C. 28: Un susto de muerte.

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He vuelto a valorar los libros, y sobre todo los de fantasía porque pasan cosas que no pasarán en la vida. Un cuento de Hadas, Un reino de carne y fuego, El príncipe cruel y De sangre y cenizas son los que más me han gustado. Me ha ido muy bien hacer caso a mi psicóloga; me he hecho otra rutina y estoy mejorando poco a poco, ya no pienso tanto en chutarme ni nada de eso. A veces sí que lo extraño, pero no tanto.

Me he estado dando cuenta que lo mejor es que me olvidara de aquello. Que comience una nueva vida sin tener al lado de aquellos amigos que tenía, centrarme en mí misma y pasar de la gente, y más de Neveah. Ella no me ha hablado desde que vió aquella bolsita pequeña de plástico transparente dónde se podía ver fácilmente lo que había dentro. Le dió miedo, le dí miedo, o eso es lo que creo yo.

Y si hablamos de Ethan... he estado pasando de él como cuando me rompió el corazón. A veces se me acercaba para contarme sobre el trabajo, pero yo no le he dado mucho rol para que hablemos más de la cuenta. Él me estaba buscando y yo me estaba apartando. No quería nada con él, porque en este momento lo único que somos es compañeros de clase, igual que María, Elena y Hugo.

Todo era distinto, no era como antes. Yo todavía estaba a solas, no estaba con nadie. Cuando estaba en el instituto tenía muchas ganas de volver a casa a estar con mi hermano porque era el único con quien podía confiar, y disfrutar del tiempo.

— Ahora poneros en parejas y haced el trabajo —dice la profesora de literatura.

Yo tenía apuntado en la libreta todo lo que teníamos que buscar en internet para después ponerlo en el PowerPoint. Estaba volviendo a ser yo misma.

Ethan se sienta a mi lado, ya que ahora me siento al final sin nadie al lado.

Sacó la libreta y la coloco al medio.

— ¿Cada uno que buscamos? —Pregunta Ethan.

Suspiro y agarro un boli de mi estuche, apunto al lado de cada frase nuestros nombres, sin querer apunto mi nombre más veces haciendo que yo tenga que buscar más cosas.

Ethan mira la libreta, agarra otro boli y tacha mi nombre dos veces para poner el suyo, haciendo que él tenga que hacer más trabajo.

— ¿Qué haces? —pregunto perpleja.

— Cosas —me dice normal y yo frunzo el ceño.

Si lo que estás intentando es que yo me vuelva a enamorar de ti lo tienes claro, guapo.

— ¿Qué pasa? —Me dice, sonriendo, clavando la mirada en mí, que eso hace que me ponga un poco nerviosa.

Idiota...

Aparto la mirada y enciendo el ordenador para empezar a trabajar.

— ¿Hay que buscar todo eso? —Pregunta.

¿Es tonto o qué?

— Todo lo que ponga tu nombre.

— Ya. ¿Hay que decirlo con nuestras palabras? —Eso lo pronunció como si fuera un susurro. O a lo mejor son imaginaciones mías.

— ¿Qué haces? —Lo miro, molesta.

— Preguntarte sobre el trabajo —dice con normalidad.

— Pues busca eso y ya está.

— ¿Qué te pasa? —Pregunta frunciendo el ceño.

— Nada —murmuro.

Lo odio, lo odio mucho, demasiado. ¡No lo soporto!

— Por cierto: te queda bien el pelo corto.

— Gracias —me encojo de hombros.

Nos callamos un momento y yo busco la primera frase que pone en la libreta. Pero vuelve a hablar:

Solo yo [[Trilogía Solos 1]] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora