C. 29: El nuevo despertar.

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Me despierto. Pero esta vez no estoy en mi habitación, estoy en una habitación del hospital con la cama de Ethan y su presencia acostada en ella a dos metros.

— ¿Estás bien? —La voz de Ethan resuena por toda la habitación y lo miro.

Se me para el corazón al verlo con un montón de máquinas en el cuerpo y una venda en la cabeza.

— Yo estoy bien, tranquila —murmura suave y yo miro miro brazos. También los tengo con una aguja y tubos pequeños donde pasa la medicación.

— ¿Qué...? ¿Qué ha pasado? —Lo vuelvo a mirar y él aparta la mirada.

— Lo siento, lo siento mucho —su voz es triste, está mirando el techo y no se mueve. Él ha recibido el golpe más fuerte.

— Ethan... —murmuro.

— Me he saltado un semáforo en rojo y... ya te puedes imaginar lo siguiente.

Me quedo de piedra. Mi primer accidente, y con el gilipollas de Ethan Miller. ¡Qué bonito! Que gracia da esta vida.

— Gracias —suelto y noto su mirada en mí.

— ¿Por qué? Si lo he hecho todo mal.

— Por eso. Gracias por enseñarme una vez más que no puedo confiar en tí.

— ¿Me odias? ¿Me tienes rencor? —Cruzamos miradas y en su rostro pudo notar un poco de tristeza.

Miro a otro lado y él suspira.

— Nunca quise hacerte daño.

— Y yo nunca quise enamorarme de quien me hace daño.

Y silencio incómodo. Estoy triste muy confundida por lo que me acaba de decir: "Nunca quise hacerte daño". Lo hiciste, lo que dijiste me dolió y no hizo nada más, se quedó bien, normal como si no sintiera nada, como si no tuviera empatía.

— Lucia, yo... —comienza a decir, pero mi hermano entra a la habitación, preocupado. Me mira y me agarra de la mano.

— ¿Estás bien? —Asiento sonriendo triste y él me acaricia la mejilla—. Estoy contigo, ¿vale? Siempre lo estaré.

Asiento.

— Eres el mejor.

— Lo sé —me dice burlón.

Martí se queda aquí hasta que nos dan de cenar. Yo puedo mover los brazos y las piernas pero Ethan no. Así que mi hermano le da de comer mientras bromea de su estado:

— Toma bebé Ethan, come mucho y así te harás todo un hombretón —dice y yo río a carcajadas.

— No te rías, Lucia, no hace gracia.

— Que no hace gracia, dice. —Mi hermano agarra una cucharada de sopa y a continuación dice—: A ver cómo se come la sopita este bebé grande — canturrea divertido, y Ethan abre la boca para comer aquella cucharada de sopa—. ¡Mira que hombretón-man es este bebé!

No puedo comer, me duele la barriga de tanto reír. Mi hermano siempre hace que los malos momentos los convierta en buenos.

Ethan:

Ese te quiero que le dijo a su hermano me encantaría que me lo dijera por segunda vez a mí. Pero no se puede. Ella piensa que yo no me merezco ese cariño. Y es normal por lo que le dije aquella vez.

Ellos se quedaron hablando un poco hasta que ella se vuelve a dormir después de cenar.

— ¿Qué tal estás tú? —Me pregunta Martí acercándose a mí.

Solo yo [[Trilogía Solos 1]] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora