Capítulo 22

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12:00 pm. Cuarto día tras la desaparición de Inui.

Koko se preguntaba si solo debía dejar la vida pasar y esperar a que Inui regrese algún día, o si debía hacer algo al respecto. Esperar es una tortura.

Luego de unos largos minutos pensando tomó una decisión. Comió unas cuantas uvas antes de salir por la puerta y caminar lentamente sin destino alguno a través de la ciudad.

Solo quería tomar aire y, si tenía suerte, encontraría a Inupi. Aunque Koko ya casi no crea en esa posibilidad. En el trayecto liberó varios bostezos debido al sueño.

El pelinegro recordaba los lugares en los que había estado con Inui, solo por diversión. Aunque era mas una tortura. A pesar de no haber pasado toda una vida juntos, en definitiva el tiempo que tuvieron fue el mejor en esos 19 años.

Se detuvo en la vidriera de un local de comida. Se dio cuenta de que en realidad no sabía mucho de su amigo. ¿Le gustaba mas lo salado o lo dulce?¿Cual era su color favorito?¿y su animal favorito? Son cosas triviales, pero jamás le preguntó.

Aún tienen tanto por conocer y hacer. Kokonoi se niega a que eso termine allí, y sin una despedida. Pero aun así, vivía repitiéndose que debía ser una exageración. Inupi está teniendo un tiempo para él mismo, volverá y la siguiente semana irá a su cita con el psicologo, volverá al trabajo y todo mejorará. Entonces podría volver a abrazarlo y sentir su calor.

Todo lo que quería... era volver a sentir ese calor. ¿Acaso la vida era tan fría antes de que Inui llegara? No lo recordaba así, pero así es como se siente ahora.

"Yo quería... que tuvieramos un futuro juntos. No, aún lo quiero. Y lo conseguiré" se dijo a si mismo con firmeza.

Levantó su mirada para ver la calle que se avecinaba y como si los milagros existieran, le pareció ver a la distancia al amor de su vida, o eso creyó tras ver esa cabellera rubia. No, si era él.

"¿Inupi?¡Inupi!" Gritó acelerando su paso hasta él.

El chico que ya se encontraba cruzando la calle voltea. Tenía lagrimas en sus ojos, pero le preguntaría al respecto después, ahora lo importante es que lo había visto. Todo su ser se llenó de felicidad sin poder evitar dibujar una sonrisa en su rostro. Estaba tan inmerso en ese sentimiento que no se percató de que el joven de cabellos rubios, era el único cruzando la calle.

Lo siguiente que supo es que Inupi ya no estaba caminando por la avenida, pues un camión ocupaba su lugar. La imagen es borrosa ya que los ojos de Koko estaban llenos de lágrimas. Solo podía distinguir manchones en movimiento, probablemente eran personas yendo a socorrer al rubio; más el camión parado en la senda peatonal y el rastro rojo de sangre, guiándolo hasta Inupi.

Koko no se había movido un centímetro desde que sucedió el accidente. Seguía en estado de shock. Sus piernas sabían que si se movían, correrían desesperadas hasta el cuerpo, corroborando así, que lo habían visto sus ojos era cierto. Y no quería eso, quería que la imagen de Inui sano y salvo viviera el su mente un rato mas.

Sentía como sus piernas se volvían débiles teniéndo que sostenerse del poste de luz a su lado. Las gotas acumuladas en sus ojos se esparcían por su rostro, dejando ver una imagen más clara de la situación, aunque Koko ya lo había adivinado.

En cuanto reguló su respiración supo que era lo que tendría que hacer, lo que temía hacer. Ir al hospital. Teniendo que enfrentar la verdad.

Cualquier otra persona en la sala de espera lo miraría y pensaría que el chico esta calmado, pero la verdad es que la desesperación y la angustia lo ahogaban de tal manera que no podía expresarlo.

El olor a hospital le daba nauseas, quería tomar a su amigo y largarse de ahí.

Al enterarse de que ya podía visitar a Inui, puso su mejor sonrisa antes entrar en su cuarto. Pero éste no pudo apreciarla, estaba dormido.

"Sí, está dormido" confirmó Koko al ver los signos vitales en movimiento en el monitor. Largó un suspiro.

Caminó con cuidado hasta su lado, como si hubiera alguna posibilidad de despertarlo, cosa que probablemente no pasaría. Inui estaba muy malherido. Koko quiso llorar, pero contuvo sus lagrimas.

Se sentó a su lado y tomó su mano, rasposa por las heridas causadas en el accidente. Aún sentía su calor. Llevó su mirada al rostro de Inupi. Habían rastros salados en él. Quería volver a ver esos ojos verdes brillar, esperaría lo necesario para poder hacerlo.

"Tu y esa maldita costumbre tuya de no ver antes de cruzar... tonto. Por favor despierta. Te amo Inupi" le dijo con esperanzas de que alguna parte de su cuerpo recibiera el mensaje.
 
En solo minutos los doctores entraron por la puerta, por inercia, Koko se puso de pie.

"Esta muy malherido, daños en la cabeza, y su brazo y pierna izquierda fracturados, esto se debe al lugar del impacto" Koko tragó grueso y esperó en silencio que el doctor terminara de hablar. "No es todo, también encontramos heridas superficiales en los muslos, cortes y rasguños, muy probablemente se deban a autolesiones"

El pelinegro miró a Inui con tristeza, él no sabía que el chico pasaba por algo así. Apretó con fuerza sus labios ante la vista desgarradora del inconsciente Inupi. No solo estaba herido por fuera, eso era lo mas doloroso.

"Pero," continuó el doctor, obligando a Koko a mirarlo "aun puede vivir. Tiene que luchar y ponerle voluntad, pero puede hacerlo."

El joven abrió los ojos con un notable brillo en ellos. Se recuperaría. Era cierto. Inui saldría con vida de allí.

Dio las gracias al hombre que ya se dirigía a la salida de la habitación.

"Oiste eso Inupi, no te librarás de mi tan facil" dijo y se sentó nuevamente tomando la mano de su amigo.

Sin darse cuenta cuando, se encontraba completamente dormido. Era lógico, no había pegado un ojo hace mas de 24 horas. Su cabeza reposaba sobre la camilla y su mano aún se aferraba a la de Inupi. Reconfortante por el calor que transmitía.

The Reason [kokonui]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora