Capítulo 1.

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Thomás

Mi cuerpo reposaba sobre la alfombra que cubría parte del suelo de mi habitación; ésta, tenía un montón de nenúfares dibujados sobre ella. La adoraba porque era aterciopelada y más porque era muy cómodo acostarme sobre ella. Estaba boca arriba mientras observaba las grietas que tenía una de las paredes de mi habitación. La luz se había ido y con eso mi señal, mientras; mi mente era un caos, procesaba todo lo que hace tres meses cambió toda mi vida.

Era feliz; quería hacer tanto, y un tonto malestar fue el causante de mi visita al médico, como los detesto.

—Thomás, eres un chico muy joven y estás algo saludable, pero no tengo buenas noticias —el doctor habló mientras tenía en sus manos una hoja; ésta contenía los resultados de una prueba que me hicieron minutos atrás. —Tienes insuficiencia cardíaca o también conocida como falla cardíaca, debemos probar con medicamentos, de ser necesario implementar cirugías y de no llegar a solucionar tu falla —guardó silencio y con eso miro a mi madre, luego a mí y pronunció lo que me terminó de desarmar por dentro —tenemos que recurrir al trasplante.

Algunas veces no estás preparado; creo que nadie podría estarlo y menos para una noticia mala, y aunque el doctor habló de un trasplante, me levanté y me salí de su consultorio, no sin antes escuchar que era posible que mi vida durará pocos meses si me negaba a la ayuda que me querían brindar.

Y como cereza del pastel, el matrimonio de mis padres se fue al basurero. El señor Decker, el padre ejemplar, se acostó con su secretaria, arruinando 20 años de relación junto a mi madre, y con eso destrozó la hermosa familia que éramos.

Admiro la gran mujer que es Elizabeth, mi madre, porque no le perdonó lo que hizo; siempre lo dejó en claro. Algo como eso no tiene, ni tendrá perdón, o al menos para ella es de esta manera. Creía que todo estaría bien entre ellos, no porque esté a favor de las infidelidades, sino porque algunas personas lo dejan estar, lo ven como algo normal y lo aceptan, y agradezco que mamá no fuera parte de ese montón. Ella pidió el divorcio y con eso; decidió mudarse a otra ciudad. Además, según el cardiólogo, en esta ciudad en la que estamos hay más posibilidades de un trasplante.

El tratamiento no ha dado tantos resultados positivos, y con eso perdí la poca esperanza que tenía. No ha ido como esperábamos, y aquí estábamos, ella buscando una solución para no perderme, mientras que yo, solo quería que en el intento no sufriera tanto si todo resultaba en vano.

Papá aceptó el divorcio y respecto a su familia, o sea nosotros, se desentendió por completo; parecía no importarle lo que me pasaba, por lo que nuestra mudanza le importó un comino.

La mudanza salió perfecta. La casa que mamá compró parecía que la hubieran diseñado para nosotros, o eso me gusta pensar. Era pequeña, con tres cuartos y dos baños, pero lo mejor era el jardín. Las personas que vivieron antes en esta casa lo tenían bien cuidado.

Íbamos a empezar desde cero mi madre, Lizzie y yo, nada más.

Lizzie es mi hermana menor! tiene 12 años. Heredó los ojos cafés de mi madre y el cabello rojizo de nuestro padre. Cosa que yo no pude; heredé los ojos de mamá, los cuales son marrón claro y también su color de cabello, un castaño oscuro.

Tenía suerte; Brandon, un amigo que hice por una red social, Facebook para ser específico, está viviendo en esta ciudad también. Teníamos dos años de amistad y gracias a él no me siento tan solo.

Mi vida antes de venir aquí no era tan interesante, no tenía amigos, solo me importaba tener las mejores calificaciones del instituto en el que estaba y pasar la mayor parte del tiempo componiendo canciones en mi habitación, aburrido, sí soy.

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora