Uther Pendragon

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El más vasto y próspero de los reinos de Britannia, no podía ser otro que el reino de Camelot, gobernado actualmente por el Rey Uther, en Camelot se encontraba también una espada que había bendecida por los dioses, fue empuñada en el pasado por numerosos héroes que transmitían su magia y su poder al siguiente portador, en un ciclo casi ancestral.

Uno de esos héroes había liberado la tierra de Britannia del control de un ejército de elfos oscuros, entregandola a los humanos quienes poco a poco fueron extendiendo aquel reino; se decía que el humano que fuera capaz de sacar aquella espada estaba destinado por mandato divino a gobernar por sobre todos los reinos. Sin embargo habían pasado décadas desde que alguien pudo levantarla, por lo que aquella historia, comenzaba a convertirse en una leyenda.

-No podemos esperar a que un nuevo elegido aparezca, se necesita un Rey para Camelot y se necesita ahora- había dicho uno de los nobles en aquella reunión en que se decidiría el futuro.

-Como heredero del rey Guillermo Winchester y descendiente del último elegido, yo reclamo mi derecho al trono- había exclamado uno de los participantes.

-Con las disculpas mi Lord, pero usted nunca estuvo al tanto de las decisiones de su padre, mi familia por el contrario siempre fuimos la mano derecha del rey de Camelot, por tanto estoy seguro que yo Gradion Demon, soy el mejor candidato para ocupar ese puesto. Estoy seguro que si su majestad Guillermo estuviera acá, habría deseado que yo asumiera tal responsabilidad.

-No pues, que conveniente sir Gradion- se ríe Uther- Pero creo que acá estamos en una pequeña encrucijada, nadie de nosotros puede levantar esa espada, por tanto la única forma en que alguien llegara a sentarse en ese trono es mediante una justa; a menos claro que los señores acá presentes hayan olvidado las condiciones en las que se creó está corte.

-Por supuesto que no lo hemos olvidado Uther- exclama lord Balgis levantándose de su silla- Por encima de ser señores feudales, somos caballeros y debemos demostrar honor en la batalla.

-Bueno está decidido- termina el escriba que había acudido a esa reunión- Quienes estén interesados en ocupar el trono de Camelot, deberán anotarse para las justas y el ganador será el rey absoluto de la corona Británica.

Los hombres se retiran de aquel salón murmurando en los pasillos, Uther estaba bastante confiado de poder ganar aquella competencia y desde un rincón de la sala, Gradion Demon lo observa con recelo.

Los hombres se retiran de aquel salón murmurando en los pasillos, Uther estaba bastante confiado de poder ganar aquella competencia y desde un rincón de la sala, Gradion Demon lo observa con recelo

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***

-Su majestad Bartra- le dice Balgis llegando a su lado- ¿Usted piensa participar o a lo mejor lo hará su hermano?

-Denzel está ocupado en Edimburgo y yo, ya tengo suficiente responsabilidad con Liones, pero sin duda aceptaré cualquier resultado siempre y cuando sea justo. ¿Qué hay de usted lord Balgis?

-Sería interesante, pero no para mí claro, soy ya muy viejo, pero veré si mi hijo Ironside está interesado.

***

Tal como todos suponían, el exceso de confianza de Uther Pendragon no era solo fanfarronería y después de varios días de competencia, él había sido elegido el ganador de aquellas justas.

-A partir de ahora- lee el sacerdote que auspiciaba aquella ceremonia- Lord Uther Pendragon será el rey de Camelot y confiamos que los dioses le den sabiduría para que trabaje en pro de todas las tierras de Britania.

Los presentes aplauden unos segundos y luego uno de ellos levanta su espada en reverencia.

-Yo Sir Balgis, ofrezco mi espada en apoyo al rey Uther- pronuncia el mayor como parte del ritual en qué cada uno de los nobles reconocían a aquel rey.

-Yo Sir Escanor, lord de Castelio, ofrezco mi espada al rey Uther.

-Yo Sir Baltra de Liones, ofrezco mi espada al Rey Uther.

-Yo Sir Pellinore, de las Islas de Listenoise, ofrezco mi espada al rey Uther.

-Yo Izraf, rey de Edinburgo, ofrezco mi espada al rey Uther.

La mirada del nuevo monarca se pasea a través de todos, hasta centrarse en lord Demon, quien resignado ofrece también su espada. Luego de una reverencia, todos se retiran a celebrar.

-De nuevo, no parecen estar interesados en asistir a nuestras reuniones- le dice Pellinore al Rey Uther mientras ve el asiento vacío que estaba destinado a sir Ludociel.

-La monarquía Godwing se cree con el poder suficiente para no tener que depender del resto de reinos- se burla Gradion- Dicen que fueron seleccionados por los mismos dioses y su pueblo no se inclina ante otro rey, que no sea el propio.

-Es curioso- responde Uther- He escuchado rumores que tu reino fue una vez atacado por ellos, sir Gradion; todo por qué acusaban a su antiguo rey de haber hecho un pacto con los seres mágicos del bando opuesto- dice señalando hacia el piso.

-Una vieja leyenda mi Lord, ellos aseguran llevan sangre de las diosas, considerados a sí mismos como Nefilim, mientras que a nosotros se nos acusaba de hacer pactos con criaturas oscuras, si eso es cierto o falso, no hay forma de saberlo- dice bebiendo de su copa.

-Apuesto a qué Belialuin debe saber- los interrumpe Escanor- Escuché que toda la magia se encuentra concentrada en sus manos y son quienes protegen también los conocimientos del pueblo de las hadas.

-Es mejor no mezclarse con aquello que no conocemos, los seres mágicos aún coexisten entre nosotros, la magia con la que nacen algunos de nuestros guerreros es producto de esa energía que flota a nuestro alrededor- la mirada de Izraf se desvía para evitar aquella conversación, mientras Uther continúa su discurso- Pero, mientras yo esté a cargo, no dejaré que ocurran altercados entre ellos y nosotros. Por nuestro bien y por el de nuestros futuros hijos- termina levantando la jarra de cerveza y todos lo acompañan a celebrar.

Érase una vez... NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora