Capítulo 3.

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Lauren

El gran día que no quería que llegara, se hizo presente, hice mi aseo personal, desayuné con mi familia y caminé al instituto con todo el ánimo del mundo.

Por favor, nótese mi sarcasmo.

Es el primer día de clases; las vacaciones habían terminado hace dos días; me encontraba sentada en el comedor; Dalia estaba a mi lado.

—¿A dónde iremos el sábado? —me pregunta antes de darle un sorbo a su malteada.

—Sabes que no puedo, tengo muchas cosas que hacer y tus planes no siempre son geniales; la última vez casi terminamos en la cárcel —le digo mientras reviso mi teléfono. Había vuelto a caer en sus planes de asistir a fiestas a última hora y, ya con la experiencia que tuvimos esa noche, decidí parar de ayudarla sacándole permiso a su madre.

Para resumir el desastre de aquella noche, fuimos a un sitio de la ciudad que no quiero volver a pisar, y todo para asistir a una jodida fiesta que era entre jóvenes y adultos. El punto más importante es que un pequeño grupo de policías estaba en busca de un chico que vendía algunos tipos de drogas en lugares así y eso obviamente es ilegal. Cuando escuchamos la alerta, pudimos colarnos del lugar y llegamos a tiempo al coche de ella. Tuvimos que permanecer una hora ahí, escondidas, mientras la policía terminaba de hacer su trabajo y porque también teníamos miedo de que nos llevaran por ser menores de edad.

—Estás exagerando, no tenía idea de que tenían LSD ahí —se defiende y su tono está cargado de molestia.

—Sí, claro —hablé con sarcasmo, por supuesto que lo sabía —como sea, no podré ir.

Y antes de que dijera otra cosa, una voz nos interrumpió, una que provenía de un altavoz. En una de las esquinas del techo estaba fijado un amplificador; de ahí salió la voz del director Dariel dándonos la bienvenida a todos los que nos encontrábamos en el instituto para comenzar el nuevo año escolar.

—Sean bienvenidos a este nuevo año escolar, mis queridos estudiantes. A continuación mencionaré los nuevos cambios que tendremos en la institución —continuó enunciando los cambios que tendríamos.

Todos en el comedor estábamos prestando atención a los cambios que había, entre ellos los nuevos profesores que estarían incorporándose en la semana, las horas de entrada y de salida.

Antes de terminar, el director finalizó diciendo que tres nuevos alumnos entrarían al instituto para cursar el mismo año en el que yo estaba.
No era algo que pasara muy seguido, dado que era un instituto muy estricto y para tener un cupo aquí, tendrías que saber cómo negociarlo.

Yo lo sabía más que nadie porque el director es hermano de mamá. Guardo ese secreto para evitar conflictos y que los demás crean que puede haber algún favoritismo hacia mi persona. Entrar a este instituto costaba mucho dinero y también tener una muy buena recomendación del otro instituto de donde vinieras; Mayormente, eso no pasaba; llegaban estudiantes con una muy mala recomendación y para evitar problemas con los representantes más importantes del instituto, mi tío, o mejor dicho el director, no los aceptaba.

Aquí en el instituto hay más de 10 representantes que pueden controlar a todo el que quieran, porque tienen mucho dinero y con eso tienen mucho poder aquí, o al menos para los que se los permiten. Lo que más me enfada es que sus hijos, como fotocopiadoras que son, copiaron esa forma de ser. Se consideran los mejores de todo el instituto y quieren manejarlo todo a su antojo.

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