Capítulo 15: Gratificación Pospuesta

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Spotify de Carla: Feel it still (Portugal. The Man)

- Lo que usted no entiende es que ésta es mi semana de vacaciones y que si vuelvo sabe lo que significa. - digo enfadándome más y más con cada sílaba que pronuncio.

- ¿Estás amenazándome? - dice mi querido jefe desde la puerta de mi despacho tuteándome, como siempre.

- No, le estoy exponiendo una realidad. Llevo un año y medio sin un solo día de vacaciones. Me he cogido una de las muchas semanas que me debe y no quiero que me llamen en mitad de las mismas, ni mucho menos que me hagan volver a trabajar. Son derechos laborales.

- Ya te he explicado por qué esos derechos quedan aplazados. Ese cliente es un pez gordo, tiene cinco empresas operativas, dos locales en plena expansión y nos ha prometido traer a sus socios.

- ¿Y? - pregunto con ganas de tirarle un jarrón a la cabeza.

- Que tienes que encargarte tú. - dice como si fuese lo más obvio del mundo.

- ¿Y ese cliente no puede esperar una semana? Joder, solo son siete días. Si no, hay muchos compañeros de mi departamento que...

- Ni media hora. Está ahora mismo en la sala de reuniones. Quiere firmar hoy. No te preocupes, el miércoles empieza Semana Santa, tendrás tus días de vacaciones.

- Esos no son días de vacaciones, son festivos que me corresponden por ley. 

- Para que luego digas que violo tus derechos como trabajadora.- dice con sus dedos debajo de los tirantes y una sonrisa suficiente, el muy hijo de...- Los tendrás, Carla, los tendrás. Ahora vamos, demasiados teatros estoy soportando al tener que bajar aquí a discutirlo siquiera.

- Maldito hijo de...- susurro.

- ¿Qué dices?- me mira interrogante.

- Que usted delante, por favor.- Encima de perra, apaleada, no mi amor. No le iba a dejar que me mirase el culo como siempre hace. Le pillo a través del espejo que hay frente las escaleras para subir hacia la sala de juntas y su despacho, que están en la planta de arriba de las dos que conforman nuestra oficina, el muy cerdo. Ni siquiera se molesta en disimular. Entramos a la sala de juntas y lo que veo es...

- No es posible. - digo asombrada.

- Carla. 

- Sergio.- digo incrédula.

- ¿Cómo estás? - dice con una encantadora sonrisa. Joder, lo guapo que es.

- Bien, bueno, trabajando como siempre. - digo con una sonrisa boba en la cara.

- ¿Os conocéis? - dice mi jefe con interés.

- Sí, osea... no. Un poco, el otro día tuve un accidente y el caballero era el otro coche implicado.

- Nuestras disculpas, Sr. Rivas. - le dice lanzándome una mirada reprobatoria.- La señorita es un poco despistada a veces, pero ni qué decir que en el ámbito profesional es la mejor. Va a dejar sus empresas en las mejores manos, se lo garantizo. - dice riéndose y acariciando su bigote desteñido. Casi no logro reprimir las arcadas que me dan.

- ¿Así que es usted la abogada de la que tan bien me han hablado?- me dice Sergio con una sonrisa de oreja a oreja, como si estuviera sorprendido con una mezcla de ¿complacido?

- No sé si seré tan buena, pero desde luego soy la abogada encargada del área mercantil y financiera.

- Estupendo.

Sergio. Está. En. Mi. Oficina. Sergio. Mi Sergio. Ósea, todavía no es mío pero estoy en proyecto de que lo sea, es la intención. Y ahora está aquí. Eso me recuerda que le debo un par de explicaciones ya que le he intentado llamar cuando venía hacia la oficina en taxi y no he podido dar con él. Ahora sé por qué no. Está de vicio en ese traje gris marengo, lleva corbata negra y camisa blanca. Me encanta lo guapo que es, el aura que lleva consigo medio misteriosa y muy poderosa. Me gusta todo lo que se ve desde fuera.

Hasta que me devuelvas mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora