Capítulo 6: Nuevo Cliente

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Spotify de Carla: Todo irá bien (Chenoa)

¿Que por qué me subí a su moto? Pues no lo sé.

¿Que cómo estoy sentada en el apartamento de un completo desconocido con el que he tenido un accidente hoy? Ni puta idea.

¿Que por qué están mi madre abrazándolo y mi padre palmeando su hombro? Pues ídem de lo mismo.

Estoy ahora como en una experiencia extra corporal: veo este cuadro como si yo no estuviera aquí, como si esto fuese una realidad paralela y me viese a mi misma sentada, toda ridícula y sin entender nada en el sofá de este piso pintoresco. Miro a mi alrededor, es un apartamento muy acogedor, los muebles son de mimbre o madera en su mayoría y hay toques de color por todos lados. Como salpicones de alegría que hacen que todo sea un poco caótico pero que le dan personalidad. Y asombrosamente está la casa toda ordenada. Dejo de fijarme en la casa para fijarme en el trío que tengo delante. Manda huevos.

La mañana, os lo juro, es surrealista de cojones. Y menos mal que todo esto os lo digo en mi cabeza y mi madre (creo y espero) aún no tiene poder de telequinesis porque vaya la que me daría si se enterase de las palabrotas que estoy diciendo. Es que esto es cuanto menos hilarante.

Resulta que cuando le he dicho a Santiago la dirección donde me ha citado mi madre, ha puesto una cara como medio rara que no he sabido interpretar y después se ha echado a reir como si se le fuese la vida en ello. Me ha dicho que iba a la misma dirección pero no pensaba que lo dijese en un sentido tan literal. Cuando, al bajarme de la moto y tenderle el casco para despedirme, he visto a mi madre abrazar a mi chófer improvisado, mi mandíbula casi atraviesa el núcleo terrestre y llega a las antípodas.

Después me han explicado que él es el hijo de la novia de Jacobo, un amigo de mis padres. Jacobo es arquitecto y estudió con mi padre en la universidad. Su mujer murió hace bastantes años, cuando yo era pequeña, y se mudó cerca de su familia para criar a su hijo con algo de ayuda. Creo que a ese chico solo lo he visto una o dos veces en mi vida, pero Jacobo sí que ha sido un asiduo en casa. A parte de la amistad con papá, mi madre lo quiere mucho. Hace un par de años conoció a Ester, una mujer también viuda y se les ve muy bien juntos y muy felices: Me alegro mucho por él.

Pero como el mundo es un puto granito de arena, ahora tengo ante mí al hijastro de Jacobo. La cosa es que tanto Ester, la madre de Santiago, como Jacobo son amigos de mis padres y han intervenido porque Santiago tiene problemas con su empresa. Paro de contar, porque la película tiene sentido para mí hasta aquí, he desconectado por exceso de información.

- ¿Y cómo es que veníais juntos? - me pregunta mi madre. - ¿Ya os conocíais? Y tú que decías que se iba a negar a ayudar a Santi. - le comenta a mi padre dándole un codazo suave.

- No, no nos conocíamos. - dice Santiago. - Ha sido todo un golpe de casualidad. Es gracioso, porque he chocado con su hija esta mañana y resulta que es la persona a la que vengo a pedir ayuda. - Dios mío que no acabe de decir eso.

- ¿Cómo que chocado? - pregunta mi padre alarmado.

- Hemos tenido un pequeño percance. Pero no ha pasado nada. - digo interviniendo.

Mi padre empieza a tocarse la ceja y poner caras raras. Sí, es su toc cuando algo le pone tan nervioso que va a explotar, y la seguridad de su hija puesta en compromiso lo hace una palomita a punto de reventar..

- ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? ¿Te duele algo? ¿Llamo al médico? Ya decía yo que estabas muy blanca. - me dice tocándome la cara. Jesús, se viene.

- Papá, no ha pasado nada. De verdad, solo ha sido un toquecito.

- ¿Un toquecito?

- Un idiota se ha saltado el ceda al paso, y Carla le ha dado un golpecito por detrás y yo a ella por el efecto cadena. Pero ha sido a muy poca velocidad, no se preocupe. - responde Santiago al que fulmino con la mirada. Este tío me la lía, me ayuda y me la vuelve a liar. Que te calles ya, joder.

Hasta que me devuelvas mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora