Capítulo 8

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Los pasos apresurados de uno de los guardias se empezaba a escuchar mientras entraba en el castillo, gritando con su respiración acelerado al estar cerca de la reina.

– ¡Mi reina, el Soberano a regresado! –  El hombre inclinaba su cabeza frente a ella dejándola completamente helada por el miedo.

– ¿Q-qué...?, ¿Cómo es que llegó tan pronto? – No tardó en ver al hombre rubio a su lado y notar el rostro de pánico y miedo.

– V-va a matarme, oh dios mío...– Sus piernas empezaron a temblar y sus lágrimas ya bajaban hasta sus mejillas.

– ¡Tranquilizate!, no te pasará nada, ¿Entiendes? – Le sujetaba de sus hombros aunque por el miedo él no la miraba a los ojos.

Afrodita empezaba a sentir algo de pánico, las cosas habían cambiado, jamás creyó que ése hombre y su tropa vendría tan pronto.
La mujer no tardó en pensar que hacer en la situación en la que se encontraba y al hablar miró al guardia que aún seguía ahí.

– Necesito que lo lleves a mi habitación, ahora mismo.

– Como ordene mi reina. – El hombre de armadura se acercó a Yolus e intentó llevarselo pero él se asustó.

– N-no, tengo que irme de aquí, ¡Usted me dijo que...!

– Yolus entiende, aunque te saque de aquí el Soberano no tardará en buscarte, será lo primero que hará y al no verte mandará a una tropa por ti, no podrás escapar aunque huyas ahora mismo.

– Pero...

– Escondete en mi habitación ahora mismo, yo me encargaré de todo, y-yo haré todo lo que pueda para protegerte. – Acarició su rostro y le dió una sonrisa que preocupaba por unos segundos.

Cualquiera notaría el miedo en ella, pero aún así la mujer ordenó que se lo llevarán al bufón lo más rápido posible a su cuarto.
Desapareciendo de ahí para empezar a tirar algunas mesas y cosas a su alrededor.

Para algunos parecería que perdió la cabeza, pero no fue así hasta que había hablado.
Ordenando a los hombres liberar a los prisioneros que estaban en el calabozo y a las mujeres ayudar a ocultar el carro donde iba a escapar el bufón del Castillo.

Ése plan era lo único que podría resultar, si tendría que fingir que los esclavos escaparon y a la vez ésa persona huyó de su alcoba en el momento en el que atacaron a los guardias entonces que así sea.

Es muy obvio que él hará un escándalo pero ya tendría otra oportunidad para liberar al bufón.

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La tropa del gran Hércules habían llegado a la entrada del lugar, desmontando sus caballos y sonriendo por la gran celebración que habría al ganar en su batalla.

El hombre de barba y gran musculatura que lideraba el grupo estaba muy emocionado de ver al bufón otra vez.

No tardó en caminar pasando por los puestos de los aldeanos y sonreír al notar que se alejaban de él y agachaban sus cabezas por el temor que le tenían.
Después de la victoria en la batalla contra los campesinos empezaba a desear un buen banquete de comida, una gran bebida y al estar ya satisfecho poder disfrutar del cuerpo de la escoria que reposaba en su alcoba.

Pero su sonrisa se desvaneció lentamente al ver cómo unos sirvientes arreglaban el desastre que se encontraba en el Palacio.
Pudo notar el miedo de ellos al verlo llegar y no tardó en hablar dejándolos a todos asustados.

– ¿Qué fue lo qué sucedió aquí? – Miraba a cada uno de los empleados pero nadie le contestaba. – ¡¡Respondan!!

Su grito provocó un horrible miedo en los sirvientes, sus cuerpos temblaron en el momento cuando había gritado pero como nadie le había respondido el Soberano simplemente se acercó hacia uno de los señores para agarrarlo del cuello y elevarlo tan alto que no podía tocar el suelo.

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