Paradoja

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-Te he dicho muchas veces que no quiero seguir con ese tema, no tenemos ninguna garantía de que funcione.

-Podría funcionar, Gowther está ahí.

-A ver si entiendo todo- le dice Meliodas- ¿Gowther... el mago Gowther sabía de la existencia de otro mundo, donde hay otra versión de todos nosotros?

-No solamente en un mundo, nosotros podemos existir en múltiples versiones, en múltiples mundos; Gowther lo sabía y llegó a confirmarlo.

-¿Ah sí, y como? Igual que tu, experimentó con cosas que no conocía...

-Si, lo hizo- responde con molestia- Y mientras buscaba la forma de salir al mundo exterior atravez de su marioneta, descubrió cómo contactar con una de esas realidades, la cual tenía algo en especial. Según sé, logró ver algo muy importante: se vió a sí mismo, pero en una época diferente, antes de la guerra Santa y pensó que estaba viendo al pasado, pero no era así, esa persona no sabía nada sobre lo que él había vivido, aunque tenía sus propios problemas. Gowther envió una segunda marioneta a esa dimensión al mismo tiempo que enviaba una fuera de su prisión para que se uniera a los mandamientos, se supone que su marioneta debía advertirle a su otro yo sobre lo que pasaría, sobre cómo la deidad suprema y el rey demonio causarían una guerra, si él tuvo éxito, en esa dimensión las cosas deben marchar de forma diferente y si aun hay un equilibrio, el Caos aun debe estar sellado.

-¿Y eso cómo puede beneficiarnos? Si Gowther logró salvar ese mundo de los estragos de una guerra, igual no nos sirvió de nada acá.

-El tiempo y el espacio son una ilusión. La rueda gira y gira vuelta tras vuelta. Un destino está ligado al siguiente. Un hilo rojo como la sangre, entrelaza nuestros actos. Uno no puede desatar los nudos, pero se pueden cortar- recita Merlín- Él interfirió en ese mundo y lo salvó, así que puede hacerse lo opuesto... En el momento correcto, una sola acción puede cambiarlo todo.

-Una vez escuche al rey Bartra decir algo así, me habló sobre un niño que sostuvo en sus brazos y a pesar de tener a la muerte de cara, no grito, ni parpadeo al caer desde un precipicio. Cuando lo atrapó, el niño le dijo que sabía de alguna forma que todo estaría bien, por eso no tenía miedo y él supo en ese momento que ese niño llegaría a ser un rey. Pero no pudo predecir que tipo de rey sería y si hubiera podido ver más allá de su primer Visión...- Meliodas hace una pausa mientras los ojos dorados lo ven con pesar- No... ni aun así, él jamás hubiera sido capaz de dejarlo morir y todo se habría repetido.

-¿Dices que las cosas no pueden cambiarse?

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-¿Dices que las cosas no pueden cambiarse?

-Merlín, quiero que me digas una cosa y quiero que por una vez seas sincera- exclama el rubio haciendo que la expresión de Merlin cambie de nuevo.

-¿Qué cosa?

-Elizabeth te lo preguntó antes y me contó que evadiste darle una respuesta, pero está vez me lo debes responder- la pelinegra lo ve intrigada tratando de averiguar lo que venía y su mente de pronto parece encontrar el punto de esa conversación, por lo que niega con la cabeza.

-¿Para qué quieres saber eso? Es algo que ya no importa.

-¿No importa? Acabas de venir hasta acá a tratar de convencerme que existe una pequeña esperanza, pero que depende de las decisiones nuestros otros yo tomen, ¿y me dices que no importa?

-No cambia nada.

-¡No Merlín! Eso cambia todo, es precisamente lo que estamos discutiendo, así que habla- le dice enfrentandola y fijando sus ojos esmeralda sobre la hechicera, mientras da un respiro profundo para formular su pregunta- ¿Tú te enamoraste de Arthur?

Por un momento Merlin desea tener su magia de regreso para teletransportarse y huir de ahí, pero no era posible e incluso si lo fuera, se supone que había decidido afrontar sus errores de frente, ellos ya no tenían nada que perder y Meliodas tenía razón, la única oportunidad que quedaba dependía de eso.

Cierra sus ojos tratando de aclarar sus propios sentimientos, esos dulces ojos color violeta parecen perseguirla dentro de su memoria, como un karma que debe cargar por el resto de su existencia.

-Es imposible- susurra más para sí misma que para su acompañante.

Era imposible no sentir nada por el dueño de esa dulce voz de niño que le había pedido entrenarlo, por ese cabello desordenado que le gustaba acariciar, por esa sonrisa que se fue borrando con los años.

Era imposible no sentir nada por aquel que había visto crecer, había estado en cada momento de su vida: cuando tenía miedo por las noches, cuando había levantado aquella espada, cuando era feliz, cuando estaba triste, cuando se sentía defraudado, débil e insuficiente, y cuando se sentía indestructible.

Era imposible no sentir nada por aquella persona que había compartido casi toda su corta existencia con ella, y a quien ella había visto morir en dos ocasiones, en ambas por sus propios pecados.

-¿Es tan difícil de responder?- le insiste entonces el rubio- Solo debes decirme una palabra.

Una palabra, una sílaba, 2 letras: Si o No. Pero no era nada sencillo.

-¿No lo sabes? Entonces, respóndeme ¿Por qué no lo detuviste? ¿Por qué no nos advertiste lo que estaba pasando?

-Lo hice, si yo no lo hubiera hecho, nadie jamás habría podido detenerlo...

-Lo hiciste tarde, te dije desde el principio que podías confiar en nosotros, que podías confiar en mí y yo creí en ti nuevamente. Pero tú... no lo detuviste, estuviste ahí cuando sus ideales cambiaron, cuando juró enfrente tuyo que destruiría a todo el que se interpusiera en su camino, incluyéndonos y lo dejaste seguir. ¿O es que acaso, tú lo deseabas también? ¿Realmente tú nos odias y deseabas que él acabara con nosotros?

-No, yo no...

-Entonces, ¿por qué? ¿Tan obsesionada estabas con el poder, como para no importarte nada más?

-¿Y por eso crees que yo estoy... estaba enamorada de Arthur?- fórmula mientras desvía su vista, tratando de cambiar el tema.

-Si no es esa la razón, simplemente estás loca- le dice con cierta burla, que hace que la mujer se gire molesta.

-¿Qué es lo que pretendes Merlín? ¿Esta tontería es tu deseo?- la frase resuena en su cabeza, la forma despectiva en qué se había referido a su sueño, un sueño que tardó 3000 años en lograr y no podía decir que no le había dolido, así como ahora le dolía tener esa conversación con Meliodas.

-Escucha, yo más que nadie he hecho locuras por salvar a la persona que amo, tú eres mi primer testigo de lo lejos que fui capaz de llegar, igual que mi mejor amigo no dudo en intentar matarme porque creía que con eso podía salvar a su amada.

-¿Y si te dijera que sí? que sí lo estaba, que si lo estoy aún, pero las cosas no salieron cómo pensé que serían.

-¿Por qué él te defraudó? ¿no era la persona que creías que era? Le entregaste el poder de un Dios sin conocerlo realmente.

-Yo lo defraude primero, no soy la persona que él pensó que era y tengo tanta culpa en esto como él... no más bien, la culpa de todo es mía y de nadie más.

-Si esa es tu respuesta, si ese era tu motivo, entonces temo decirte que tu otra versión también va a fracasar. 

Érase una vez... NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora