Capítulo 20.

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Yolus no tardó en levantarse de la cama, aún se seguía sintiendo asustado luego de despertar de ésa pesadilla pero varias voces afuera de dónde se encontraba le habían llamado la atención.
Aún con pasos lentos se acercó a la puerta y al abrir pudo notar a varios aldeanos alrededor del carro observando el cuerpo sin vida de la reina Afrodita.

Ver algo como éso no le había gustado así que se acercó rápidamente hacia el carro para impedir que siguieran viendo a la mujer, cubrió nuevamente su cuerpo y no tardó en hablarles algo enojado.

– ¿Qué es lo que hacen? – Miró a  hombres y mujeres que estaban ahí notando enseguida unos rostros preocupados.

– ¿Ésa mujer en verdad es la reina Afrodita? – No tardó en hablar una señora entre toda ésa gente. – ¿Qué fué lo que ocurrió en el castillo?

– ¿Dónde están los demás? – Había dicho un señor enojado aunque el rubio no sabía que decir. – ¡Responde!

El grito lo había hecho reaccionar rápido pero no sabía que decirles ya que él no pudo verlos, después de todo estuvo encerrado en la habitación del soberano hasta que había sido rescatado.

– Lo lamento, yo...no tengo idea que pasó con ellos. – Empezaba a recordar cómo había ocurrido todo ésa noche.

– ¿Dónde está Astor?, ¡Él guiaba a los demás! – Gritó uno de los hombres algo enojado, no podía ocultar su preocupación.

El bufón no podía decir ninguna palabra, no sabía cómo iban a reaccionar al enterarse de la verdad pero lo hizo de todos modos. Intentando tranquilizarse para empezar a decirles a todos sobre la única muerte que pudieron ver sus ojos cuando escapaba junto a la fallecida reina.

No tardó mucho para empezar a escucharse los llantos de las mujeres y notar los rostros de enojo de los hombres, no podía aguantar la situación en la que se encontraba así que lo único que pudo hacer era disculparse.

– Realmente lamento mucho sus pérdidas, en serio lo lamento...– Terminó por derramar algunas lágrimas aunque seguía creyendo que era todo su culpa.

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Habían pasado solo unos minutos cuando las cosas se habían calmado, varios de ésos aldeanos se habían marchado aunque quedaron algunos junto al rubio para ayudarlo en algo que él les había pedido.
Yolus necesitaba enterrar el cuerpo de la mujer que arriesgó su vida por él, necesitaba darle una buena sepultura aunque no sea lo que ella realmente merecía, ya que las personas como ella tenían otra clase de entierro tras su muerte.

Por ejemplo ellos eran momificados, teniendo en todo su cuerpo vendajes y otras cosas para prevenir la putrefaccion. En cambio los aldeanos pobres solo enterraban a sus seres queridos sin ningun preparativo, quizá decoraban con una cruz y varias flores.

Por eso como muestra de respeto Yolus pidió que bajaran el cuerpo de la mujer y lo dejaran en la cabaña donde él había despertado, no quería dejarla mucho tiempo en el carro así que sólo estaría unos momentos ahí mientras los demás lo ayudaban a hacer un gran agujero en el sector donde descansaban los fallecidos.

Un lugar hermoso tenía que admitir, un gran lugar donde crecían los árboles y las flores.

El bufón aún con pasos lentos logró alcanzarlos, trataba de tomar alguna herramienta pero se lo habían prohibido ya que su aspecto era aterrador, nadie sabía que cosas crueles le pudo haber pasado a él. Así que dejaron que descansara en el suelo mientras ellos se ocupaban de todo.
El rubio agradeció y no tardó en sentarse torpemente, no tardó en sentir el dolor en sus pies.

Al ver pudo darse cuenta que sus pies desnudos estaban muy lastimados, sucios y con rastros de sangre por todo el viaje que había hecho.

No tardó en suspirar por el descanso que estaba teniendo después de todo lo ocurrido, sin darse cuenta una mujer mayor se había acercado a ellos, en su mano había tenido algo que cubría.
No creía que la señora iba a detener sus pasos frente a él, pero así lo hizo...con un poco de preocupación extendió sus manos y dejó al descubierto lo que llevaba.

