Capítulo 23 (Final)

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Hércules no supo en que momento se había quedado dormido, así que no se dió cuenta cuando Yolus había soltado su mano para poder ponerse de pie mientras cubría su cuerpo con una tela.
Era extraño pero sentía como si alguien lo estaba llamando a lo lejos así que no tardó en dar unos pasos hacia la puerta aunque se sentía algo mareado.

Fue extraño salir tan tranquilamente, sólo pudo notar algunas antorchas que iluminaban el lugar. Supo enseguida que los soldados dormían así que siguió su camino pero el ruido de una puerta se había escuchado.

Miró hacia atrás y pudo notar a un soldado en una de las cabañas vacías, creía que llamaría a Hércules pero no fué así, solo lo observó unos segundos para luego cerrar la puerta como si fuera que no lo había visto.
Yolus siguió su camino hasta donde él había escapado, pudo notar que no era solo su imaginación así que se alegró cuando de a poco y con cuidado bajaba para estar cerca del mar.

El sonido era hermoso, aunque estaba haciendo algo de frío y sólo tenía un pedazo de tela que lo cubría.

Yolus volvía a sentirse mareado, pero se acercó un poco al mar para sentir el frío del agua en sus pies hasta que una risa se escuchó frente a él, una voz femenina que lo asustó un poco. Creía que estaba loco, que era parte de su imaginación pero dejó de creer en éso cuando pudo verla a lo lejos.

Una mujer que se acercaba a la orilla de a poco con una sonrisa en su rostro, no entendía como podía estar tan tranquila ya que el agua estaba helada.

– Hola, es una bella noche ¿No creés? – Apenas podía verla ya que no salía del mar. – Me llamo Náutica, mucho gusto.

El pobre hombre no había dicho nada por unos segundos ya que ver a una mujer en el mar y en plena noche de frio era muy extraño, pero era más raro no sentir miedo en un momento así, quizá sólo temía al soberano y nadie más.

– Yo...me llamo Yolus. – Podía notarse como le costaba mantenerse de pie con el frío helando su cuerpo.

– Te ves muy mal Yolus, ¿Estás bien? ¿Tienes frío?, acércate, el mar calentará bien tu cuerpo. – El rubio no comprendía como era que ella nadaba tan tranquila.

– Pero... está helada.

– No lo está, créeme... estarás bien aquí dentro. – La mujer extendió sus manos y el hombre no tardó en hacer caso, acercándose a pasos lentos empezando a mojar la tela que lo cubría para luego dejarlo flotar a un lado.

Fué raro pero ella tuvo razón, el mar ya no estaba helado, se sentía muy bien estar ahí, no supo en que momento se encontraba frente a ella pero la mujer no tardó en acariciar su rostro con tanto cariño.

– Todo estará bien Yolus, ya todo terminó...– Con una bella sonrisa, la mujer de cabellera rubia no tardó en abrazarlo.

No le molestó ser abrazado, fué una sorpresa pero muy en el fondo necesitaba algo como éso. Necesitaba a alguien que lo hiciera sentirse protegido aunque sólo sea una persona desconocida.
Tardó en reaccionar pero Yolus levantó sus brazos para poder rodear el cuerpo de la mujer como ella misma lo estaba haciendo.

Se sentía en paz, con tranquilidad alejado de todo aunque dándose cuenta que cada vez ellos se alejaban de la orilla del mar. No dijo nada, simplemente no quizo soltarla hasta que ella volvió a hablarle separandose un poco de él.

– Vamos...

Fué lo único que había dicho con una sonrisa en su rostro, para luego sujetarlo con cuidado y arrastrarlo hacia abajo lentamente.
Yolus no tuvo miedo, tampoco se asustó, solo se dejó llevar por ella  hasta que sus ojos se cerraron en la oscuridad del mar.

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