CAPÍTULO 15

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Era de mañana, despertó desconcertado por la posición en que se encontraba, intentó levantarse, pero unos brazos lo mantenían rodeado, aclaró sus pensamientos y pudo recordar el porqué, se quedó dormido sobre pecho de Harry.

Sintió su corazón inflarse y sonrió al ver el perfil del hermoso alfa, su respiración era suave, le transmitía tranquilidad, se tomó el atrevimiento de quedarse observándolo por unos minutos, en realidad el alfa era tan hermoso.

Louis se avergonzó un poco por tener la osadía de verlo tan directo, por la manera en que él sujetaba su cintura, no era algo comprometedor pero sí íntimo.

Harry le volteó el mundo entero en un tiempo tan corto.

Ningún alfa había sido tan delicado y lindo con él en toda su vida.

Trató de salir de su agarre sintiendo pena por todo lo que pasó el día anterior. Necesitaba ir con Niall y explicarle, el alfa dijo que su amigo se sentía muy mal y todo era por culpa suya. 

Quiso darse por vencido y permitir que sus pesadas cadenas lo arrastraran, sus pensamientos y sentimientos no se habían dispersado del todo.

Pero ahora quería y necesitaba creer en todas esas palabras y promesas que le decían.

Después de todo creía dentro de sí mismo este pequeño deseo de seguir, no tenía idea de si lograría o no, o cuanto tiempo le tomaría, pero lo intentaría primeramente por él, por su mami, su Emy, Harry y todos los amigos que encontró en el camino.

¿Y qué le hizo desear el poder continuar? Pues se vio a sí mismo en sueños, su piel estaba radiante, no había rastro de cicatrices de ningún tipo en su cuerpo, no huellas de cigarros apagados en su piel, ni cortadas, ni golpes, ni ningún tipo de dolor.

El aire era tan puro y tan calmo que solo se escuchaba el sonido del mismo viento.

Ni en su corazón y alma había rastros de ningún pesar, dolor y tristeza. No estaba esta sensación de estar ardiendo todo el tiempo. 

Caminó por un pequeño sendero, no conocía el lugar, pero sabía a donde dirigirse. Al subir una pequeña colina divisó un gran árbol de roble tan majestuoso que sus ramas parecían tocar el cielo y algunas raíces salían de la tierra. 

Dirigió sus pasos para llegar a él y descansar un poco. Aquella flama de linda calidez abrazo su corazón al ver una silueta que se acercaba.

Atravesó un pequeño valle con llanuras que rozaban las yemas de sus dedos, había dientes de león por todos lados y en cada uno de sus movimientos se despolvoreaban diciendo adiós a su existencia para regalar una de las más hermosas visiones que podría ver.

Ahí estaba ella con un vestido celeste pastel y una pequeña corona de flores sobre su cabeza, se veía radiante y hermosa, justo como la recordaba antes de enfermarse.

¿Mamá?—pregunta en un murmullo en medio del llanto con los brazos abiertos corriendo hasta llegar a ella.

—Hola, pequeño, mira qué lindo estás. —respondió limpiando sus mejillas—. No llores amor, ven aquí. —pidió abrazándolo y terminar con un dulce beso en su frente como los que siempre le solía dar.

—No sabes cuánto te extraño, la vida ha sido tan difícil desde que te fuiste.

—Shhh bebé, lo sé cariño, sé que todo ha sido tan difícil para ti, pero has sido tan fuerte y tan valiente y no sabes lo orgullosa que me siento por ti.

—Quisiera darme por vencido, creo que estaría mejor aquí, junto a ti.

—No amor, aún no es tiempo, te falta mucho por vivir, pronto todo tomará su lugar, necesito que te dejes amar Louis, no tengas miedo de ser feliz, tú lo mereces amor, ya no te culpes más.

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