Capítulo 2

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El bufón temblaba de miedo, no lograba hablar después de lo que escuchó.

– P-por favor...

– ¿Mm? – Hércules acariciaba su rostro con una mano mientras con la otra tocaba el pecho del rubio.

– S-señor, se lo suplico. – Su voz empezó a temblar.

– Cierra la boca, deberías estar agradecido de servir para algo.

El soberano sujeta las calzas del bufón y lo rompe para dejar ver su ropa interior primero.
Yolus tenía demasiado miedo cuando vió que el soberano iba en serio con éso de tenerlo ésta noche.

– ¡¡Por favor no!! – Empezaba a llorar y suplicar para que el hombre sintiera algo de remordimiento pero al parecer éso no funcionaba en absoluto.

– ¡¡Cierra tu puta boca!! – Rompió la ropa interior que tenía puesto el rubio para luego sonreír. – Ahora sí, mucho mejor.

– P-piedad s-señor, por favor.

– Cierra ésa boca antes de que te dé un buen golpe. – Levanta sus piernas para acomodarse entre ellas.

Hércules separa más las piernas del bufón para poder ver su entrada tan pequeña, era obvio que era virgen.
Cada vez se ponía más caliente al pensar como iba a disfrutar ése cuerpo.

Tocó con sus dedos la entrada haciendo saltar del miedo al rubio, estaba completamente asustado y sabía que nadie lo iba a ayudar.

– ¡¡Noo!! – Pateó al soberano con fuerza haciendo que éste caiga al suelo.

Era obvio que Hércules iba a enojarse demasiado, después de todo jamás nadie le había rechazado.
Y aunque ésta vez sea un hombre no iba a permitir que éste le falte al respeto.

Tenía que aprender a la fuerza que el que manda es él.

– ¡¡Maldito hijo de perra!! – Se levantó del suelo pero el bufón con miedo retrocedió en la cama.

– L-lo lamento...

Temblaba al ver como Hércules se acercó a él y lo arrastró de los pies para que esté cara a cara.

– Si no quieres que te rompa la cara te conviene hacer caso, ¡¿Haz entendido?! – Sujetó su rostro con fuerza.

– P-pero...

– ¡¿Pero qué?! – Golpea su rostro con fuerza logrando que le quedara una marca roja en la mejilla. – ¡¡Tu trabajo ahora es abrir las piernas para mí!!, ¡¿Escuchaste?!

– S-si...– Empezaba a llorar mientras Hércules le soltaba el rostro para luego abrir sus piernas.

No lo preparó, solo sacó su miembro delante del rubio mientras empezaba a frotarse por unos segundos.
Yolus pudo ver el miembro del soberano y sabía que iba a sentir mucho dolor.

Hércules se acercó al rubio acomodando su miembro a ésa pequeña entrada y empujó para poder meterlo de una vez pero era imposible.
Estaba muy estrecho, era difícil entrar.

– ¡¡No, por favor!! – El pobre hombre lloraba y suplicaba para que dejara de empujar su miembro dentro de él.

Después de todo era obvio que no iba a funcionar.
Yolus se arrastraba para escapar otra vez pero solo logró voltearse y dejar que Hércules aplastara su cabeza contra la cama.

– Maldita sea, ¡¿Acaso no entiendes cuando te digo que te calles?! – Con enojo metió dos dedos dentro del bufón para lograr abrir su entrada aunque lo único que logró fue que el rubio gritara de dolor.

– ¡¡Aah, p-para por favor!!. – Movía sus piernas pero era en vano, el cuerpo grande de Hércules no lo dejaba moverse.

– Creo que ahora ya deberías estar listo. – Sonrió satisfecho, ya estaba harto de ése estúpido.

Sacó sus dedos con rapidez para luego meter su miembro, no importaba que ése idiota suplicara piedad.
Empujó con fuerza hasta meter la mitad de su miembro mientras podía escuchar como el rubio gritaba debajo suyo.

– ¡¡Duele!! ¡¡Por favor...!!– Lloraba sin control.

– ¡¡Cierra la maldita boca!! – Sujetó su cabello con fuerza mientras se acercó hasta su cuello.

Yolus empezó a sangrar cuando Hércules terminó de meter todo su miembro dentro de él.
No soltaba su cintura y empezaba a moverse cada vez más rápido embistiendolo sin control aunque el otro gritara.

Abrazó su cintura del rubio mientras colocó su mentón en la nuca del bufón y empezaba a gruñir de placer.

Se sentía grandioso estar dentro de ése hombre, estaba tan apretado que le encantaba.
Amaba sus gritos y ésas lágrimas.

Yolus intentaba escapar de él pero no podía en absoluto, mientras quería gatear aunque estaba siendo penetrado era arrastrado hacia atrás para que Hércules pudiera tenerlo más cerca de él.

Era una pesadilla, deseaba que lo golpeara hasta agonizar en vez de estar ahora mismo de ésa manera.
Cada embestida se sentía como otra puñalada más.

El soberano salió de él y cambió de postura.
Ahora lo tenía mirando hacia arriba, con las piernas abiertas y lleno de lágrimas en sus ojos.

Se veía tan hermoso, como todo una obra de arte.

– P-piedad p-por favor...– Sus piernas abiertas temblaban por el dolor .

– Serías perfecto si tan sólo no hablaras, tal vez debería coser tu boca. – Se acercó a él y empezó a besar su cuello mientras levantaba una de sus piernas y se acomodaba para continuar con lo que hacía.

– Y-ya no, d-duele m-mucho...– No podía cerrar sus piernas, era doloroso.

Hércules no hizo caso a lo que pedía el pobre bufón.
Ésa noche el soberano continuó lastimando su pequeño cuerpo las veces que pudo.
Entre gritos y golpes pudo lograr educar un poco al tonto imbécil que no servía para nada.

Bueno, ahora servía al menos para algo y éso era saciar el hambre que tenía cada noche que él quería.

Ahora no se aburría jamás después de conseguir ése hermoso esclavo.

Cada noche pedía por él, aunque muchas veces éste se resistía con los soldados.
A veces lograba sacarlo de las casillas con tantos gritos y con las veces que intentaba escapar sin éxito del lugar donde él mandaba.

Pero siempre lo atrapaba, después de todo era su esclavo.
Le pertenecía, aunque él no quisiera.

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