7- La Rosa de Espinas Venenosas

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La semilla no elige en qué flor retoñar. Una hortensia no sería una rosa aunque lo añorara con todo lo que tuviera. Así como las flores no eligen su apariencia, los seres vivos no tienen una voz para opinar en esa apuesta con nombre de destino.

La flor creció, se lo permitieses o no. Lo único que pudiese ser cambiado sería que tan rápido fuese ella a marchitarse.

Lillian subió rápidamente las escaleras para no desperdiciar su energía y ganar la cantidad de Mora más grande que pudiera

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Lillian subió rápidamente las escaleras para no desperdiciar su energía y ganar la cantidad de Mora más grande que pudiera. Justo a medio camino de aquellos interminables peldaños su mente hizo click, recordando el nuevo ascensor que había sido implementado.

—¡Ay no puede ser!— protestaba para sí misma con el aliento entrecortado, maldiciéndose por haber elegido voluntariamente torturarse.

Luego de al menos media hora de arrastrarse con la poca energía que aún guardaba, la joven finalmente llegó a la planta de la cocina, donde el peculiar cocinero, el Sonriente Yanxiao le ofreció un vaso con agua para refrescarse.

—¡Yanxiao! ¡Eres mi salvador, que Barbatos te bendiga!— exclamaba la joven dramáticamente al reposar en unos de los banquillos de la cocina.

Al acabar toda la agua del recipiente, trazo con sus dedos el borde de el vaso. Seguía pensando sobre lo que había pasado con la amiga de Xingqiu, era la primera vez que le daba un ataque de pánico.

Colocó la visión que había llevado en su mano como si fuese un diamante único y lo puso a la par del vacío vaso.
—Que visión más deprimente...— tapeteaba los descoloridos ángulos de el objeto entre murmuros.

Lillian se paró y agradeció nuevamente al cocinero para reportarse con la jefa del lugar, Verr Goldet.

—Buen día, Lillian.— saludaba la mayor al sacar un paquete de uno de sus cajones.—Aquí están tus libros.—

La joven saludó de vuelta con una sonrisa e inspeccionó el paquete. Según Lisa, contenían libros traídos de la academia de Sumeru, pero debido a complicaciones de comerciante, tuvo que dejarlos en la posada.

—Am... jefa, ¿no te importa si trabajo por hoy?— pregunto haciendo de lado el paquete y reposando sus brazos sobre la butaca de la encargada.

—¡Por supuesto! Después de todo estamos cortos de personal por el momento.— contestaba Verr Goldet entregándole un atuendo para no ensuciar la ropa que ya andaba.

Lillian se cambió y empezó su trabajo en la planta baja como camarera, sirviendo platillo tras platillo a los que llegarán al lugar. Portaba la visión como un collar adornando su ropa, pero para ser honesta, no era una decoración muy llamativa.

—Señorita, ¿usted fue bendecida por cual arconte?— se dirigía hacia ella uno de los clientes mayores buscando una conversación para acompañar la comida.

A Millenium of Years // Xiao x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora