Capítulo 15.

27 6 0
                                    

Thomás

Dejé que se fuera, no quería presionarla. Recogí todo y me fui a casa.

Lauren me escribió al día siguiente y me pidió para vernos. Se quería disculpar por haberse ido de la forma en la que lo hizo.

Le avisé que no debía hacerlo, pero insistió un montón y le dije que podía venir a mi casa, llegaría en un par de minutos.

Mientras, me quedé tocando un poco la guitarra.

Lauren


La alarma que no desactivé sonó e irrumpió mis dulces sueños. Me levanté y cuando observé la hora en mi celular, me preparé para darme un baño y bajé a desayunar con mi familia.

—Bella durmiente presentándose ante ustedes —habló Henry, tenía la salsa de tomate en su mano, usándolo como micrófono —la casa está un poco desordenada y mamá y papá están bien ocupados en sus trabajos, sería bueno que hicieras un poco de limpieza, Lauren.

En la mesa solo estaban mis dos hermanos, ambos comían de sus tazones un delicioso cereal a simple vista.

—Y por cierto, debes hacerte el desayuno, Sonic y yo nos repartimos el cereal y lamento decir que no quedó para ti, por bella durmiente -dijo tragando lo que tenía en su boca.

Mi día estaba iniciando bien, así era como pasaba en cada cumpleaños, cero regalos y cero día libre para no hacer deberes en casa.

—Haría lo que su majestad —me incliné e hice una reverencia —quiere, pero debo salir y no cambiaré mis planes —me fui a la cocina y busqué un pedazo de pastel que había, lo compraron mamá y papá para mí, al menos eso no faltaba —y si tanto te roba la paz el que la casa esté desordenada, Dios te dio ambos brazos, puedes usarlos para ayudar en los deberes también.

—Te recuerdo que por ser la mayor mis papás no te dejan darnos órdenes —se acercó y estoy segura de que de no ser por Sonic iba a golpearme.

—No debes ser tan brusco —Sonic le dijo y me observó un poco —No seré la mayor de ustedes dos, pero por sé la más pequeña ninguno me puede hacer nada y si quieres salir de aquí —se guardó las llaves de la casa en sus senos —tendré que ver toda la casa brillar.

Mi rostro ardía de la rabia y no tenía nada más por decir, me encaminé y salí de la cocina dejando atrás a ese par de miserables para preparar todo y dejar la casa como nueva.

Tres horas más tarde ya había terminado todo, excepto mi habitación la cual pondría en orden luego, antes debía salir, necesitaba tomar aire fresco.

Y en medio de todo el desastre que hice tratando de buscar mi chaqueta decidí ir a la casa de Thomás. Le había escrito para pedirle disculpas por lo ocurrido en el picnic.

Cuando salgo de mi casa, camino hacia un atajo que me llevará más rápido a la casa de Thomás.

Toco el timbre y aparece una jovencita de aproximadamente 12 años. Aunque vine una sola vez, nunca la vi. Sé que es la hermana menor de Thomás y que su nombre es Lizzie. Es fácil saber que es ella porque tiene tanto parecido a su hermano, y más cuando arruga el entrecejo. Una mini Thomás. Y también por la fotografía que había visto de cuando fueron a la playa.

—¿Eres la payasita? —me dice la pequeña. Esta me llaga por encima de mi pecho, lleva un vestido rojo y unos mini tacones negros.

—No, soy amiga de Thomás, ¿él se encuentra? —le respondo algo nerviosa, sus ojos se entrecierran y puedo apostar a qué preguntará lo que acabo de pensar.

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora