CAPÍTULO 2

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¡ADVERTENCIA!

En este capítulo se hace mención de violencia física.


Tras lo ocurrido con Emy, el lobo de Louis se había apagado, entró en un letargo que parecía no tener fin, dejó de sentir a su omega, su instinto lo había dejado completamente solo. Ahora Louis no era nada, era seguro que tendría una muerte lenta, al final lo merecía.

Su parte humana era la que estaba sobreviviendo, todo parecía extraño, no se percibía su aroma, fácilmente podía pasar como beta, venían los tiempos en que su celo debía llegar y nunca llegó, su parte omega parecía haber muerto.

Igual, Louis estaba acostumbrado a que todos lo dejaran de una u otra manera. El abandono y el desamor, eran constantes en su vida.

Suspiró sentimental hablándose a sí mismo —Omega torpe, se supone que tú eras el único que debía permanecer a mi lado, aunque no lo creas extraño tu calor en mí. —Dijo a la nada, intentando encontrar a su lobo dormido, guardaba la esperanza que volviera a aparecer.

Los días habían pasado, el dolor y resentimiento fueron acumulándose en su corazón formando una gruesa capa, Esteban nunca más mencionó de Emy, parecía que el cachorrito nunca hubiera existido.

Louis odiaba su existencia.

Odiaba la vida.

Louis se odiaba a él mismo.

Odiaba estar vivo.

Zayn era más de lo que podía pedir, agradecía con pequeños gestos la compasión del omega, era bueno y se arriesgaba por él, poniéndose en peligro cuando se escabullía por la casa para darle algo de comer, o por ir a curar las marcas de las heridas que el alfa le dejaba.

Cada vez que tenía la oportunidad de escaparse de la casa iba a donde se encontraba la gran arbolada, le gustaba la sensación que le transmitían los rayos del sol colándose a través de las copas de los árboles, era una mañana fresca.

Un día, hace mucho tiempo atrás, intentó ir más allá de los frondosos árboles y lo único con lo que se encontró fue con una gran muralla que supuso era custodiada por alfas por el fuerte olor que se percibía.

El suave viento revoloteando en el fleco que caía sobre su frente, su cabello lucia seco y frágil justo como él. Eran muy pocos ese tipo de momentos y cuando los tenía los atesoraba con el alma.

Ahora se encontraba recostado sobre el césped, admirando las hojas caer. Por unos segundos se olvidó de todo y cavando en su memoria recordaba las palabras que su madre le decía cuando estaba gravemente enferma.

Tienes que escucharme amor, recuerda siempre mis palabras cachorro; tú eres tan fuerte y valiente, no permitas que nadie arranque esa bella sonrisa de tu rostro.

—Pero mami, no quiero ser fuerte ni valiente, yo te quiero a ti, no me quiero quedar solito. —dijo el pequeño sorbiendo su nariz.

—Ay, mi pequeño, ven aquí. —La omega con gran esfuerzo y con el corazón roto sentó a Louis en su regazo—. Nunca vas a estar solo bebé, yo siempre voy a estar contigo cuando más me necesites.

—Está bien mami, te amo. —respondió el pequeño sorbiendo su nariz.

—Yo también te amo, hasta el fin mi pequeño cachorro. —Hanna lo arrulló hasta que el pequeño se quedó dormido en sus débiles brazos.

Suspiró hablando al cielo —Lo siento mamá, no soy tan valiente ni fuerte como tú creías, cuida mucho a mi bebé, sabes que le encanta jugar a Boo, recuérdale que lo amo hasta la eternidad. Estaba a punto de ir adentro temiendo que Esteban regresara.

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