Visión

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Arthur temblaba por la fiebre entre aquellas sábanas, no era el único niño del reino que había enfermado, la fiebre escarlata como la habían llamado, se había esparcido rápidamente, no podía decir si era coincidencia o talvez si había algo de cierto en las supersticiones que decían sobre Tristán; pero aún así estaba seguro que él no era mala una persona y que no tenía la culpa si realmente cargaba con algún tipo de maldición.

Una de las pocas enfermeras disponibles había llegado hasta la orilla de su cama y colocado un paño húmedo sobre su frente, a la vez que lo hacía beber unas cucharadas de jarabe hecho de plantas medicinales.

En su semiinconsciencia las velas de aquella habitación comienzan a crear un espectáculo de sombras tenebroso a su alrededor, trata de gritar pidiendo ayuda, pero la voz no sale de su garganta. Entonces de pronto frente a él, unos ojos dorados lo observan con preocupación mientras una suave mano acaricia su mejilla.

Ya no tiene miedo, sea quien sea esa persona lo hace sentir seguro, la habitación ahora es diferente, su ropa es diferente; pero hay un ambiente tan familiar y una calidez en su pecho, lo hacen sentirse de pronto en casa.

-Lo siento mucho- le susurra con voz cansada mientras aquella mujer frente a él coloca un paño frío sobre su frente y lo abriga con una sábana húmeda. Cambia la vela sobre la mesa de noche y se sienta al lado de la cama del niño.

-No te disculpes, no te enfermaste a propósito, así que no es tu culpa.

-Aun así, estropee el viaje que teníamos preparado- le dice sintiendo un calor en sus mejillas, que no sabe si es por la fiebre.

-Si no fue está vez, será el próximo mes, para alguien que ha vivido tanto como yo, esperar unos días no significa nada- responde llevando su mano a su mejilla- Descansa, lo que importa ahora es que te recuperes.

-Si, descuida no te vas a deshacer de mí tan fácil- le sonríe para no preocuparla y ella le sonríe en respuesta.

***

-Finalmente puedo ver esa expresión de nuevo- le dice mientras su mente trata de procesar todo lo que pasó, el escenario ante sus ojos ahora cambia nuevamente- Eres la ***** que conozco muy bien.

-¿Me estás criticando por estar feliz a pesar de haberme separado de mis compañeros?- pregunta la mujer poniendo sus manos en su cintura, no pudo escuchar bien su nombre al pronunciarlo y no logra verla bien a través de su sueño.

-No, tú siempre has sido así- responde sin entender, como si su mente estuviera leyendo los diálogos de un libro.

***

La escena cambia frente a sus ojos, de pronto siente un dolor en su costado, es muy intenso, trata de usar su brazo derecho y entonces nota que no está, su mano izquierda se mueve en respuesta y siente su ropa empapada con aquel líquido caliente que escapa de su cuerpo, drenando lentamente su vida.

Levanta la mano y observa que incluso la manga de su camisa se ha empapado de sangre, gira a su alrededor, sus ojos buscan ayuda en la desesperación y entonces alguien sostiene su mano.

Se gira con asombro, su vista comienza a nublarse y apenas logra distinguir detalles de esa persona, cabello corto y oscuro, cubre su cuerpo con una gastada capa; pero esos detalles son irrelevantes para él, una vez que se da cuenta que aquella mujer está llorando mientras lo sostiene.

-Lo lamento tanto- le dice mientras sujeta su mano- No fui capaz de protegerte...- susurra más cosas, pero él no logra entenderlas, quisiera tener las fuerzas suficientes para levantarse y abrazarla, quiere decirle que todo está bien, que no fue su culpa, que la culpa de alguna forma ha sido de él, pero no puede, sus ojos ahora se sienten pesados, está muriendo, está seguro de eso como si ya lo hubiera experimentado antes- Arthur... Arthur...- ella lo llama ahora con desesperación y de pronto todo comienza a girar a su alrededor.

***

El sudor empapa todo su cuerpo, pero no es la fiebre de aquella enfermedad lo que lo hace estremecer, quita la sábana que lo cubre la cual le resulta tan pesada y mira bien la habitación, se encuentra como sospechaba en una improvisada enfermería donde atendían a los hijos de los sirvientes, el lugar conocido ahora le parece un mundo extraño ante él.

Nota la humedad en su rostro y pasa su mano derecha que esta vez se encuentra en su lugar y nota las lágrimas que corren sus mejillas empapándolas y al recordar a aquella mujer en su sueño, involuntariamente sus ojos se humedecen aún más. Aprieta con fuerza su mano izquierda, tratando de recordar el tacto de aquellas manos femeninas, como tratando de obtener una pista de quién era esa persona.

Seguramente era un delirio por la fiebre, seguramente fue solo una horrible pesadilla, trata de creer mientras se recuesta nuevamente. Aún está muy débil para salir de aquella cama, pero aún así, no logra volver a conciliar el sueño esa noche y algo le decía que esa no sería la primera vez.

***

Un par de días después finalmente estaba recuperado pero seguía sin poder recibir visitas, sir Héctor no había hecho acto de presencia los 5 días que pasó enfermo y eso que al parecer se le había notificado e incluso pedido que se lo llevará a su casa. De todas formas el ojimorado no quería ver a Maris, así que agradecía no haber tenido que volver a ese lugar.

-Te ves mucho mejor- le dice una de las doncellas- Las princesas no dejan de preguntar por tu salud.

-¿Y ellas están bien?- pregunta mientras toma el plato que la joven le ofrece.

-Por supuesto, ellas jamás enferman, pareciera ser una especie de magia o bendición de los dioses, otros creen que es gracias a su madre que las cuida siempre a pesar de que ya no está en este mundo con ellas.

-Eso es tener mucha suerte- sonríe de forma melancólica, primero recordando el hecho de que no conoció a su propia madre y no sabe si ella era el tipo de persona que se preocuparía por él y luego esa sensación de vacío regresa a su pecho al recordar a la mujer de su sueño, aquella que lloraba al sostener su mano y que le pedía perdón por algo que no entendía.

-¿Usted cree en la magia y en esas cosas?- le dice serio Arthur, confundiendo un poco a la joven, pero asiente con la cabeza- ¿Cuándo estaba inconsciente por la fiebre, alguien vino a verme?

-Te cuidamos mi madre y yo- le responde- Ella es una señora que sabe mucho de plantas, muchos niños ya están mejor por sus pociones.

-Bueno, dele las gracias por eso- dice negando con la cabeza.

-Lo lamento, que tu padre...

-No, no me importa que él no estuviera a mi lado, es solo que estuve soñando con una mujer, una mujer de cabello oscuro que me cuidaba, pero yo la conozco, jamás la he visto en mi vida.

-Mi madre dice que a veces cuando nuestras vidas están en peligro vemos en retrospectiva todo lo que hemos vivido y a algunas personas, se les muestran cosas que están por vivir, tal vez en el futuro conozcas a esa persona.

-Si tal vez...- susurra Arthur- Y cuando la conozca, significa que yo moriré- piensa con algo de temor. 

Érase una vez... NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora