a la selección, aunque por dentro tenía muy clara las habilidades de por aquel momento, mi mejor amigo, y aquí está el sueño del Eric de diez años se había cumplido.

Al llegar al hotel, los chicos fliparon porque había sala de juegos. Me puse un poco incómoda porque se parecía un poco a la sala de juegos de Río, de aquella que vi a Neymar por última vez, donde el hombre que yo más había amado en mi vida soltó cosas de mí que jamás había pensado que soltaría y mucho menos que las pensaba, desde ese entonces no supe nada más de él y tampoco quería.

Salí de la sala de juegos, esperando que nadie se hubiese percatado de que estaba incómoda y que un recuerdo así me causaba ansiedad, por lo menos que si alguien se percataba de eso, que no fuese Marcos.

--Hey, Hey Ale. --me cogió de la mano Aymeric. --¿estás bien? Estás un poco pálida.

--Sí, solo me he mareado un poco. Será el viaje, ya no estoy tan acostumbrada a estos trotes como en verano. --Mentí, Laporte tampoco parecía creérselo.

--Voy a avisar a Marcos. --hizo el amago de irse por el rubio que estaba jugando al Fifa con Unai y Álvaro. Yo tomé la mano de mi amigo para evitarlo.

--No, Jaime. Solo necesito descansar, no le preocupes de forma innecesaria.

Por cada segundo que pasaba más en esa sala de juegos más me mareaba y tenía ganas de vomitar.

—Está bien. Descansa. —me soltó la mano, luego dejó un beso en mi frente y yo pude irme tranquilamente a la habitación.

Era una mierda como los recuerdos te juegan malas pasadas, ¿algún día podría olvidar lo malo y sólo quedarme con lo bueno? Estaba harta de que Neymar siempre apareciera para desestabilizarme cuando mejor estaba.

—Hola. —dijo Carla, entrando en la habitación. —Vi que te ibas angustiada de la sala de juego.

—Solo estaba ma...

—No estabas solo mareada. Te pasaba algo más.

Era increíble como esta chica en tan poco tiempo podía llegar a conocerme tan bien, con solo mirarme ella ya sabía que me pasaba, a veces me daba incluso miedo, porque es que me conoce hasta mejor que Eric.

—Esa sala de juegos, se parece mucho a la última que estuve, donde vi a Neymar por última vez. —dije en un hilo de voz, coño que hay cosas que siguen doliendo.

Mi amiga se sienta en la cama a mi lado y me abraza.

—Por eso has desaparecido sin decirle nada a Marcos. —comenta, yo asiento levemente con la cabeza.

—No quiero que se raye, no de forma innecesaria.

—A ver, te entiendo. —acarició mi pierna. —Pero deberías contárselo, porque si te lo callas vas a estar muy rara y si te ve así se rayará porque no sé lo cuentas, en cambio si lo haces, le demostrarás que en realidad solo es un mal recuerdo y que confías en él, que no tiene de qué preocuparse.

—¿tú le contaste a mi hermano que te has tirado a Ferran? —pregunté con una ceja enarcada.

—Sí. Y eso nos ha reforzado.

—Tal vez tengas razón.

—siempre la tengo.

—Cada día te pareces más a mi hermano, cada día estás más egocentrica.

—Dos que se acuestan en el mismo colchón, se vuelven de la misma condición. Raro es que a ti todavía no te haya dado por comer lechuga como a Marcos. —ambas nos reímos.

—Porque le soy fiel a la hamburguesa. —Nos reímos aún más.

Llamaron a la puerta, tras ella apareció Marcos, preocupado. Mi amiga y yo nos quedamos mirándolo.

—Ayme me dijo que te encontrabas mal.

Puto Laporte chivato, mira que le dije que no lo contase.

—Bueno, yo me voy a ver si gano al ping pong contra Pablo, estoy picadísima. Puto cabrón, es buenísimo.

Mi amiga desapareció por la puerta, dejándonos a mi novio y a mí a solas. Marcos se sentó en el sitio que se había sentado Carla anteriormente.

—Me ha dicho que estabas mareada. —dijo, cogió mi mano.

—Si em...

—¿cabe la posibilidad de que estés embarazada? —me empecé a reír y él me miró confundido.

—No, no cabe la posibilidad. Vale que follamos mucho, pero me tomo la pastilla así que no.

—¿Entonces?

—Pues verás, hay palabras que duelen mucho cuando la persona que quien las dice te importa mucho, al ver esa sala de juegos me ha recordado a Neymar.

—Y a lo que dijo de ti... —suspiró. —Ale, ¿tú estás segura de que si Neymar te llama no sales corriendo?

—Marcos...

—¿estás segura de estar conmigo?

—Marcos, no tiene nada que ver contigo. Es solo que han sido muchos años, muchas cosas, yo no sabia que él pensaba así de mí y de alguna forma, recordarlo me ha afectado. —me incorporé y le agarré los cachetes. —Pero tranquilo, que en ningún momento dudo de estar contigo.

Marcos sonríe.

—Bueno, supongo que tienes razón. —le sonreí de vuelta. —Gracias por contármelo, eso demuestra la confianza que tienes en mí.

Acto seguido me abrazó, él me resultó reconfortante, no sé qué tiene este chico que siempre acaba siendo todo lo que necesito.

OFFSIDE -Marcos LlorenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora