CAPÍTULO 24

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La noche fue tranquila, era de mañana cuando escuchó unas pequeñas carcajadas que lo despertaron.

Abrió los ojos apreciando esta imagen que deseó capturar en fotografía y guardarla para siempre.

Harry se encontraba recostado alzando a Emy por los aires, el pequeño reía con ambas manitas cubriéndose la boca.

—Mami... —se emocionó al notarlo despierto.

Harry detuvo el juego para saludar a Louis, para el alfa no había mejor sensación que esta, ver a Louis despertando, ambos en la misma cama.

—Buenos días, Harry, Hola Emy.

El pequeño se removió en brazos del alfa que de inmediato lo bajó sentándolo en la cama.

Emy gateó hasta estar frente a su rostro, lo palpó sonriendo y besando su mejilla.

—Buenos días, Lou, ¿dormiste bien? —Harry pregunta dando un beso en la mejilla.

—Mejor que nunca, gracias. —tomó al pequeño y lo sentó sobre su vientre jugando con sus pies.

—Me alegra, iré a preparar el desayuno, ¿algo especial que se te apetezca comer?

—Lo que tú hagas estará perfecto, Harry, permite que nos cambiemos y así te podremos acompañar.

—No, no te preocupes, yo me encargo. Descansa si así lo deseas, pero si quieres ir a la cocina te estaré esperando.

—Gracias.

El alfa se acercó a ambos apretando suavemente la mejilla del pequeño, quien sonrió y manoteó al aire intentando atraparlo.

—Ya regreso pequeño.

Harry se acercó al rostro de Louis dejando un pequeño beso en la mejilla del omega, este sonrió conteniendo las ganas de pasar sus brazos por el cuello del alfa y devolverle el beso.

—Ya regreso, Lou. —habló cerca de sus labios.

—Bien Harry. —respondió nervioso por la cercanía.

El alfa salió de la habitación para dirigirse a preparar un rico desayuno para su Louis y su cachorro.

—Muy bien Emy, vamos a cambiarnos pequeño. —Lo levantó recostándolo en la cama.

Ambos estaban casi a la misma altura, el omega delineó el rostro de su pequeño, observó detenidamente sus facciones y este con cada caricia cerraba los ojitos sonriéndole.

—Si eres real, estás aquí, cachorro. —apretó suavemente una de sus regordetas mejillas.

El pequeño giró acercándose al cuello de Louis, especialmente donde estaba la fuente de su olor. —Mami.

—Si pequeño, yo también estoy aquí bebé.

Al pasar el rato se puso de pie con Emy en sus brazos, aprovecharía y repondría todos los momentos que se perdió durante este tiempo.

Entró al baño con Emy en brazos, lo sentó a un lado de su cadera recargándose en una pierna y lo sostuvo con una sola mano mientras el bebé recostó su cabecita en su hombro observándolo por el espejo.

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