C. 13: Cosas privadas.

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Me despierto, miro el techo pensando en si lo que pasó ayer era real. Y sí, está a mi lado durmiendo, sus ojos verdes cerrados, su pelo negro desordenado, su boca entreabierta y su brazo en mi cintura abrazándome de lado. Sonrío tonta mirándolo. Pero creo que esto ha sido un error. Lo que hicimos esta noche me dan ganas de volverlo a repetir, porque ayer tuve un poco de miedo cuando vi su miembro, pero también me sentía segura. No sé ni cómo explicarlo. Pero lo único que sé es que desde que sentí ese cosquilleo en la barriga cuando me sonreía, esa sonrisa tonta que se formaba en mis labios cuando dormía en el sofá y veíamos películas, esa risilla que me aguantaba cuando decía cualquier tontería.

Yo ya sé que me quiere como algo más que amigos, me lo demuestra. Y sé que lo estoy complicando mucho, pero las cosas no son tan fáciles como muestran en las películas. La vida es dura, y en cualquier momento te llevas un disgusto por algo o por alguien. Todo en esta vida no son florecitas y arcoíris como explican en los cuentos infantiles o en las películas de Disney. Tienes que sufrir para conseguir lo que quieres, tienes que luchar por lo que quieres ser, y depende de qué cosa es más difícil que otra.

Me levanto de la cama, me voy a la ducha dándome un baño caliente, me visto y salgo del baño yendo a la mesita de noche, desenchufar el móvil del cargador -6:52a.m-, e irme rápido sin despertarlo.

Salgo de casa agarrando las llaves para después volver y no tener que picar a la puerta. Camino a la heladería. Es otoño, pero aquí hay una heladería que está abierta a las veinticuatro horas.

Entro y veo que no soy la única que va a comprar helados a las siete de la mañana. Una chica rubia y más o menos de mi estatura está esperando a que la atiendan. Las chicas que trabajan haciendo helados y vendiéndolos por cucurucho o tarrinas están dentro del vestíbulo yo que sé haciendo. La chica rubia lleva un top blanco con unos pantalones también del mismo color, bambas blancas y una americana beige. Su cabello rubio está recogido en una cola baja y unos aros cuelgan por el agujero de la oreja.

- ¿Estás triste? -Me pregunta.

- ¿He? -La miro perpleja.

- Estás triste, se te nota. -Me mira y veo de qué color tiene los ojos: azules.

- ¿Llevas esperando mucho? -Le pregunto para cambiar el tema.

- Ya saldrán de su escondite.

Sonrío mirando a la puerta sale una chica de pelo rizado rubia con los ojos marrones y piel blanca.

- ¿Qué deseáis? -Pregunta.

- Tarrina, dos bolas, helado de melocotón y vainilla. -Dice la chica de los ojos marrones.

La chica se pone en manos a la obra; agarra una tarrina mediana, con la cuchara de helado agarra una bola grande del helado de melocotón y lo pone en la tarrina, con el helado de vainilla hace lo mismo.

- ¿Y usted? -Me pregunta.

- De turrón y magdalena.

- ¿Tarrina o cucurucho?

- Tarrina.

Me lo prepara y me lo da. Pagamos lo que valen los helados.

- ¿Ahora a dónde vas a ir? -me pregunta la de los ojos azules.

- Creo que a la playa.

- Voy contigo. Estoy aburrida, no sé lo que hacer y ahora mismo no quiero volver a casa.

Río leve, salimos de la heladería y caminamos a la playa.

- ¿Quieres desahogarte conmigo? -Le pregunto.

- Mi madre... es muy pesada a veces. Hoy he discutido con ella porque había sacado un tres en matemáticas. Menos mal que dentro de poco me voy de este pueblo y creo que habrá menos discusiones.

Solo yo [[Trilogía Solos 1]] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora