Echar de menos a alguien se vuelve más difícil cada día, porque aunque estés un día más lejos de la última vez que lo viste, estás un día más cerca de la próxima vez que lo verás.
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La vista del juicio de Ryan y Ava es en una semana, he estado todo este tiempo recopilando pruebas y escribiendo mi defensa.
Lo que no se es cómo convencerle de que me deje ser su abogada de nuevo, pero no puedo dejarle tirado después del pastizal que me ha pagado.
Apago el ordenador y pido un taxi hasta el edificio de la empresa de Ryan.
He tenido que buscar la dirección
Cuando llego abro la boca sorprendida, creo que es el edificio más alto que he visto.
Entro y una recepcionista con cara de ser muy amable me atiende.
Es bastante joven y tiene la piel morena y el pelo negro, parece de descendencia latina.
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—Necesito ver a Ryan—
—¿Fiennes Tiffin?—
—Sí— Digo ansiosa.
—Lo siento señorita, pero el Señor Tiffin me ha pedido expresamente que esta semana no haga pasar visitas—
—No es una visita, soy su abogada—
—Señorita Browning, estoy al tanto de que el señor Fiennes cambió de abogado hace dos semanas—
Suspiro frustrada e intento calmarme.
—Escúchame, si no fuese urgente no vendría a su trabajo a buscarle, necesito verle por favor— Digo suplicante. —Por favor, Danna— Digo mirando la placa de su blusa.
—Señorita, espero que sea urgente de verdad porque si no podría perder mi trabajo— Dice dándose por vencida. —Despacho nueve, planta quince—
—Gracias, muchas gracias— Digo feliz dirigiéndome al ascensor.
—Juego con mis uñas nerviosa mientras veo como los números cambian a medida que el ascensor va subiendo—
—Doce, trece, catorce— Cuando llega el quince se me corta la respiración y salgo del ascensor con las piernas temblorosas.
Busco el despacho nueve y cuando estoy delante de él me paro en frente de la puerta.
Llamo y cuando escucho su voz diciendo "a delante" abro la puerta.
—Danna, ¿ha llegado ya él...?— Cuando se da la vuelta y me ve su cara pasa a decepción en seguida.
—Le dije que no pasase a nadie— Murmura.
—Me ha costado mucho convencerla, por favor no la despidas— Digo cerrando la puerta.
—¿Que haces aquí?— Dice dándose la vuelta de nuevo para mirar a su ordenador.
—Quería preguntarte qué tiene pensado tu abogado para el juicio—
