CAPÍTULO 22

2.4K 331 235
                                    

Harry se postró a su lado, pasando su brazo sobre sus hombros, besó sus cabellos y le acarició la espalda.

—Lou, amor, ven aquí cariño. —Harry lo abrazó besando su mejilla.

—Mi Emy Harry. —sollozó.

El alfa lo tomó nuevamente, Louis buscaba ocultarse en su cuello para calmarse con su olor.

—Tranquilo amor. —pasó un rato diciéndole lindas palabras, intentando calmarle.

El alfa divisó a Liam junto a Zayn acercarse, su corazón empezó a latir fuertemente, sentía la frustración del omega como si fuera de él mismo.

—Louis… —llamó su atención.

El omega no salió de su escondite, permaneció abrazado a Harry como si su vida dependiera de ello.

Necesitaba tanto estar con el alfa, si no le hubiera sostenido de esa forma no sabría cómo habría terminado. Pasó un rato siendo consolado, no dejando de llorar en ningún momento.

Se dejó mecer y proteger por Harry.

El viento y el ambiente gris le hacían suspirar.

De un momento a otro sus sentidos e instinto se pusieron alerta cuando escuchó unos pequeños pasitos sobre la hierba.

Louis se dio rápidamente la vuelta con ojos rojos y el sentimiento atorado en el alma, esto era un sueño, solo podía ser un sueño, se lo habían dicho, pero no podía ser posible... ¿O sí?

Finalmente, una lágrima escapó de sus ojos rodando por sus mejillas, colocó una mano sobre su corazón para intentar calmarlo, su pecho palpitaba y en sus oídos estaba este raro zumbido.

Todo se detuvo a su rededor, el tiempo paró porque la ausencia del que llamó su alegría dejo vacío todo su mundo.

Caminó trastabillante, sin creer lo que sus ojos veían, continuó dejando salir el llanto y corrió por toda la vereda con el ramo en manos.

Era como llegar a casa después de haberse perdido durante mucho tiempo…

Sumergirse entre olores conocidos.

Volver después de todos sus sueños perdidos buscando preguntas en respuestas repetidas, su corazón era cálido, donde la costumbre de ambos se hizo a pulso de pequeños encuentros deseando una vida de felicidad.

Sus piernas se sentían pesadas, por más que quería tener fuerza para correr y llegar. La debilidad y el dolor que había sido impuesto le venció dejando caer su cuerpo sobre el pasto silvestre.

Louis cerró los ojos ante el sonido de una risa emocionada que llegó como una caricia, curando las heridas que aún no sanaban dentro de su alma.

El llanto no dejó pronunciarle palabra alguna y se deshizo en sentimiento.

Porque la vida le había orillado a querer huir, pero toda huida conlleva un regreso.

Y cuando huyes porque no te quedan o no te dejan más opciones, solo basta con reencontrarte con lo que más amaste y este es uno de los momentos más conmemorables de la vida.

Ahí estaba sujetando el dedo índice de una alfa que lo guiaba, ella le indicaba algo y él parecía querer salir corriendo aunque sus pequeños pies no se lo permitieran.

—¿Mami? —Emy gritó emocionado con pucheros en sus labios.

Louis se quedó sin voz, arrodillado ante la imagen que tenía en frente, el pequeño caminó y sonrió en grande demostrando su casi completa dentadura, sus mejillas seguían redondas y rojizas.

CENIZAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora