Capítulo 4

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Koko colocó a Inui en el sillón de la sala, liberando un suspiro para luego sentarse a su lado. Inui se recostó en el respaldar del asiento, llevándose una mano a la cabeza por el dolor.

"¿Que sucedió?" Preguntó Koko sin muchas esperanzas de recibir una respuesta.

Para su sorpresa, al cabo de unos largos segundos Inui respondió "No tengo casa".

Koko posó su mano sobre el hombro de su amigo, en señal de empatía. "Te traeré agua y algo para el dolor" dijo él al cabo de unos minutos, abandonando el lugar.

Inui quería ver el hogar de Koko pero sus ojos no se abrían por si solos, como si le pesaran. Prefirió mantenerlos cerrados hasta que oyera la voz de su amigo al volver.

"Aqui tienes" anunció el pelinegro pero Inui ya no era capaz de responderle. Se había dormido. Regresó a sentarse a su lado, apoyando su brazo en el respaldar del sillón y dejándolo caer hacia el otro lado. Miraba a su amigo con detenimiento. Guió su mano hasta uno de sus mechones rubios que cubrían su cicatriz. Koko no había tenido oportunidad de verla detenidamente.

"Si hubiera llegado antes..." pensó bajando su mirada a los ojos cerrados de Inui. A Koko le gustaban sus pestañas rubias. Se apartó de él liberando aire para pensar su siguiente movimiento. Fue en busca de una manta para cubrir al rubio. Era lo mas lógico, Inui dormiría alli. Pensaría mejor que hacer, mañana.

Inui se despertó por la luz que invadía el cuarto al entrar por la ventana. Con esfuerzo se sentó en el lugar. Quería sentirse triste, o avergonzado, pero su dolor de cabeza era más fuerte. Afortunadamente Koko le había dejado las pastillas y el agua a su lado. Luego de consumirlas, miró a su alrededor. Ahora si podía apreciar la belleza del hogar de Koko.

Él no se encontraba por allí asi que se levantó con la intensión de buscarlo, mas se distrajo viendo la decoración de la casa.

"Despertaste" Inui volteó al escuchar esa voz. No sabía que debía decir primero. ¿Gracias?¿Buenos dias?¿Perdón?

Él solo abrió su boca esperando que su mente tomara la mejor decisión, pero el pelinegro habló primero. "Desayunemos".

Inui tuvo que negarse. Para empezar nunca desayunaba y ese día en particular la idea de comer le daba nauseas. Le explicó eso a Koko, el cual entendió pero aún así lo guió a la cocina, llevándolo a una barra desayunadora para que se sentasen a charlar.

Inui abrazó con sus dedos el vaso de agua frente a él, mirándolo con tristeza. Quería decir todo lo que de guardaba, pero al mismo tiempo no tenía las fuerzas para hablar.

"Inupi, ¿que vas a hacer?" Preguntó Koko que de alguna manera hizo sentir apurado a Inui.

"Volveré con mis padres supongo" respondió al no encontrar otra alternativa.

"No tienes que. Vivirás conmigo" dijo Koko seguro de sí. Inui apartó la vista de su vaso para verlo a él. "No haré eso. Sería mucha molestia" se negó.

"Claro que no, somos amigos. Quédate el tiempo que quieras" dijo el pelinegro despreocupado.

Inui quería negarse, le avergonzaba aceptar algo así, pero que otra opción tenía. Vivir con sus padres no debería ser una. Koko ya le había salvado la vida una vez. No, dos veces contando anoche. Esta sería la tercera.

"Solo seré un peso. Él debe tener su propia vida, estorbaré. Pero mi lado egoista quiere quedarse con él, con el hombre que me salvó" pensaba Inui mordiendo su labio nervioso antes de responder.

"Solo hasta que consiga otro lugar donde vivir" respondió finalmente. Koko lo abrazó por el hombro y demostró alegría ante su respuesta. Inui no pudo evitar formar una pequeña sonrisa.

Lo siguiente fue mostrarle el cuarto donde Inui dormiría. La idea aún avergonzaba al rubio. Seguido Koko le avisó que se iría a duchar para que en ese tiempo Inui pueda familiarizarse con la casa.

Éste decidió salir al patio trasero para tomar algo de aire fresco, que ironicamente terminó fumando otro cigarrillo.

No pasó mucho hasta que el dueño de la casa llegara a acompañarlo.

"¿Me das uno?" Preguntó el pelinegro tomando el cigarrillo y encendedor de las manos de Inui.

Koko miró de reojo a Inui, analizando a la persona a su lado. De pronto sintió que en ese instante pasaban miles de cosas por la mente del rubio. Sintió que no conocía ni la mitad de él, pero quería hacerlo.

Sin embargo supo reconocer que para el chico debía ser un momento delicado como para interrumpir sus pensamientos con preguntas triviales.

Por otro lado, Inui anhelaba que Koko dijera las primeras palabras para matar esos pensamientos que lo ahogaban. Él no sabía que preguntar o que decir, pero lo que si sabía es que el silencio lo mataba lentamente desde adentro hacia afuera.

Una vez en la oscura y solitaria noche, solo que esta vez en la casa de su amigo, a Inui le cayó de golpe la realidad de que ya no tenía casa. Se sentía miserable, inutil, molesto y triste consigo mismo. Ahora mismo podría estar en la calle durmiendo debajo de quien sabe que puente si no fuera por el alma generosa que es Koko. Aunque tal vez exageraba, Inui podía pagar un hotel por al menos unas noches, pero luego de eso que haría.

Y en la mismísima oscuridad fue cuando Seishu recordó. Sus padres. Sus padres definitivamente se burlarían de él cuando se enteraran. De solo pensarlo su humor empeoraba drasticamente. Pero claro no tenían como enterarse hasta que volvieran a visitarlo. Inui se consoló pensando que podría vivir en paz hasta entonces.

Aún con ese triste consuelo las lagrimas ya empapaban la almohada que Koko había preparado para él. Se las limpiaba pero estas no paraban de salir, logrando solo que se frustre más. Inui quería que ya pasara esa etapa de su llanto para pasar a la parte en la que ya no puede llorar más del cansancio, y así poder dormir. Si pudiera apagaría su mente como si fuera un interruptor.

La opción facil era dejarse recibir un golpe fuerte en la cabeza y apagar por la eternidad sus pensamientos. Pero no podía, ahora tenía una razon para vivir. Koko. Debía vivir por él. Tal vez a Koko ni siquiera le importara tanto Inui, pero ahora que tenía una razón para seguir adelante quería vivir con esa ilusión.

Luego de horas de empapar su rostro con lágrimas saladas, Inui pudo conciliar el sueño. Ah el mundo de los sueños, donde la gente escapa para evitar sus problemas. No era una excepción para el rubio. Soñar cosas que para nada tienen que ver con su vida le permitían despertar de un mejor humor. Por lo menos hasta que despertara por completo, regresando a la cruel realidad. Que a pesar de no tener hogar, ahora no parecía ser tan mala. Viviría con Koko.

The Reason [kokonui]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora