Capítulo 10.

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Lauren

—¿Cómo se atreve a saludarte como si nada? —preguntó con mala cara Dalia —creí que ya había dejado de fastidiarte.

—Eso mismo pensé yo —me levanté de la cama para caminar de un lado a otro.

Estábamos en mi cuarto, Dalia aún seguía en mi casa, no tenía idea de cuándo se iría a la suya.

—Cambiando de tema, ¿qué pasó con Thomás? —cuestionó. La conocía, se estaba armando una película entre nosotros dos.

Y no, ni las cotufas le iba a dejar preparar. Que deje sus inventos.

—Ya decía yo que habías tardado en preguntar —confesé y fingí desinterés mientras le contaba, seguí caminando de un lado a otro —no pasó nada, solo me estuvo fastidiando.

—Ustedes son raros, no entiendo por qué no se llevan bien, deberían ser como Brandon y yo —propuso y eso me lleno de preguntas.

Me sorprendió tanto que dejé de caminar de un lado a otro y la observé detalladamente.

—¿Están saliendo oficialmente?

No iba a dejar pasar esa pregunta, era mi momento para sacarle información.

—No necesitas una etiqueta para salir con alguien, pero si te deja más tranquila, sí, estamos saliendo oficialmente —confesó bostezando para acomodarse y acostarse en mi cama.

Asentí a su respuesta e iba a mencionar otra cosa, pero mi celular vibró en el bolsillo de mi pantalón llevándose toda mi atención de la conversación, lo tomé para ver de qué se trataba.

No era un mensaje de un número agendado en mis contactos, pero aún así lo pulsé y leí lo que enviaba.

Número desconocido:

¿Sabías que los koalas tienen huellas dactilares casi idénticas a la de los humanos?

Me quedé observando el mensaje de WhatsApp, no tenía foto de perfil, dudé en responder, pero al cabo de pocos segundos lo hice.

Yo:

No, no lo sabía y quisiera saber ¿quién eres?

Número desconocido:

Ahora ya lo sabes. Soy Decker.

Y mi traicionero corazón dio un vuelco al saber que se trataba de Thomás.

¿Cómo consiguió mi número?

Y mi vista se desvió de la pantalla de mi celular a la figura que se encontraba acostada en mi cama.

—No me veas así, sea lo que sea que estés pensando, no fui yo, lo juro —se defendió Dalia rápidamente.

—¿Le diste mi número a Thomás? —cuestioné colocando mis brazos en forma de jarra y mirándola fijamente, esperando su respuesta.

—Ah sí, olvidé mencionarlo —se disculpó tapándose la cara con ambas manos —es que estuvo de necio y me terminó convenciendo.

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