Lauren—Me descuido cinco minutos y ya conseguiste la atención de un chico que, por cierto, es atractivo.
Dalia me vio hablando con Thomás; ahora iba a fastidiarme con eso.
Estaba peinando su cabello en mi peinadora mientras yo me encontraba terminando unos ejercicios de matemáticas en mi cama. Habíamos quedado en hacer una pijamada para ponernos al día con las tareas pendientes.
—Thomás es el chico que nos trajo el día que por tu culpa casi nos quedamos en esa fiesta —le digo mientras recuerdo lo mal que la pasé.
—Mañana debo darle las gracias —coloca el cepillo en su lugar y se levanta, agarra mi cobertor favorito del armario y lo desdobla para arroparse.
—Que seas mi invitada no te da el derecho de dormir con mi cobertor favorito, Dalia —la miro de mala gana esperando a que escoja otro.
—Sabes que me amas, por ende vas a permitir que duerma con este cobertor y no te acuestes tarde, siempre tienes ojeras, Lauren.
Y sí, otra vez tenía que terminar todo sola.
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Las horas se fueron volando, y para cuando me di cuenta, la pobre alarma sonaría en 10 minutos. Mi rutina había cambiado: antes tenía tiempo de sobra para hacer todas mis tareas y ahora era todo lo contrario.
Observo a Dalia; dormida se ve tan tierna, despierta es otro cuento; su cabello color castaño está hecho un desastre, su piel a la luz del día luce mucho más pálida; me levanto y me dirijo al baño, me miro en el espejo y veo que las ojeras están más pronunciadas, mis ojos se ven hinchados y tengo la plena seguridad de que cuando mamá me vea, me dará un sermón por no dormir lo suficiente.
—Dalia, ve alistando tu uniforme —le grito a la morsa que se encuentra dormida en la cama —siempre das muchas vueltas y me haces llegar tarde y sabes que odio llegar tarde al instituto.
Sigo con mi aseo higiénico para ir por mi uniforme y cuando salgo veo que sigue tendida en la cama.
Comienzo a hacerle cosquillas en los pies y veo que no reacciona. Voy hasta su estómago y antes de que pueda tocarlo, me detiene con su mano agarrando mi muñeca y hace que pegue un respingo.
—Me asustaste, babosa —digo mientras ella se ríe a carcajadas.
—Tu expresión fue digna de ser grabada —dice mientras se quita el cobertor de encima, y se frota los ojos mientras se le escapa un exagerado bostezo.
—Y yo creyendo que estabas dormida —si pudiera literalmente asesinar con la forma en la que la estoy observando, Dalia ya estaría tres metros bajo tierra —tienes menos de 10 minutos para arreglarte; no creo que quieras irte sola.
Camino hacia el armario y descuelgo el gancho donde está mi uniforme; comienzo a vestirme y observo a Dalia organizarse también. Su lentitud para hacer todo me desespera.
—Mueve tu trasero, Dalia —se encuentra en el baño; yo me apresuro con lo mío y me dirijo a la puerta de mi habitación. —Estaré en la cocina, si en 5 minutos no bajas, considera irte sola al instituto.
Y antes de que pueda decir cualquier cosa, salgo a toda prisa tomando mi bolso del perchero donde cuelga, el cual está fijado a la puerta.
Thomás
Había faltado a la primera clase porque tenía que asistir al hospital. Debían hacerme un chequeo para estar seguros de que todo estaba perfecto con mi corazón.
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Serendipia
Teen FictionÉl, deseaba con fervor un milagro, algo que le devolviera esa felicidad que una enfermedad le arrebató. Veía los días pasar sin realmente sentir emoción, procesaba que la muerte en cualquier momento le haría una visita inesperada y le diría que Game...