s i e t e

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—¿Entonces teníais hijos?—

—Tres— Dice la señora Davis.

—Vale...— Digo mientras lo apunto en mi libreta.

—¿Él tenía algún bien antes de casaros?—

—Sí, la empresa y la casa—

Hago una mueca y ella me mira preocupada.

—No se preocupe, si no firmasteis gananciales puedo reclamar la mitad de la vivienda conyugal y tal vez la mitad de las ganancias de la empresa desde que os casasteis—

—¿Y los niños?—

—Pues...— Cuando voy a responder llaman al timbre.

—Espéreme un segundo—

—Claro—

Bajo a abrir la puerta y detrás de ella me encuentro a Isaac con una caja de cupcakes en la mano.

—Que mono eres— Digo dándole un abrazo.

—No me has avisado de que habías vuelto—

—Es que he estado liada—

—Toma, la última vez dijiste que te apetecían unos— Dice dándome la caja.

—Muchas gracias, te invitaría a pasar pero es que estoy con una clienta—

—No te preocupes, cuando puedas— Me da un beso en la mejilla.

Cuando se va cierro la puerta y me muerdo el labio nerviosa.

—Si tuviese cinco años más, por lo menos— Digo antes de subir.

...

Me despido de mi clienta y cuando se va me doy una ducha y me pongo ropa cómoda para estar en casa.

Me hago una taza de té y abro la caja de cupcakes.

Cuando me acuerdo de Isaac salgo al rellano y llamo a su puerta.

Me abre a los pocos minutos y me sonríe.

—¿Te apetece un té?—

—Por supuesto— Dice cerrando la puerta de su apartamento.

...

—¿Y qué tal los exámenes?—

—Genial, de momento la carrera no está siendo complicada—

Está estudiando medicina, es un chico muy listo.

—Para mi sí lo fue—

—Con lo lista que eres...— Dice mirándome extrañado.

—¿Yo lista?, tendrías que haberme visto en el instituto—

—Te aceptaron en Yale—

—Porque gané un estúpido campeonato de animación por el que encima no me dieron ni una triste beca deportiva—

—Aun así, eres muy lista— Dice acercándose a mi. —Y muy guapa—

—Los adolescentes sois tan enamoradizos—

—¿Crees que estoy pillado?—

—Espero que no señorito—

Ambos nos reímos y finalmente nos besamos.

Isaac me quita la camiseta y cuando voy a desvestirle suena el timbre.

—¿Quien será a esta hora?— Digo levantándome.

Me pongo la camiseta de nuevo y voy a abrir la puerta.

—¿Que coño...?— Digo al ver a Ryan parado en frente de mi puerta.

Eleven (Serendipia III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora