Los gritos y súplicas se escuchaban muy fuertemente ésa noche, llegando hacia los oídos de los sirvientes del palacio y empleados.
Escuchándose sin parar y logrando asustar a algunos como si se tratara de las puertas del infierno.Los gritos del dolor...
Ya al día siguiente apenas amaneciendo los sirvientes estaban preparando los alimentos para que su señor Hércules y su esposa Afrodita pudieran probar.
La gran mesa estaba lista de exquisitos platos acompañado como siempre de jarras de un buen vino.Al terminar los sirvientes se retiraron con las cabezas mirando al suelo sin ver a los ojos a su señor por el miedo que tenían.
Dejando sólo a los hombres armados de lanzas en cada esquina de la sala para vigilar todo a su alrededor.El primero en sentarse había sido Hércules quién al estar ya en su asiento no dudó en esperar a que su copa sea servido de inmediato.
Tomó el vino degustando con su lengua para luego sonreír satisfecho mientras el sirviente se retiraba dejando la jarra a su lado.La bella mujer Afrodita no tardó en aparecer y sentarse tranquilamente algo lejos del soberano, aunque a él no le importó en absoluto.
Se le podía ver tranquilo, cómo si estuviera de buen humor.Pero todos habían escuchado con atención ésos gritos desgarradores que salían de su alcoba, ésos gritos y súplicas de ése pequeño hombre que antes era el bufón del palacio.
Obviamente nadie se atrevió a preguntar qué era lo que pasaba en ésa habitación, claro que nadie tenía la valentía de hacerlo ya que si lo haces perderías la cabeza de un momento a otro.
La esposa del soberano tenía algo de interés en saber cómo se encontraba ése pobre hombre, pero nunca pudo acercarse a la habitación.Ahora mismo estaba siendo vigilado y lo peor es que Hércules podría encontrarla espiando, no quería meterse en problemas así que no se acercó por ahí.
Aunque la suerte quizá estuvo de su lado al presenciar cómo en unos minutos de comer un soldado se acercaba hacia el soberano para informarle que necesitaban de su presencia en una aldea que querían destruir.Al parecer los aldeanos no se quedaban con los brazos cruzados cuando se trataba de proteger sus hogares.
Por eso mismo necesitaban a su señor para acabar con ése problema lo más rápido posible.
Al escuchar la noticia Hércules sólo volvió a hacer una mueca en su rostro y avisó que prepararan su caballo de inmediato.Al oír lo que sucedía a su lado Afrodita no dudó en pensar en el bufón que aún estaba en la habitación después de los pedidos de auxilio.
Ahora mismo quizá los dioses la ayudaban a poder entrar a ésa habitación y éso era de agradecer, la mujer empezaba a sentir nervios para cuando ése hombre se retirara del lugar.
Al terminar de comer Hércules se levantó de golpe sin prestar atención a su esposa y se dirigió hacia su alcoba para encerrarse ahí por unos minutos hasta que prepararan sus cosas.
La mujer ya terminando su comida pasó por la habitación donde se encontraba ésos dos hombres y no dudó en colocar su oreja en la puerta para escuchar algo del otro lado.Pero no pudo oir nada, así que antes de que él saliera se retiró a su alcoba para esperar en el momento oportuno.
Tras salir de su habitación Hércules se acomodó su vestuario y se retiró para irse sólo por unos días hacia el pueblo donde era llamado, le molestaba tener que irse pero mantuvo la calma ya que regresaría lo más rápido que pudiera.Apenas al irse con un grupo armado detras suyo la mujer no tardó en aparecer frente a la puerta de la habitación, pero ahí parado se encontraba tres guardias que vigilaban la entrada.
Aún así se acercó hacia ellos con la cabeza en alto, pero uno de los hombres habló primero.
– Lo lamento mi reina, pero no puede pasar a la habitación.
– ¿Por qué no puedo?
– Son órdenes del soberano.
– Entiende que yo soy la esposa de tu señor, ésa alcoba es tanto de él como la mía, asi que no me bloquees el paso y muévete de una vez.
– S-si mi reina...– Los dos hombres inclinaron la cabeza ante ella y la dejaron pasar.
La mujer al entrar y darse cuenta que la dejaron sola no esperó para mirar frente a ella y ver en ésa cama de gran tamaño a cierto hombre de cabellos rubios boca a bajo y con una tela cubriendo su desnudez.
Tapando su cintura y sus piernas pero dejando ver los moretones y golpes en ésa piel.Afrodita no pudo creer lo que veía cuando se acercó aún más, tocó su cabello que tapaba su rostro y lo acomodó para poder verlo mejor, pero cuando lo hizo se escuchó un quejido previniendo del bufón.
De inmediato una lágrima caía de sus ojos y la mujer sintió pena al verlo así.
– Dios mío...– La mujer acarició su rostro del rubio para luego tocar su frente, ahí mismo se había percatado de que tenía fiebre.
No esperó nada para ir hacia una mesa donde se encontraba una jarra de agua y un tazón.
Lo colocó cerca de la cama y empezó a mojar un pedazo de tela para luego colocarlo en la frente del señor.Al primer contacto con ésa tela fría Yolus empezó a quejarse y al intentar abrir sus ojos pudo ver a una mujer frente a él.
No esperó a saber de quién se trataba, sólo necesitaba decir unas pocas palabras para ver que podía escucharlo.– P-por favor...
– Tranquilo no te esfuerces, su cuerpo está muy débil. – Mojaba la tela otra vez.
Con las pocas fuerzas que podía tener el bufón arrastró su brazo hacia llegar a ésa mujer y tocar su mano.
– ...A-ayuda.
Afrodita sintió un frío recorrer todo su cuerpo, ver a ése pobre hombre frente a ella con ésos golpes y con esos ojos empezando a derramar unas cuantas lágrimas provocó un dolor en su pecho.
No tardó en sostener su mano y mirarle a los ojos para luego hablar.– ...Te ayudaré.
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Otra actualización, espero les guste...tarde un montón por que tenía la mente en blanco y eso que ya estaba completo sólo que no quedé satisfecho.
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Mi Querido Esclavo
FanfictionEl soberano está cansado del aburrimiento en su gran palacio, se aburrió de la mujer que lo acompaña cada noche en su alcoba. Ya lo cansaba y fastidiaba, siempre estaba apegada a él. Pero en una noche sus ojos se enfocaron en su bufón que con miedo...