Algo que dejó al pobre hombre sorprendido pero feliz, sólo bastó ver una rodaja de pan para agradecer a la mujer una y otra vez.

– Cuando termines de comer acércate para poder curar tus heridas, de seguro te duelen mucho. – Había dicho la mujer mientras observaba a los hombres trabajar. – No creo que les moleste si me lo llevo ¿no?

– Claro que no. – Tomó un descanso uno de ellos. – Necesita curar sus heridas de inmediato así que apenas termine lo llevaré contigo.

Yolus no tardó en agradecer mientras la mujer empezaba a hablar con uno de los señores, pero nadie se imaginaba que las cosas iban a cambiar de la nada.
Unos sonidos extraños había llamado la atención de alguno de ellos, luego de Yolus hasta que los sonidos de una tropa se hacia más fuerte.

Lo que estaba observando ahora mismo el bufón lo aterró por completo, sintió una sensación fría en todo su cuerpo al ver a lo lejos al soberano acercándose de a poco.

No pudo decir ninguna palabra mientras los demás aldeanos estaban confundidos, no sabían de quienes se trataban hasta que algo ocurrió de golpe.
Algo cruel que el soberano no tardó en ordenar, algo que no se tardó en escuchar en voz alta.

– ¡¡Disparen!!

Una lluvia de flechas asustó a todos los aldeanos que se encontraban con Yolus, sólo cuando uno empezó a correr empezaron a hacerlo todos dejando atrás al rubio que apenas podía alejarse con rapidez.

Dejaron todo lo que estaban haciendo mientras les avisaban a los demás a lo lejos el ataque que estaban por sufrir, la primera en caer había sido la pobre mujer, sus piernas ya no eran lo suficientemente fuertes y veloces como para poder escapar.
Una flecha en su espalda la hizo caer, quizá sufrió por unos segundos hasta perder la vida de manera rápida.

No tenían tiempo de salvar la vida de los demás, sabían que era inútil girar y ver detrás tuyo para ver si ella podría seguir con vida.
Cuando llegaron ya los demás aldeanos no tardaron en estar aterrorizados intentando huir o encontrar a sus hijos en todo ése desastre.

En cambio Yolus no tardó en ir hacia donde se supone estarían el cuerpo de Afrodita, pudo ver a varios escaparse de ahí dejando el cuerpo aún en la mesa. Así que no tardó en entrar a ésa cabaña aún cuando sus pies ya no daban más.
Sin darse cuenta ya estaba llorando y sus manos temblaban cuando escuchaba los gritos desesperados de varias personas.

Todo era un caos ahí afuera, necesitaba huir de ahí lo más rápido que podía aunque había algo que lo detenía y éso era la reina.
No quería dejarla ahí aún si estaba sin vida, si Hércules la encontraba era más que obvio que podría hacer algo horrible con ella.

Quiso salir de la cabaña aún cuando tenía mucho miedo para poder usar el carro en el que había llegado pero al salir pudo darse cuenta como varios soldados ya estaban matando a las personas, entrando a cada cabaña de manera agresiva y acabando con cualquiera no importa la edad.

Cerró la puerta cuando empezó a escuchar los gritos de los niños y éso sólo lo destruyó por completo, no tardó en caer al suelo arrodillado suplicando piedad.

– Todo es mi culpa...– Terminó por decir llorando desesperado mientras afuera parecía el mismísimo infierno.

Tarde o temprano sabía que abrirían la puerta frente suyo para arrastrarlo hasta ése hombre, ya no tenía escapatoria.
Tantas vidas inocentes asesinados por su llegada, no dejaba de culparse por todo.

– Por favor, ya detente...por favor...– Empezaba a susurrar solo hasta que la puerta frente suyo se había abierto de una buena vez.

El rubio no tardó en levantar su mirada, le aterraba hacerlo pero lo hizo de todas maneras notando enseguida ése rostro que quería olvidar.
Se lo podía notar tan enojado, tan furioso que sólo se quedó quieto esperando su castigo.

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Aún se acuerdan de ésta historia?😂😂 Me re perdí, lo sé.
Pero ocurrieron muchos problemas en casa y tuve que desconectarme de ésto.
Espero disfruten del capitulo, el capítulo que sigue ya está terminado también pero revisaré unas cosas más.
Buenas noches y lamento perderme.

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