Capítulo 15

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Ya había pasado varios días desde que fueron en busca de la Reina Afrodita, ninguno tuvo suerte en encontrarla, no había ningún rastro de ellos dos.

El soberano de a poco parecía que ya no le importaba su paradero, no quería perder más tiempo con ella ya que ahora tiene lo que tanto deseaba en su alcoba.
A cierto hombre que aún sigue queriendo luchar para poder huir del castillo.

Fracasando en sus intentos de suicidio y cada día con más moretones en su cuerpo.

El castillo había cambiado un poco, los empleados de cocina y los soldados se habían sorprendido cuando en la mesa donde estaban varios platillos se encontraba sentado el bufón. Solo tenía puesto unos trapos tapando su desnudez, dejando a la vista de todos los moretones y horribles mordidas.

Parte de su ojo derecho estaba tan inflamado que ya no podía abrirlo, esforzándose por mantenerse sentado al lado de Hércules quién sostenía el final de la cadena que ataba su cuello.

Comiendo tranquilo como si nada pasara, bebiendo el vino de su copa hasta que habló dejando a los guardias y empleados temerosos.

– Empieza a comer, deja de perder el tiempo. – Siguió disfrutando de los deliciosos platillos mientras Yolus intentaba agarrar algún alimento con sus manos.

Ya no tenía permitido tener objetos afilados, así que tendría que comer como el perro que era. Pero no podía probar ningún bocado, sus brazos no tenían fuerzas.

Cuando Hércules terminó de comer no tardó en enfadarse al notar que el rubio no había probado nada, así que no tardó en gritarle delante de todos y meter en su boca la comida que tenía que haber terminado.
Todos los presentes bajaron sus cabezas mientras Yolus se quejaba y atoraba con los alimentos, no tardó en ahogarse y escupirlos logrando enojar más a ése hombre.

Todos pudieron ver cómo se llevó al esclavo herido a la fuerza de vuelta a la habitación, estirando de la cadena con fuerza y haciéndolo caer al suelo pero terminando por sujetarlo del cabello.

Nadie decía nada, sólo empezaban a limpiar todo hasta que los gritos empezaban a escucharse.

Dentro de la alcoba Yolus intentaba arrastrarse en la cama para escapar de él pero éso no sirvió de nada, la cadena que le había puesto sirvió para que lo arrastrara y acercara otra vez.
Quitándole ése trapo que cubría su desnudez y dejando al descubierto su recto lastimado.

– ¡¿Acaso ahora quieres morirte de hambre?! – Empezó a abrir sus piernas para acomodarse en ellas.

– N-No, yo sólo no podía. – Empezaba a entrar en pánico. – ...Me duele todo el cuerpo.

– No hubieras estado de ésta manera si me hubieras obedecido, ¡Ya te lo advertí pero no aprendiste nada! – Empezaba a abrir su pantalón frente a él.

Yolus ya sabía lo que vendría, que sus luchas serían en vano así que sólo se quedó en silencio esperando a que el soberano empezara a acariciarlo para empezar con lo suyo.
Y así fué, quitándose la vestimenta que cubría sus pectorales y colocándose encima de él para empezar a besar su piel.

Excitandose sólo para luego querer penetrarlo.

El roce en ése lugar fué doloroso, los dedos de ése hombre intentaban prepararlo aunque éso era estúpido.
No había esperado nada para comenzar a meter su miembro en ése cuerpo pequeño y aunque ejercía presión no podía entrar en él, sólo lo lastimaba cada vez más.

– ...Relájate. – Había pedido como si fuera algo sencillo pero Yolus no podía hacer nada, ya presentía que volvería a enojarse. – ¡Maldita sea, relaja tu maldito cuerpo!

Sin poder hacer nada Hércules lo sujetó del brazo para tenerlo boca a bajo, de una o otra manera usaría su cuerpo para su placer, levantando sus caderas para meter su miembro entre sus piernas cerradas.
La sensación era igual de buena para él, su enojo de a poco se calmaba y utilizaba menos fuerza en sujetar al bufón.

Tenía una bella vista de su espalda, sus cabellos rubios moviéndose con las embestidas y unos pocos quejidos saliendo de él.
No tardó en besar por sus hombros hasta notar ésas cadenas en su cuello, se podía notar que lo lastimaba mucho así que no tardó en sacarlos.

Al arrojarlos al suelo empezó a moverse cada vez más rápido sintiendo ésa sensación caliente para poder expulsar su esperma, quería que ambos disfrutaran de ello pero al tocar el miembro del rubio se dió cuenta que no había ni una pequeña reacción.

El soberano no dijo nada, sólo apretó ése miembro flácido para terminar acabando sólo, no se movió de donde estaba, seguía sujetando a Yolus hasta que empezó a hablar algo agitado.

– Aún después de varios días no muestras ninguna reacción, eres muy necio...– Soltó sus caderas dejándolo caer en la cama. – Aún así no importa cuánto tarde, tarde o temprano te volverás más sumiso ante mí.

Yolus respiraba cansado al estar boca a bajo, tenía que decir que tuvo mucha suerte al no ser violado salvajemente como otras veces.

– Traeré algo de comida, ésta vez te ayudaré a qué termines todo el plato. – Se pudo escuchar sus pasos alejándose hasta que la puerta se había cerrado.

El bufón sin moverse de la cama no tardó en pensar en cierta mujer, en una amable dama que lo había ayudado aunque ahora mismo ya no sé encontraba en el castillo.
Su corazón se había destruido ésa vez cuando supo de su escape, llorando al creer que lo había abandonado pero después de pensarlo mejor ella había tomado una buena decisión.

Si la reina Afrodita hubiera permanecido en el castillo, de seguro el soberano la hubiera decapitado, sosteniendo su cabeza con una gran sonrisa.
Si algo cómo éso hubiera pasado, no se lo hubiera perdonado jamás.

Así que al escuchar que no pudieron encontrarla se sintió feliz, le deseó una buena vida.
Sólo desearía que aún después de tanto tiempo ella aún pueda recordarlo.

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En un pueblo lejano se podían ver a varias personas preparándose para algo importante, no eran soldados precisamente, sólo eran varios aldeanos que juntaban las armas que necesitaban.
Ya sea espadas, escudos o flechas afiladas, todo estaba preparado.

Un hombre que sobresalía entre los demás vigilaba todo con atención, probando la resistencia de las armas y felicitando a los herreros que pudieron ayudarlos.
Mientras se alejaba había entrado a una casa donde otra persona lo esperaba.

Una mujer bella que guardaba varias flechas para poder equipar, se la podía ver muy enfocada en todo los preparativos aunque el hombre estaba preocupado.

– Mi reina, no es necesario que nos acompañe hasta ése lugar, yo mismo le prometo que traeré de vuelva al bufón.

– Se llama Yolus. – Sacó una pequeña espada para empezar a probar su filo contra unas telas que se encontraban ahí. – Yo me encargaré de sacarlo, tú te encargas de liderar al grupo, ellos confían en tí.

– En usted también mi reina, sabe que ésto no hubiera pasado de no haber sido por su pedido, usted pudo reunir a todos éstos hombres para que puedan vengarse del hombre que asesinó a sus familiares. – El soldado se sentía muy preocupado. – No quiero ver qué corra peligro.

– Lo lamento, pero tengo que ir. – Dejó la espada en la mesa y volvió a hablar aunque sin mirar al hombre. – Realmente me haz ayudado mucho Aston, eres un gran hombre.

Afrodita observó al soldado y aunque trataba de verse de carácter serio, no tardó en mostrarle una sonrisa que él adoró.

Habían pasado juntos mucho tiempo y en éso empezaron a llevarse muy bien, él se encargó de todo cuando pudieron llegar a un lugar seguro.

Trayendo la comida y arreglando la pequeña casa para que a ella no le falte nada, él apreciaba cada día y ella de a poco también.

Pero no debían de olvidar el por qué de su huida del castillo, así que su relación no pasó a nada más.

Sólo era la reina junto a su soldado.

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Espero disfruten de éste capítulo, ya nos estamos acercando al final de ésta historia.

Buenas noches ❤️❤️

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