Capítulo 21: Baila conmigo

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Spotify de Santi: Don't go yet (Camila Cabello)

Cuando digo algo siempre intento ser consecuente. Mantener mi palabra es muy importante para mi, porque realmente le doy mucha importancia a las promesas. Al final, uno de los pilares de la confianza era esa, ¿no? Pues ahora mismo me encontraba sin confianza en mi mismo, porque me hice una promesa respecto a ella y no he sido capaz de cumplirla.

Me llegó alto y claro el mensaje de que ella se estaba viendo con otro chico en el camping, pero no fue real hasta que la vi aparecer con la cara llena de su pintalabios por todos lados. El escozor que sentí era similar a cuando el agua oxigenada toca una herida. Así de real lo sentí, y joder, escocía un huevo. Estaba tan bonita, con ese vestido lila que abrazaba todas sus curvas, su pelo cayendo largo y ondulado y sus ojos profundos reflejando las estrellas del cielo que me quedé embobado con ella. Pero esos labios hinchados y el color coral de su pintalabios esparcido en la cara fue un auténtico guantazo sin manos. Y lo peor es que lo había visto venir.

Pocas chicas me habían atraído como ella, y eso que conocía a mujeres muy guapas e interesantes a menudo por mi trabajo en el bar. Pero en realidad, eso no fue lo que me escoció de verdad. Fue cómo luego me cogió, me hizo una bolita con las manos y me envió directito a la FriendZone. Ya no era cuestión de orgullo, era cuestión de que esa chica me gustaba con ganas y era un hecho que yo no le interesaba.

Me jodía, sí, porque estaba ese punto de que algo dentro de mí me decía que yo no le era indiferente del todo. Por eso me atreví la noche anterior a insinuarle de cerca mis intenciones con ella. Pero no insistiría, porque si algo tengo claro, es que lo peor que puedes hacer con otro ser humano es acabar obligándole a que haga algo que no quiere o para lo que no está preparado.

Aún así estaba decidido a verla, a continuar disfrutando de su compañía y de su sonrisa. De su particular dualidad y de lo bonita que era. De la curiosidad que me despertaba su carácter, ironía y su tendencia a exagerar las cosas. La quería alrededor porque si no podía conocerla de la forma que quería, la conocería de otra y no pasaba nada, tampoco estaba enamorado, al fin y al cabo. Debía asumirlo con deportividad: Ella quería amistad... pues amistad tendríamos y yo más que encantado. No podía ser muy difícil, ¿no?

-Ya está todo listo. - me dice Sandra entrando en mi despacho. Llevaba su pinganillo puesto, su tablet en la mano y lucía tan eficiente como siempre. Era la mejor relaciones públicas que tenía, sin lugar a dudas.

-Perfecto. - digo con una sonrisa.

- Tus amigas han llegado también, están en el vip reservado para ellas. Solo que no han venido cinco como indicaste, solo cuatro.

- Entiendo. Vale, ahora iré a saludarlas. - No ha venido, pienso con una pizca de decepción.

- La banda de Rolando está lista también. Solo esperan tus indicaciones.

- Estupendo, ¿aforo?

- Al 80%. Se nos ha caído un grupo grande, pero ya hay una buena cola de gente esperando.

- Perfecto. Ya sabes, que no esté abarrotado, que haya libertad de movimiento, eso es lo principal.

- Por supuesto.

- ¿Camareros? ¿Barman? ¿Cócteles? - pregunto cogiendo mi móvil y buscando algún mensaje pendiente. Ya te dijo que no va a venir, no me seas más parguelas. Asumámoslo y a seguir bien. FriendZone, ¿recuerdas? Me intento autoconvencer y guardo mi móvil en mi bolsillo trasero.

- Todo controlado. Luces igual, sonido perfecto.

- ¿Él a venido? - pregunto alerta.

- Ni está, ni se le espera.- Por lo menos, no tendría que lidiar con ese individuo que tengo por socio.

Hasta que me devuelvas mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora